El informe Draghi, una revolución económica para Europa 

El informe identifica tres desafíos fundamentales: el cierre del diferencial de innovación respecto a Estados Unidos, la compatibilización de descarbonización y competitividad, y la mejora de la seguridad económica

Tras meses de espera y expectación, el ex primer ministro de Italia y expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, presentó el pasado 9 de septiembre el informe titulado «El futuro de la competitividad de Europa». La extensión del documento, casi 400 páginas, podría parecer sorprendente viniendo de un hombre de pocas palabras, pero al adentrarse en su lectura se comprende la razón: Draghi ha esbozado un plan meticuloso, dividido en seis apartados, que aborda los principales desafíos y necesidades de Europa para recuperar su competitividad económica. 

El informe comienza con una descripción exhaustiva de la situación actual de la economía del Viejo Continente e identifica tres desafíos fundamentales: el cierre del diferencial de innovación respecto a Estados Unidos, la compatibilización de descarbonización y competitividad, y la mejora de la seguridad económica. Hoy nos centraremos en el primero. 

El informe, encargado por la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, debía presentarse antes del verano, pero se pospuso estratégicamente para convertirlo en la base de las ambiciones de la próxima Comisión. A diferencia del Informe Letta, centrado en el mercado interior, el Informe Draghi es más completo, ambicioso y estratégico, planteando una revisión profunda del modelo de crecimiento europeo.

El informe propone una nueva estrategia industrial para Europa, basada en la plena realización del mercado único; la alineación de las políticas industriales, comerciales y de competencia; el aumento de la inversión y la reforma de la gobernanza de la Unión, con especial énfasis en la liberalización de los mercados y la reducción de la carga regulatoria

«A diferencia del Informe Letta, el Informe Draghi plantea una revisión profunda del modelo de crecimiento europeo»

Uno de los puntos clave del informe es la constatación de que Europa no carece de capacidad de innovación, sino que muchas de sus empresas innovadoras terminan trasladándose a otros países, principalmente a Estados Unidos, debido a la existencia de barreras regulatorias, financieras y de formación.

Para reducir esta fuga de talento y capital, Draghi propone diversas medidas financieras que favorezcan la innovación disruptiva, como la creación de una agencia europea al estilo de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA) en EE. UU. y la participación activa del Banco Europeo de Inversiones (BEI), dirigido por la exvicepresidenta del Gobierno de España Nadia Calviño. Además, sugiere cambios regulatorios de calado, un nuevo Programa-Marco de I+D simplificado y medidas para mejorar las habilidades de los trabajadores. 

La menor productividad de la UE en relación con Estados Unidos es uno de los temas centrales del informe. Según la publicación del ex primer ministro italiano, desde mediados de los años 90, Europa no ha sabido capitalizar las revoluciones tecnológicas, como la vinculada a Internet o la Inteligencia Artificial (IA), que han transformado la economía estadounidense.

(Foto de ARCHIVO) El expresidente del Banco Central Europeo y expresidente del Consejo de Ministros de la República de Italia, Mario Draghi, en el Complejo de la Moncloa, a 13 de junio de 2024, en Madrid (España). Mario Draghi se encuentra en España para recibir el Premio Europeo Carlos V el próximo viernes, día 14 de junio, en el Monasterio de San Jerónimo de Yuste en una ceremonia presidida por el Rey Felipe VI. Alejandro Martínez Vélez / Europa Press 13 JUNIO 2024;MONCLOA;INTERNACIONAL;POLÍTICA;PRESIDENTE; 13/6/2024
El expresidente del Banco Central Europeo. Foto: Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

En cambio, Europa sigue atrapada en un entramado regulatorio que estrangula a sus startups y frena la inversión tecnológica. Esta sobrerregulación, explica Draghi, es la razón por la cual muchas empresas europeas innovadoras se trasladan a Estados Unidos en busca de un entorno más favorable para su crecimiento. 

Entre 2009 y 2014, Estados Unidos aprobó 3.500 regulaciones; la UE, 13.000. Esta sobrecarga regulatoria, sin un análisis coste-beneficio uniforme, ha impuesto una carga significativa a las empresas tecnológicas emergentes. Las barreras regulatorias en Europa son especialmente gravosas para las empresas innovadoras, limitando su capacidad de crecimiento y obligándolas a buscar mercados más favorables. 

Draghi propone una «pausa regulatoria» en el próximo ciclo institucional europeo, pero no se trata solo de detener la regulación, sino de regular mejor (“better regulation” or “smart regulation”). Esto incluye simplificar la normativa comunitaria y aplicar el análisis coste-beneficio y el análisis de impacto normativo (AIN) de forma estructurada y uniforme para todas las instituciones.

Además, plantea revisar la política de competencia para que tenga en cuenta la innovación (y el suministro de productos críticos como medicamentos o microchips) y promover tecnologías de vanguardia (Proyectos Importantes de Interés Común Europeo, IPCEI).

En cuanto a las ayudas estatales, Draghi se muestra contundente: las ayudas estatales a nivel de los Estados miembros deberían cesar y ser sustituidas por subvenciones a nivel de la UE porque distorsionan menos la competencia y contribuyen a profundizar el mercado único. 

El informe también subraya la necesidad de incrementar la inversión productiva en Europa en un 5% del PIB, del 22% al 27%. Para cerrar la brecha de productividad con Estados Unidos, Europa necesita una inversión adicional de aproximadamente 800.000 millones de euros anuales.

«Draghi sugiere una liberalización profunda de la economía europea, eliminando las barreras regulatorias que encarecen emprender e invertir en el continente»

Draghi aclara que no toda esta inversión debe ser pública; de hecho, solo entre el 20% y el 50% debería provenir de fondos públicos. El resto debe ser impulsado por la reducción de los costes regulatorios y la unificación de los mercados de capitales europeos. 

De hecho, una idea subyacente en el informe, siguiendo la estela del reciente Informe Letta, es la importancia de la integración del Mercado Único Europeo, que se traduciría en cadenas de suministro más resilientes, la movilización de un mayor volumen de inversión privada, y permitiría a las empresas beneficiarse de economías de escala. 

Además, el marco de ayudas a la inversión debe ser suficientemente atractivo y ágil para desincentivar el traslado de operaciones industriales a EE. UU. o China, y en el que se consideren alternativas como los contratos por diferencia o los créditos fiscales. El informe también detalla cómo evitar que la trasposición de directivas europeas acumule carga burocrática. 

La sobrerregulación es el principal obstáculo para la inversión tecnológica en Europa. Draghi advierte que más de la mitad de las pymes europeas señalan como su mayor desafío “los obstáculos regulatorios y la carga administrativa”.

Para revertir esta situación, Draghi sugiere una liberalización profunda de la economía europea, eliminando las barreras regulatorias que encarecen emprender e invertir en el continente. Solo así, la inversión volverá a florecer, incrementando la productividad y, en última instancia, la renta per cápita de los ciudadanos europeos. 

Recogiendo las acertadas palabras del economista Enrique Feas, algunos políticos y medios caerán en la tentación de confundir la luna y el dedo, es decir, lo que es simplemente una condición necesaria (aumentar la inversión) con la verdadera condición suficiente: acabar con el frenesí regulatorio y crear un marco normativo ágil, eficiente y estable. 

En resumen, el Informe Draghi no solo identifica los problemas que enfrenta Europa, sino que también ofrece soluciones concretas. La clave está en reducir la sobrerregulación y fomentar la inversión, tanto pública como privada, para cerrar la brecha de productividad con Estados Unidos. Es un camino ambicioso, pero necesario para que Europa recupere su competitividad y dinamismo económico en el escenario global. 

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