Las necesarias precauciones de Salvador Illa

La onda expansiva del caso Koldo toca a Armengol, llegará a Canarias, y puede afectar a Salvador Illa por haber sido ministro de Sanidad en la peor época de la pandemia

El caso de Koldo García, ese muchachote al que le quedó el rictus de guardaespaldas haciendo de asesor de un ministro como Ábalos, puede acabar afectando la imagen del que pudiera ser próximo president de la Generalitat, Salvador Illa.

Los temas de corrupción son demoledores. O los conducen medianamente bien o sus noticias se convierten en incontrolables. Su rápida expansión puede fastidiar hasta quien tenga una carrera impoluta. La primera culpa siempre es el secretismo que acostumbra a observarse en las estructuras internas de los partidos, en ocasiones por no acabar haciendo daño a un colega majote.

Los colegas majotes siempre son los peores. Hay que ir con cuidado. Por defender a alguien indefendible pero simpático han caído muchas carreras políticas. Observar ahora a Koldo García en los miles de vídeos, ya repetitivos, moverse junto al exministro Ábalos da mucha vergüenza ajena. Y uno se pregunta qué hace un responsable político con tanta trayectoria contratando de asesor y para consejos de administración de empresas públicas a un individuo así.

Las repercusiones llegan a Illa

Así que las comisiones cobradas por el amigo Koldo y compañía en época de pandemia podrían acabar tocando la buena y coherente imagen de Salvador Illa en su carrera a la Generalitat, al haber sido ministro de Sanidad en la época en que se relajaron los controles de la Administración para hacer contratos públicos.

No hay que hacer presentismo. Esta es una de las metodologías más sucias en política cuando repasa la Historia, pero también recordando el pasado más reciente. Aquellos meses de pandemia fueron espeluznantes. Los hospitales no tenían el material mínimo para poder trabajar con seguridad. Todos tenemos el recuerdo de enfermeras en urgencias ataviadas con bolsas de basura, en sustitución de batas quirúrgicas. Algo se debía hacer. El problema no fue la relajación en la contratación pública, sino los caraduras que se aprovecharon de todo aquello.

Sería una lástima que la construcción de la carrera política de Illa se viera empañada cuando el socialismo catalán parece estar listo para asaltar la Generalitat

Pero ya observamos como la onda expansiva del caso Koldo se amplía por momentos. Ya ha tocado directamente a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, la tercera en la posición del poder, y seguirá dirección Canarias, concentrándose en empresas públicas pertenecientes al ministerio que fuera de José María Ábalos, y continuará presumiblemente al ministerio que era neurálgico en aquella época: el de Sanidad.

Illia mira hacia la Generalitat

El equipo de Salvador Illa debería estar prevenido. Sería una lástima que la construcción de una carrera política presumiblemente solvente se viera empañada por chispas de otras hogueras en un momento en el que el socialismo catalán parece bien construido para acometer una conquista que se le ha hecho muy difícil: la presidencia de la Generalitat.

El PSC ha tenido dos presidents, Pasqual Maragall y José Montilla, y los dos en una de las épocas más convulsas de la Generalitat, liderado por el denominado tripartito que no hacía otra cosa que meterse en líos ideológicos. Como provocar la manifestación de 2010 en contra de los supuestos recortes del Estatut renovado.

Los socialistas en Cataluña están haciendo desde hace años una estrategia de transversalidad, y no hacia el nacionalismo, de ahí sus males los años del tripartito, sino hacía la centralidad, entre el liberalismo y la socialdemocracia. Lo hacen desde el Parlament y ahora también desde el Ayuntamiento de Barcelona de Jaume Collboni.

Es idea del alcalde y de Salvador Illa situar a perfiles como Santi Vila, otrora cercano a Carles Puigdemont, en los espacios de pensamiento de la ciudad, que de alguna forma también es el de toda la autonomía, sobre las infraestructuras del futuro en general. Se trata de ese gobierno a la sombra que puso a trabajar el primer secretario del PSC y dónde está sumando a gente también de fuera de su partido. Por lo que pudiera llegar.

No es un error que Illa se ponga a pensar en negativo. Nada se mueve a favor eternamente. El ejemplo de Pedro Sánchez es bueno. Durante años ha parecido que todo le iba bien y con suerte. Y de pronto un guardaespaldas y unos contratos de mascarillas derrumban los cimientos de esa imagen.