Hamás, Hutíes, Venezuela, Moscú… no acertamos nunca

A todos los efectos hoy somos un país cómodo para las potenciales antioccidentales como Irán, Rusia o China e irrelevantes para los países occidentales como Reino Unido o EE.UU.

Todas las naciones con liderazgo en el mundo han suspendido la financiación a la agencia de naciones unidas para los refugiados palestinos, una vez se ha comprobado que varios de sus empleados participaron en la matanza contra civiles israelís del 7 de octubre.

Los países más importantes de la OTAN se han sumado a EE. UU. en la operación de proteger a los mercantes atacados por los hutíes (un grupo terrorista yemení al servicio de la teocracia iraní) en el Mar Rojo. EE. UU. y otros países de América Latina han sancionado a Venezuela a raíz de que Maduro, haciendo lo único que sabe hacer, ejercer de tirano, ha prohibido la participación de María Corina Machado en las elecciones presidenciales.

En ninguna de estas decisiones de la comunidad internacional ha participado la España de la Sanchezfera. Entre las víctimas y los verdugos en Gaza el gobierno español elige a los verdugos, entre el libre comercio o la piratería en el Mar Rojo el sanchismo se sitúa con la piratería, entre la tiranía socialista y la libertad en Venezuela Sánchez, siguiendo instrucciones de Zapatero, se alinea con la hambruna y la miseria bolivariana.

La última coincidencia del gobierno español con el mundo occidental era la posición sobre Rusia, pero ahora que se ha sabido que el socio principal de Sánchez, Puigdemont, estaba a sueldo de Moscú, el gobierno ha virado y ha pasado a quitar toda credibilidad a las investigaciones que ponen de manifiesto el activismo ruso en las campañas de desinformación y agitación en Cataluña en 2017. La Fiscalía, que Sánchez ya nos dijo en su día que ya sabemos de quien depende, comparte la visión de Puigdemont de que el juez Aguirre sobreactúa.

Qué tiempos felices aquellos en los que Sánchez mendigaba una foto con Biden en un pasillo de una cumbre de OTAN. A decir verdad, era mucho más digno hacerse el encontradizo con Biden a la salida del WC que recibir el aplauso de Hamás.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d) conversa con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en presencia de la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. EFE/ Mariscal

España desprecia al presidente electo de Argentina, al que Sánchez ni felicito, mientras se convierte en patrocinador del grupo de Puebla, el narco clan de ultraizquierda, que cuenta con gente como el mexicano AMLO, investigado por presunta financiación de su campaña por parte de mafiosos; el colombiano Petro cuyo hijo ha reconocido haber recibido fondos del narco y la venezolana Delcy Rodríguez que se pasea en un avión oficial por el mundo haciendo de rider del cartel.

Política exterior

La política exterior española ha dejado de ser previsible para volverse extravagante, nuestras tomas de postura internacionales, ha dejado a su suerte a barcos que han partido o tienen como punto de destino el puerto de Algeciras, el de Valencia o el de Barcelona, no solo es incomprensible, es inmoral y nos perjudica económicamente. Los portes se encarecen y eso lo paga el consumidor en forma de inflación.

Felipe González y José María Aznar, cada uno con estrategias distintas, el primero siempre a la vera del Eje franco-alemán formado por Mitterrand y Khol y el segundo como apoyo del Eje angloamericano formado por Blair y Bush Jr. se esforzaron porque España fuera un socio fiable.

Zapatero primero, con su Alianza de Civilizaciones, y Sánchez después nos acercan a ser algo parecido a una reencarnación de lo que en el último tramo del Siglo XX eran los países no alineados, una denominación que se daba a los estados con clara vocación socialista y antioccidental, pero que no tenían suficientes agallas para alinearse abiertamente con el bloque soviético.

A todos los efectos hoy somos un país cómodo para las potenciales antioccidentales como Irán, Rusia o China e irrelevantes para los países occidentales como Reino Unido o EE.UU. Por historia, tradición, cultura, incluso por sentido común y por interés, jamás deberíamos haber abandonado nuestra posición en el bloque occidental.

Nuestro rumbo equivocado pone de manifiesto nuestra debilidad y permite a Marruecos reírse en nuestra cara, a Francia bloquear impunemente nuestros camiones y a Argelia cortarnos el gas. Toda la comunidad internacional sabe que hoy no somos nadie y además no somos de fiar, incluso el Frente Polisario ya renegó de España.