La “Costa da Morte” está en Barbate
La campaña electoral gallega se ve eclipsada por la violencia en el sur de España, mientras el Gobierno enfrenta críticas por la inacción ante el narcotráfico
Parecía que la campaña electoral gallega que toca ahora a su fin iba a estar marcada por el vertido de las ya famosas “pellets”. Esas bolitas de plástico que aparecieron en las playas gallegas y de parte del litoral cantábrico convertidas en una amenaza ecológica que nos traía el todavía vivo recuerdo del petróleo del “Prestige”. Y hasta allí corrieron televisiones y
políticos, valga en algunos casos la redundancia, dispuestos a repetir una nueva movilización similar a la de aquel célebre “nunca mais”.
Esta vez el grito no se iba a dirigir contra el Gobierno de la nación, como en aquel entonces, sino contra la administración autonómica, a la que el “sanchismo” acusaba de no haber tomado las medidas necesarias para evitar que la carga de unos contendores caídos frente a la costa de Portugal llegaran a Galicia.
Cuando el temporal arrecia en la “Costa da Morte” gallega siempre pasa algo y ese algo, por lo general, es una catástrofe, un naufragio, una tragedia. Es difícil gestionar las consecuencias de una mar brava, de una tormenta en el océano. Felipe II ya lo dejó claro cuando perdió la “Armada Invencible” con una leyenda que ya es historia: “No envié a mis barcos a luchar contra los elementos”. Así que recurrir a la fuerza de la naturaleza como excusa suele ser habitual cuando ha fallado todo lo demás.
El último ejemplo lo hemos visto en el portavoz del PSOE, Patxi López, quien ha pretendido enmarcar el asesinato de los dos guardias civiles en Barbate dentro de la tormenta que ese día azotaba la costa gaditana y que hizo que narcotraficantes y agentes de la Benemérita se vieran en aguas interiores del puerto con el desenlace que conocemos.
Recurrir a la fuerza de la naturaleza como excusa suele ser habitual cuando ha fallado todo lo demás
Así que quienes buscaban “pellets” haciendo sonar la voz de alarma de los informativos se han encontrado con una catástrofe aún mayor. Una tragedia que ha tenido lugar en lo que podemos llamar ya la auténtica “Costa de la Muerte”. Donde los narcos sin escrúpulos asesinan sin piedad directamente a los agentes que representan la ley e indirectamente a cuantos acaban siendo víctimas de su mercancía de muerte.
Curiosamente, quienes buscaban “pellets” y se fueron de Galicia con su “nunca mais” doblado y bien guardado para la próxima no han aparecido por esta costa del sur de España. Ni siquiera el presidente del Gobierno se ha dignado visitar a las familias afectadas. Están tan claras las responsabilidades políticas de lo sucedido en Barbate que el grito de “Marlaska dimisión” se ha convertido en un clamor.
No se puede aceptar, sin que nadie del Gobierno asuma una parte de culpa, que la costa sur de España esté controlada por una red de narcos que tienen más fuerza, poder y capacidad operativa que el propio Estado. La resistencia de Marlaska al frente del ministerio del Interior, después de haber desmantelado el grupo especial de la Guardia Civil que luchaba en la zona contra la droga, solo contribuye a reforzar las acusaciones de falta de autoridad con Marruecos y la red de narcotraficantes que opera en el Estrecho de Gibraltar.
La resistencia de Marlaska al frente del ministerio del Interior, […] solo contribuye a reforzar las acusaciones
La certeza de que el Gobierno de Sánchez cede ante los peores radicalismos con tal de seguir en el poder se ha adueñado de buena parte del país. El pesimismo generalizado ante cualquier desgracia es ya una rutina y entre la gente solo cabe una pregunta: cuál será el próximo escándalo que tape al anterior.
Si hace unos días hablábamos de la injerencia rusa en el “procés” catalán y la alarma que esto ha generado en la UE, de las cesiones al independentismo, a los herederos de ETA y de una amnistía que se quiere aprobar a martillazos, hoy tenemos que referirnos con preocupación a la inoperancia en la lucha contra el narcotráfico. Una seria amenaza que, a tenor de cómo ha actuado, no parece preocupar a este Gobierno.
Sánchez vive del radicalismo y del riesgo político, lo decíamos en estas mismas páginas hace unos días. En vísperas de las elecciones gallegas poco le importa ahuyentar el voto de su electorado más moderado si, por otro lado, moviliza el que va a formaciones más radicales, como el BNG, con las que poder pactar posteriores gobiernos.
Si el PP no consigue mayoría absoluta en Galicia se abrirá un difícil periodo para Alberto Núñez Feijóo. Y Pedro Sánchez se frotará las manos, aun cosechando un mal resultado, porque su objetivo más que ganar es que el PP no gobierne. Pero esto supondrá el naufragio de los dos principales partidos de España, que se mostrarán incapaces de evitar que todo nuestro litoral se convierta así en “La Costa de la Muerte” política.