El gobierno que nadaba en dulce de leche
La imagen que me viene a la cabeza cuando observo los esfuerzos de Sánchez y su entorno es la de un gobierno dando sus últimos e inútiles braceos rodeado por un furibundo océano de dulce de leche encrespado
Una de las expresiones populares que más me gustan de entre todas las que emplean en la Argentina es la que encabeza esta columna: Nadar en dulce de leche
Con ella, nuestros hermanos del otro lado del charco se refieren a una situación enormemente costosa, una acción que requiere un enorme esfuerzo, tanto como zambullirse y dar unas brazadas en un mar compuesto por esa crema pastosa con la que con tanto tino rellenan panqueques y alfajores. Un imposible que puede llevar a cualquier osado nadador a morir por cansancio o por ahogamiento.
Y esa es exactamente la imagen que me viene a la cabeza cuando observo cada día los esfuerzos del Pedro Sánchez y todo su entorno, la de un gobierno dando sus últimos e inútiles braceos rodeado por un furibundo océano de dulce de leche encrespado en el que jamás nadie con dos dedos de frente debería sumergirse nunca.
Un gobierno que a pesar del acaramelado entorno mediático que se ha construido a su alrededor tirando de la chequera del estado, no consigue avanzar un solo milímetro en la que debería ser su misión, que no es otra que mejorar con sus medidas la vida de los ciudadanos reales ya que está aquejado de algo parecido a la impotencia coeundi a la hora de que sus leyes y decretos sean aprobados en el parlamento, es decir que a pesar de sus intenciones copulativas, no es capaz de culminar por sus propios medios el proceso de aprobación de las mismas y necesita la ayuda de 7 pastillitas azules en cada votación, cuyo precio además sube a medida que el paciente más se debilita.
Algo que además, dada la voracidad de su dealer de blue pills y su manifiesta falta de músculo, ha generado un entorno competitivo a su alrededor en el que todos los partidos que suscribieron su investidura han emprendido una enloquecida carrera en la que como si de una banda de Shylocks se tratase, se turnan para arrancar una o varias libras de carne del cuerpo cada vez más disminuido y debilitado del presidente del gobierno en cada negociación, por nimia que esta sea.
A lo que hay que añadir que su propio partido, en el que lleva más de 10 años mandando de forma casi absoluta al principio y absoluta después, se encuentra en su momento más débil en cuanto al poder autonómico y municipal se refiere, habiendo perdido a manos del Partido Popular incluso sus mayores feudos históricos, algo que además de no augurarle un futuro político demasiado halagüeño (hacen falta miles de concejales para lograr la presidencia del gobierno de España), lo está convirtiendo en una organización sin capacidad para escuchar las necesidades y anhelos reales de aquellos españoles que no viven por y para la política y que está acercando al presidente, a su gobierno y a todo su entorno a la muerte más temida por cualquier especialista en natación en dulce de leche: el coma diabético.