Jaque a Sánchez

Ya no hay espacio para componendas ni para las febriles vías de política ficción que cada día se dedican a fabular algunos lisérgicos orcos monclovitas: Europa es el final de la escapada, no hay salida, hasta aquí hemos llegado

En una de las escenas más míticas de El señor de los anillos, y ya me perdonarán ustedes la frivolidad, Gandalf, con el fin de proteger la huida de la compañía del anillo, se enfrenta al Balrog de Morgoth en las minas de Moria gritándole con su espada en la mano: ¡No puedes pasar!.

El Balrog, una de las criaturas más temibles del universo tolkeniano titubea ante la valentía del mago gris y esto permite que Frodo y sus amigos puedan continuar su carrera para la destrucción del anillo de Sauron.

Algo muy parecido a esto ha sucedido hoy en el Parlamento Europeo cuando una de las mayorías más apabullantes que se recuerdan en esa cámara ha emitido una resolución que pide que se investigue al independentismo catalán por sus ya más que evidentes lazos con los servicios de información de la Rusia de Putin, una potencia enemiga de Europa, de nuestro modo de vida, de nuestras preciadas libertades.

Una resolución que convierte a Puigdemont definitivamente en un apestado político en todo el continente y que amenaza con contaminar a cualquiera que quiera pactar con él cualquier cosa, incluyendo el la carta de precios de la cafetería del Congreso de los Diputados, transformándolo en sospechoso de alta traición a la carta fundacional de la Unión Europea y que pone fin de forma definitiva a la enloquecida huida hacia adelante emprendida por el presidente del gobierno con el fin de salvar una legislatura que jamás debió comenzar.

MADRID, 07/02/2024.- El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su reunión con el secretario general de CCOO, Unai Sordo, dentro de la ronda de contactos con los agentes sociales impulsada por el partido, este miércoles, en la sede del partido en Madrid. EFE/ Mariscal
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE/ Mariscal

Ya no hay espacio para componendas ni para las febriles vías de política ficción que cada día se dedican a fabular algunos lisérgicos orcos monclovitas: Europa es el final de la escapada, no hay más, no hay salida, hasta aquí hemos llegado.

Hoy, como el Balrog de Morgoth, el presidente del Gobierno sabe fehacientemente que el camino está cerrado y que más pronto que tarde, cualquier amnistía que trate de pasar por alto la participación rusa en en el golpe de estado independentista está destinada a ser laminada por los poderes europeos por lo que su única opción para aprobar la que él mismo ha planteado como la ley fundacional de su legislatura pasa por la vía de convencer a Carles Puigdemont para que se inmole por su bien, por el bien de Pedro Sánchez, quiero decir.

Por el camino y en cada recodo de esta estúpida carrera hacia el abismo, Sánchez se ha ido dejando a jirones la aún apreciable reputación que le quedaba en las diferentes capitales europeas, convirtiendo su antaño respetada figura en una suerte de Smeagol tóxico a quien nadie va a querer acercarse.