Herejes y elegidos en Madrid
Los herejes como Urban, Meloni, Trump o Le Pen, que se habían apartado de la doctrina dominante de lo políticamente correcto, la lucha contra el cambio climático o las políticas de hospitalidad universal a los inmigrantes, ahora se consideran a sí mismos los elegidos
Tras el encuentro en Madrid de la plataforma Patriots que preside Santiago Abascal, presidente de Vox, uno debe preguntarse cómo es posible tener que recurrir al fascismo y al nazismo para reconocer los peligros de la actual extrema derecha en Europa.
No es suficiente con escuchar sus arengas y valorar sus actuaciones políticas en Hungría, EEUU o Italia para reconocer el peligro que representan para las personas.
No se trata sólo de establecer vínculos, analogías y metáforas con los años treinta del pasado siglo, sino de analizar lo que estos partidos políticos hacen en su país, muchos de ellos gobernando, para establecer una estrategia política que permita levantar una alternativa a la enorme capacidad de atracción y atención que suscitan en las personas.
Cuando eran considerados unos herejes, como observó Viktor Orban en el encuentro de la plataforma Patriots, los partidos tradicionales consideraron erróneamente que sus propuestas no cuajarían entre la mayoría de los ciudadanos, sin advertir cuando iban adoptando una mentalidad cada vez más conservadora.
Lo que daba forma a la agenda nacional populista no eran los laboratorios de ideas de la derecha o la capacidad de manipulación de la población a través de las redes sociales, sino algo más sencillo: que las personas estaban cada vez más hastiadas de las promesas incumplidas, la corrupción bipartidista, la impotencia política para afrontar retos como las oleadas migratorias o las desigualdades sociales.
Los herejes como Urban, Meloni, Trump o Le Pen, que se habían apartado de la doctrina dominante de lo políticamente correcto, la lucha contra el cambio climático o las políticas de hospitalidad universal a los inmigrantes, ahora se consideran a sí mismos los elegidos, como lo hace Trump, los ungidos no solo por los hombres, con sus votos, sino por Dios, que los necesita para restaurar el orden y la moral.
«No se trata sólo de establecer vínculos, analogías y metáforas con los años treinta del pasado siglo, sino de analizar lo que estos partidos políticos hacen en su país»
En el enorme salto político que representa pasar de hablar desde las catacumbas como herejes perseguidos y denigrados, desde los partidos políticos tradicionales y los medios de comunicación liberales, a hacerlo desde un púlpito, al ser elegidos por los votantes para desencadenar una revolución reaccionaria que restaure la fronteras, la soberanía y el patriotismo, reside el peligro de los discursos realizados en Madrid.
La política tradicional ya no se enfrenta a políticos vistos como charlatanes, sino a políticos que están determinando la política y las políticas de sus países.