La economía del Gobierno, como las luciérnagas, solo brilla en la oscuridad
No es de extrañar que el nuevo presidente norteamericano dude con sorna de si somos o no un país de los BRICS
Recuerdo que era a finales de los años 60. Mis hermanas, algo mayores que yo, solían traer del colegio de religiosas donde estudiaban unas huchas en forma de cabeza de un niño chino (a veces era un niño negro) con una ranura en la parte trasera para introducir las monedas.
Eran para la cuestación del “Domund”. Servían para recaudar dinero y destinarlo después a países pobres. Cada vez que esas huchas pasaban por mi casa, mi padre se abstenía de contribuir, al tiempo que repetía siempre la misma frase: “Bastante chinitos somos nosotros”.
Entonces yo no entendía muy bien qué quería decir. Siempre pensé que era una frase socorrida para no tener que sacar la cartera y contribuir a la causa. Con el tiempo entendí que mi padre trataba de advertirnos que, aun sin pasar las necesidades de los niños del tercer mundo, vivíamos en una dictadura que siempre quiso hacernos creer que los pobres eran otros.
Con Pedro Sánchez pasa un poco lo mismo. Repite siempre que puede que vamos viento en popa y que, si usted no lo nota, es porque no se ha fijado bien. Es más, el presidente del Gobierno ha venido de Davos asegurando que nuestra economía hace que España brille por sí misma. Como las luciérnagas, vamos, que necesitan de la oscuridad completa para que su luz pueda verse.
Y es la política que practica el Presidente del Gobierno: un intento de apagón informativo para que solo se vea su brillo, para que solo nos iluminen él y las políticas de su Gobierno. Pero se queda en intento porque, afortunadamente, otras luces se encienden para mostrar que Sánchez y los suyos viven en una realidad paralela.
Por ejemplo, a falta de datos contrastados y fiables sobre el empleo en España, el economista Marc Vidal ofreció el otro día unas cifras que son tan incontestables como reveladoras. Se trata del cómputo de horas trabajadas en 2024 en comparación con 2008. Curiosamente, hace 16 años se trabajaron más que este pasado año, en concreto un 1,64% más. Algo inexplicable si tenemos en cuenta que ahora hay más gente trabajando que entonces.
Según Vidal, esto “solo se entiende por el laberinto laboral en el que estamos metidos, construido con contratos parciales, fijos discontinuos y otras modalidades de empleo precario que solo se explican a partir de dos factores: la subocupación estructural, cuando hay una infrautilización sistemática de la capacidad laboral disponible, y por las toneladas de maquillaje que se gastan en el Ministerio de Trabajo».
Los sindicatos nunca saldrán a pedir explicaciones al Gobierno por la falta de claridad en los datos del empleo en España ni por la precariedad de los puestos de trabajo. Salen a la calle a exigirle a la oposición que gobierne mejor. Debe ser que quieren poner su grano de arena en la “francolimpiada” organizada por el PSOE para que sepamos cómo funcionaban los sindicatos verticales de la época, que solo salían a la calle para ensalzar al Gobierno y ganarse así las correspondientes subvenciones.
Dirán que están por la defensa de la subida de las pensiones y contra el voto de quienes han tumbado el decreto ómnibus. Pero todos sabemos, ellos los primeros, que solo es una excusa para salir a que les dé el aire en la cara y a ondear las banderas que empezaban a apolillarse después de siete años guardadas en los armarios.
El revés del decreto ómnibus ha puesto en evidencia la debilidad de un Gobierno incapaz de aprobar los Presupuestos Generales y que se ve obligado a tirar de decretos y a arrastrarse para mirar si debajo de las piedras se esconde Carles Puigdemont. El único liderazgo que le queda a Pedro Sánchez es el de la Internacional Socialista, el que le hace creerse que es el freno de la política de Donald Trump en Europa y al que amenaza con asociarse cada vez más con China.
No es de extrañar que el nuevo presidente norteamericano dude con sorna de si somos o no un país de los BRICS. Si Pedro Sánchez nos acerca cada vez más a China y nos aleja de EE. UU., haremos cuestaciones con huchas que se parecerán a nosotros. Porque entonces sí, seremos los nuevos chinitos.