La amnistía no es el final
La ley de amnistía es como una concertina de cortante alambre en la valla que separa a los españoles. Va a ser cada vez más difícil que los de un lado se entiendan con los del otro.
Hay que reconocer que Pedro Sánchez se ha empeñado en pasar a la historia y lo va a conseguir. Aunque me temo que no lo hará por sus grandes logros, sino como un eslabón más de la cadena. El que hubo entre un presidente, Rodríguez Zapatero, y otro que vendrá después. Porque vendrá otro presidente que se hará llamar también “progresista” y que continuará la labor de demolición de lo que quede de España. Y es que Pedro Sánchez, a pesar de lo que se diga, no es un fin en sí mismo. No se mueve solo por su afán de poder y por perpetuarse en la Moncloa. Que también. El Presidente del Gobierno ha convencido a los suyos de que solo hay una manera de impedir que gobiernen los otros: levantando un muro cada vez más alto entre los buenos, ellos, y los malos, los demás.
La ley de amnistía es como una concertina de cortante alambre en la valla que separa a los españoles. Va a ser cada vez más difícil que los de un lado se entiendan con los del otro. Es más, Pedro Sánchez ha dejado claro que no quiere ninguna clase de entendimiento. Cada vez que le piden explicaciones por los turbios asuntos de su mujer la respuesta es “fango”. Eso en el mejor de los casos. En otros ni siquiera hay respuesta. Desde el lado del muro que él y los suyos han levantado se asume que no hay que dar explicaciones. Las instituciones son suyas y todo cuanto salga de ellas, incluso el silencio y el desprecio más insultante, estará bien.
Ya puede el líder de la oposición insistir, que todo será en vano. Habrá incluso quien culpe al propio Núñez Feijóo de no actuar como debe a la hora de exigir una aclaración del Presidente. El deterioro institucional es tal que parece normal la parcialidad de la Presidenta del Congreso, Francina Armengol, a la hora de arbitrar los debates en los que Pedro Sánchez elude cualquier control de la Cámara como si con él no fuera la cosa. Se ha llegado a tal nivel de degradación política que parece que es la oposición la que obliga al Gobierno a adoptar medidas como la ley de amnistía. Dirán que ellos no querían, pero que el PP llevó las cosas hasta tal punto en Cataluña que al PSOE y a sus socios no les ha quedado más remedio.
De hecho se han encargado de que en media España ya no crezca la hierba. Al otro lado de su muro solo hay fango y fachosfera. Y ya no sale el sol para todos
La ley de amnistía no es el final. Es un paso más en una forma de hacer política que tiene como base una de las reglas básicas de cualquier arte marcial: aprovechar la fuerza y la inercia del contrario para tumbarlo. Si el PP arremete con el cumplimiento de la Constitución, el PSOE se echa a un lado y deja que el adversario se estrelle contra el suelo. Así una y otra vez. Todas las iniciativas que vengan de ese lado, de la malvada derecha, solo encontrarán el vacío. En cambio las suyas, por muy inconstitucionales y alegales que puedan ser, saldrán adelante.
Pedro Sánchez pasará a la historia por ser el presidente que con más eficacia se ha despojado de toda clase de escrúpulos y ha hecho que los fines justifiquen todos los medios. Y así lo entienden los suyos. Fieles no tanto a la figura controvertida de un presidente pagado de sí mismo como a la de un político capaz de hacer lo que nadie, le siguen como los hunos seguían a Atila. De hecho se han encargado de que en media España ya no crezca la hierba. Al otro lado de su muro solo hay fango y fachosfera. Y ya no sale el sol para todos.
La amnistía no es el final. Es el comienzo de una nueva etapa política en España. Un día histórico, como ha dicho la diputada de Junts, Míriam Nogueras: “Hoy no se perdona, hoy se gana una batalla”. Y a buen seguro que Pedro Sánchez liderará muchas más. El botín es la Moncloa, pero no se crean, su objetivo va mucho más allá: pasar a la historia como el Presidente que puso las bases para que nunca gobernara la derecha, aun a riesgo de hacer peligrar la democracia, la libertad y la igualdad entre los españoles.