Galicia y País Vasco, en juego: Sánchez saca partido del radicalismo
La estrategia del presidente del Gobierno polariza el voto en Galicia y País Vasco, debilitando al PSOE tradicional en beneficio de partidos radicales como EH-Bildu y el BNG
Pedro Sánchez parece tener claro que la división y el derrumbe de todo el espacio político que está a la izquierda del PSOE acabará siendo suyo. Si no en propiedad, al menos en usufructo. El desgaste de las luchas internas entre Podemos y Sumar genera un inevitable desencanto entre ese electorado de la izquierda más radical, que busca refugio en otras siglas igualmente radicales.
Ocurre en el País Vasco y Galicia, donde los socialistas no van a mejorar sus resultados electorales, puede que incluso sean peores, pero donde formaciones como EH-Bildu o el BNG se van a ver claramente beneficiadas. Y con ellas el “PSOE sanchista”, esa formación que aunque pierde elección tras elección acaba ganando gracias a su falta de escrúpulo a la hora de pactar. Evitar que el PP gobierne es su triunfo y Sánchez lo monopoliza a costa del voto más radical, del voto antisistema o claramente separatista.
Y es lo que puede ocurrir en Galicia si no lo remedia la mayoría absoluta del PP. El voto fiel al PSOE tradicional, el de los socialistas contrarios a la ley de amnistía, a conceder privilegios a los independentistas, a la compra de impunidad a cambio de seguir en la Moncloa, ese voto, digo, será un voto menguante. Pero si sumado al del BNG y al de otras excrecencias políticas permite superar a un PP sin mayoría absoluta, habrá servido para refrendar la política de Pedro Sánchez en sus delirantes pactos con Puigdemont y sus intentos por doblar el brazo de la justicia.
El voto fiel al PSOE tradicional, ese voto, digo, será un voto menguante
Se puede decir, por lo tanto, que al PSOE de Pedro Sánchez poco le importa ahuyentar el voto de su electorado más fiel si, por otro lado, moviliza el que va a formaciones más radicales con las que poder pactar posteriores gobiernos. Si el PP no consigue mayoría absoluta en Galicia se abrirá un difícil periodo para Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez se frotará las manos, aun cosechando un mal resultado.
Es la estrategia de la política de polarización que viene practicando el presidente del Gobierno y que tan “buenos resultados” le da. Siempre que entendamos como “buenos resultados” alimentar a partidos y grupos políticos de ultraizquierda a costa de someter al PSOE a una sangría que puede resultar irreversible.
Y si el voto radical en Galicia encuentra refugio en el BNG gracias a Sánchez, se puede decir que en el País Vasco ocurre lo mismo con el de EH-Bildu. El último sondeo publicado en Euskadi para las próximas elecciones autonómicas de primavera (aún no tienen fecha) concede la primera plaza a la formación que lidera Arnaldo Otegi. Los herederos de ETA conseguirían 27 escaños, seis más que los que obtuvieron hace cuatro años. El PNV ganaría en votos, pero pasaría de 31 escaños a 25. Es decir, que unos ganarían a costa de los otros. Porque el resto de formaciones apenas experimentarían cambios según el sondeo hecho por la empresa Ikerfel. PSOE y PP se mantendrían en los mismos escaños: uno más para los socialistas respecto de las últimas elecciones autonómicas (10-11) e idénticos para el PP (6). Podemos podría experimentar un ligero descenso, fruto de su división, y Vox repetiría su único escaño.
Estos resultados, de confirmarse, supondrían el “sorpasso” de EH-Bildu al PNV y la confirmación de que el radicalismo está en ascenso gracias a las políticas que practica Pedro Sánchez. Y si en Galicia el PP lo puede sufrir en sus carnes, en el País Vasco lo sufriría el PNV. No en vano los de Arnaldo Otegi, que presentan a un desconocido Pello Otxandiano como candidato a lehendakari, son los socios preferentes del “Gobierno de progreso” que busca amnistiar a Puigdemont y sus chicos, acusados de terrorismo.
Tenemos un presidente de Gobierno que trata de hacernos creer que lejos de fomentar la radicalidad trabaja sin descanso por conseguir la convivencia. Cuando todos sabemos que al decir convivencia quiere decir conveniencia. La suya para seguir en el poder.
Tenemos un presidente de Gobierno que cuando dice convivencia quiere decir conveniencia
Se equivoca Sánchez cuando asume, por su cuenta y riesgo, que no se puede acusar de terrorismo al independentismo. Se lo acaban de recordar los fiscales del Supremo por mayoría. O cuando insta a la Fiscalía a no reabrir las investigaciones por un centenar largo de homenajes a etarras que pueden ser constitutivos de delito.
Está claro que el independentismo como ideología no es terrorismo, ni que ser vasco es un delito, como defiende el fiscal García-Berro. Pero cuando hay disturbios, agresiones graves o violencia armada uno no se puede ir de rositas por llamarse Puigdemont u Otegi. Si aceptamos esto podremos convivir, sí, pero sin salir de la trinchera.