Quizá está en juego el mundo libre
¿Por qué la doble medida cuando se trata de valorar a unos y otros? Respuesta: la teoría del “pero” y el maniqueísmo sectario
Hay indicios suficientes para afirmar que la opinión de la ciudadanía europea es mayoritariamente favorable a Palestina. Todo apunta en esa dirección. Pero, conviene despejar algunas dudas.
De sorpresa en sorpresa
Se dice que el gobierno israelí no respeta las resoluciones de la ONU, que los asentamientos israelíes en Cisjordania son ilegales, que existen informes de organizaciones internacionales que denuncian violaciones de los derechos humanos en territorio palestino y que la respuesta del ejército israelí suele resultar desproporcionada. Pero, Israel es un Estado dispuesto a negociar la distribución del territorio. Sin misiles ni masacres. Los Acuerdos de Oslo de 1993-1995 siguen ahí: Gaza y Cisjordania a cambio del derecho a existir de Israel y una política antiterrorista por ambas partes.
Mientras tanto, Hamás se mantiene fiel –eso parece- a la Carta Fundacional del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) del 18 de agosto de 1988: “no existe ninguna solución al problema palestino, sino por medio de la Yihad. Las iniciativas, las propuestas y las conferencias internacionales no son, sino una pérdida de tiempo, un ejercicio inútil… abandonar la lucha contra el sionismo es alta traición, y despreciado será quien perpetre un acto igual”.
Lo que sorprende es que no se diga que los palestinos –si lo prefieren, Hamás- tampoco respetan las resoluciones de la ONU y que sus respuestas son desproporcionadas y a veces de carácter terrorista. Se exige la retirada de medio millón de colonos israelíes de los territorios palestinos ocupados y no se cuestiona la incursión de otro medio millón de presuntos refugiados palestinos en un territorio israelí que consideran suyo. Se olvida que Israel abandonó la Franja de Gaza en 2005 y que en 2006 sus habitantes eligieron a Hamás y ahí sigue. ¿Qué Israel protege la frontera? Realidad –tráfico de armas, infiltraciones de milicias, atentados, terror o lanzamiento constante de misiles- obliga.
Se exige que Israel observe el Derecho Internacional Humanitario y no se reclama que Hamás haga lo mismo y que, además, retire los escudos humanos que dificultan la observación del Derecho Internacional y Humanitario. Habría que evitar la colisión entre el Derecho Internacional Humanitario y el derecho a la legítima defensa.
Una ciudadanía europea muda
Sorprende que la ciudadanía europea encuentre motivos para manifestarse contra Israel y no los halle para manifestarse contra Palestina. Motivos, sobran.
Ahí está el Informe Palestina 2022, de Amnistía Internacional, que señala que “en agosto, grupos armados palestinos de Gaza cometieron presuntos crímenes de guerra durante tres días de combates con Israel, en los que utilizaron cohetes no guiados en zonas habitadas por población civil y mataron al menos a siete civiles palestinos”.
El Informe prosigue: “las autoridades palestinas de Cisjordania y la Franja de Gaza siguieron restringiendo enormemente la libertad de expresión, de asociación y de reunión. También recluyeron arbitrariamente a decenas de personas e infligieron a muchas torturas y otros malos tratos. La justicia por violaciones graves de derechos humanos seguía siendo un objetivo difícil de alcanzar. Las autoridades de facto de Hamás en Gaza llevaron a cabo las primeras ejecuciones en cinco años”.
¿Alguna protesta en la muy democrática y progresista Unión Europea? No. Ni siquiera contra una democracia (?) palestina –continúa el Informe de Amnistía Internacional- en la cual “las autoridades palestinas no organizaron las elecciones parlamentarias y presidenciales que el presidente Abbas había aplazado de nuevo en 2021. Las últimas elecciones al Consejo Legislativo palestino se habían celebrado en 2006. El presidente Abbas siguió gobernando por decreto en un clima de descontento popular”.
Continuemos con la ejemplar democracia palestina: “en la Franja de Gaza, tras la brutal represión de las protestas pacíficas contra el aumento del coste de la vida en 2019, se había instaurado un clima general de represión que disuadía eficazmente la disidencia, lo que a menudo se traducía en autocensura”.
¿Manifestaciones en esa democracia avanzada que es la Unión Europea? Ni una. Tampoco nadie protestó ante “el llamamiento a la población palestina efectuado por Yahya Sinwar, líder de Hamás en Gaza, con el propósito de que se utilizara cualquier medio disponible para atacar a personas israelíes”. Palabra de Amnistía Internacional.
De la Franja de Gaza a Cisjordania
En Cisjordania –el territorio palestino más moderado y democrático, dicen- “las autoridades palestinas controladas por Fatah siguieron reprimiendo los actos públicos en los que se rendía homenaje a figuras de la oposición o se ondeaban sus banderas… el presidente Abbas disolvió mediante decreto el Sindicato de Médicos Palestino… las fuerzas de seguridad prohibieron que el Congreso Popular Palestino, agrupación de activistas y figuras políticas que pedían reformas en la Organización para la Liberación de Palestina, se reuniera en Ramala”.
La represión y la tortura: “más de 200 personas palestinas fueron detenidas arbitrariamente en Cisjordania y, unas 105, en la Franja de Gaza…. La tortura y otros malos tratos seguían siendo habituales en los centros de detención e interrogatorio de Cisjordania y la Franja de Gaza… los detenidos en ese centro denunciaron que los golpeaban con porras y bastones, los azotaban en las plantas de los pies y los obligaban a estar en posturas dolorosas durante horas… las autoridades no adoptaron medidas efectivas para investigar las denuncias de tortura… [a los detenidos] se les negaron las visitas familiares y volvieron a ser maltratados por declararse en huelga de hambre… la agresión [a los participantes de un desfile con banderas arcoíris] se produjo en medio de una oleada de incitaciones a la violencia y discursos de odio contra personas LGTBI y feministas que las autoridades no investigaron”.
La ciudadanía europea no se inmuta
Las desapariciones y algo más: “la desaparición forzada a manos de las autoridades palestinas en un centro de detención de la ciudad cisjordana de Salfit… las autoridades de Cisjordania y la Franja de Gaza no investigaron los homicidios ilegítimos ni los ataques, incluidos los perpetrados contra la población civil israelí, entre otras violaciones graves.
Y eso a pesar de que habían renovado públicamente su compromiso de cooperar con las investigaciones independientes —entre ellas las de la Corte Penal Internacional— sobre posibles crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad cometidos desde 2014… según el Centro Palestino de Derechos Humanos, los tribunales de la Franja de Gaza impusieron 27 nuevas penas de muerte en 2022, 11 más que en 2021. Como novedad, los tribunales de apelación de Gaza elevaron de cadena perpetua a pena de muerte 5 condenas impuestas por tribunales inferiores”. Palabra de Amnistía Internacional.
Siguen las sorpresas
Ante todo eso, la ciudadanía europea no se inmuta. Vale decir, al respecto, que la prensa europea progresista tampoco tuerce el gesto. Con frecuencia, ni lo publica. Sorprendente. Como sorprendente es que se diga que los israelíes cometen actos terroristas y los palestinos acciones suicidas. Por lo demás, llama la atención que se aplauda la existencia de un movimiento pacifista en Israel que critica las acciones de su Gobierno y no se exija un movimiento equivalente en Palestina que critique las acciones de sus gobiernos –la Franja de Gaza y Cisjordania- y las de Hamás y la Yihad Islámica Palestina.
La teoría del ‘pero’, el sectarismo y la policía de la opinión
Así las cosas, ¿por qué la doble medida cuando se trata de valorar a unos y otros? Respuesta: la teoría del “pero” y el maniqueísmo sectario.
Por una parte, la teoría del ‘pero’ –origen: la barbarie del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington– que sostiene que Estados Unidos –añadan Israel- no tiene la culpa, pero… En definitiva, la teoría del culpable por definición. De ahí, el antiamericanismo y el antisemitismo.
Por otra parte, el sectarismo que condena o santifica a capricho. Esa izquierda incapaz de superar sus filias y fobias. Esa mala fe sartreana que se caracteriza por la retórica literaria, la visión conspirativa, selectiva y maniquea de la historia, y el oportunismo más descarnado. Una policía de la opinión. Unos censores profesionales que generalmente acaban rindiéndose a la peor de las opciones. El agredido se convierte en agresor por la vía de la desinformación.
Con estos mimbres, habría que preguntarse si lo que está en juego es la defensa del mundo libre.