Franco sigue hablando con Sánchez desde el más allá 

Jugar ahora a videntes para decir que los descendientes de aquellos falangistas siguen representando un peligro, no es nada bueno para la convivencia

Se empeña tanto este Gobierno en sacar a Franco a pasear que cualquier día se va a colar el NO-DO en un informativo de TVE y no nos vamos a dar ni cuenta. Esto de recuperar al dictador cada dos por tres para meter miedo puede acabar teniendo el efecto contrario. Muchos jóvenes, los que han nacido después de 1975, empiezan a pensar que ellos también han conocido la dictadura. Si Sánchez dice que los franquistas siguen vivos y que oye sus voces es que están ahí. Les pasa por lo visto lo que a los protagonistas de “Los otros”, la famosa e inquietante película de Alejandro Amenábar. Los muertos no saben que lo están y creen que los vivos les hablan desde el más allá. 

El franquismo está tan muerto como el abuelo del ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Jugar ahora a videntes para decir que los descendientes de aquellos falangistas siguen representando un peligro, no es nada bueno para la convivencia. Claro que igual es lo que buscan. Un decir, si tu abuelo, Jesús Urtasun Sarasíbar, entró a tiros en Guipúzcoa en el 36 con las tropas franquistas y obligó a los míos y a mi madre a huir a Francia, tengo que entender que a ti no te ha quedado otra, quizá para compensar, que hacerte un radical de izquierdas. Y así podrás decirme que si no soy como tú es, como dice Pedro Sánchez, porque el franquismo dejó una herencia imborrable en mi cerebro. 

A Sánchez y sus socios el franquismo les sigue hablando desde el más allá. Y eso es porque en su momento, como fue mi caso, los suyos no les hablaron desde el más acá. Mi padre, por ejemplo, me insistía en que debía estudiar para ser alguien respetable y no tener que ganarme la vida con un uniforme. “En esta dictadura el único uniforme que se puede llevar con dignidad es el de barrendero”, solía repetir. Claro que él no sospechaba que en unos años la cosa iba a cambiar, tanto que cualquier uniforme representaría tanta dignidad como la chaqueta y el pantalón de pana marrón que llevaban por aquel entonces los abnegados trabajadores que barrían las calles de nuestras ciudades. 

Una dictadura actual

No hace falta invocar al pasado para escuchar la voz de una dictadura y sentirnos afortunados por la conquista de nuestras libertades. Con echar un vistazo a un país como Venezuela es suficiente. Nuestra admirada Transición (al menos fuera de España) cobra más sentido que nunca cuando comprobamos cómo el ganador de las elecciones en aquel país, Edmundo González Urrutia, se ha tenido que exiliar y refugiarse entre nosotros para seguir con vida. Y con él millones de venezolanos que se ven obligados a salir del país en un éxodo forzado por un régimen de terror que cuenta con la connivencia de, entre otros, el actual Gobierno de España. 

De poco sirve recordar que Franco sumió a los españoles en un régimen sin brillo ni futuro si damos por buena la oscuridad en la que vive ahora un país hermano. Salvo que lo que se busque sea precisamente eso, ocultar que existe una dictadura de izquierdas real y cercana a base de insistir en la presencia del franquismo en manos de una siempre amenazante ultraderecha. Solo así se entiende que el PSOE, Sumar, Bildu, ERC, BNG y Podemos hayan votado en contra de que el Congreso inste al Tribunal Penal Internacional la detención de Nicolás Maduro por la comisión de crímenes de lesa humanidad. 

Marcha opositora en Venezuela. EFE: Miguel Gutiérrez

Afortunadamente la solicitud contra el dictador venezolano ha sido aprobada con los votos a favor del PP, VOX y UPN, y la incomprensible abstención del PNV y también la de Junts. La Cámara también ha decidido pedir al Gobierno que emita un comunicado público dirigido a Maduro exigiendo el cese inmediato de la represión y la liberación de todos los presos políticos y personas arbitrariamente detenidas; respaldar los informes de Naciones Unidas en los que se recogen las graves violaciones contra los derechos humanos en Venezuela y presentar al Congreso de los Diputados, en el plazo de un mes, un informe sobre las actuaciones realizadas por la embajada de España en Venezuela en defensa de los derechos fundamentales de los ciudadanos españoles víctimas de crímenes de lesa humanidad. 

Tanto empeño del Gobierno en reivindicar los logros democráticos obtenidos contra el dictador que murió en la cama, choca de lleno con la pasividad ante el dictador que sigue vivo y en activo. Por eso los españoles tenemos en 2025 la oportunidad de enseñar a los venezolanos, y de enseñarnos a nosotros mismos, el camino que comenzamos a recorrer hace 50 años y del que nunca nadie debería apartarnos.