La alteración de los consensos
Lo que se expresa en el Congreso de Diputados es una lucha por el relato político que altera en los próximos años la base de los consensos conseguidos
Los consensos se alteran e incluso se destruyen cuando un partido o líder político gobierna concentrando en sus manos mucho poder o cuando, para obtener el poder, necesita el apoyo de muchas formaciones políticas. ¿Cuáles son los consensos que siguen vigentes en la sociedad española?
El consenso más sólido y sin fisuras es la defensa de la democracia, seguido del deseo de los españoles de vivir en paz alejados de los conflictos bélicos. Hay consenso en la necesidad de preservar y profundizar el modelo del Estado del bienestar y de avanzar en la construcción de políticas de Estado de la mano de la Unión Europea.
Incluso podemos afirmar que el modelo capitalista no está en discusión, como tampoco lo está la lucha contra las desigualdades económicas y la voluntad de erradicar la violencia machista. Se podría argumentar que hay un gran consenso en la sociedad española de cómo se quiere vivir y ser gobernados.
La alteración de los consensos, hasta el extremo de ponerlos en peligro e incluso destruirlos, se produce desde la política, por un exceso de confianza política o bien por debilidad política, para mantenerse en el poder o para llegar a él.
El consenso más sólido y sin fisuras es la defensa de la democracia
En Italia, Silvio Berlusconi destruyó el consenso, que aún no ha sido recuperado; en Reino Unido se fraguó por la puesta en marcha del Brexit de la mano, en otros líderes políticos, de Boris Johnson.
En el caso de España, el único consenso importante roto ha sido el modelo territorial, como consecuencia de dos potencias políticas en juego: el independentismo catalán y vasco y el nacionalismo español; y una tercera potencia, el Estado español, que busca canalizar y, si es posible, diluir ambas pulsiones para que no acaben destruyendo los consensos logrados.
Ayer en su discurso Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, para gobernar España, centro parte de su crítica a la única cuestión que altera los consensos que es la cuestión territorial, que pibe en peligro todos los otros consensos conseguidos hasta la fecha. Sin embargo, la única cuestión que realmente está en disputa es quién gobierna, más allá de cualquier otro debate político.
Lo que ayer y hoy se expresa en el Congreso de Diputados es una lucha por el relato político que altera en los próximos años la base de los consensos conseguidos. Lo que la derecha e izquierda deberían explorar es dónde se situará la política española cuando se abra la vía de la investidura de Pedro Sánchez, que llevará a una repetición electoral o a ser investido presidente del gobierno gracias a los votos del independentismo catalán.
Todo indica que la discusión política, jurídica y social sobre la amnistía puede dinamitar los consensos conseguidos
Se debería imaginar dónde se situarán los partidos políticos y los ciudadanos al debatir si es legítimo poner en marcha una ley de amnistía a medida del independentismo. Es necesario prever lo que puede ocurrir, porque todo indica que la discusión política, jurídica y social sobre la amnistía puede dinamitar los consensos conseguidos.
Llegados a la crisis institucional que se prevé, deberíamos preguntarnos si una parte de la estrategia independentista no persigue un doble propósito: imponer la amnistía o lograr que salten por los aires los consensos conseguidos para conseguir sus propósitos, a partir de la división.
Si la amnistía es posible es porque es una herramienta de la que dispone el Estado español para legitimarse frente a los que quieren acabar con él. Y por último, si lo que está en juego es quién gobierna, si el PP y el PSOE, ¿por qué discutir sobre la continuidad de España en ningún caso corre peligro?