El fiasco del Bono Cultural Joven
Los datos deberían haber llevado a una reflexión más madura y menos populista, pero el Gobierno se centró en su catálogo electoral a la caza del voto joven.
El Bono Cultural Joven es tan relevante para los jóvenes españoles que, una vez más, el gobierno amplía el plazo para solicitarlo. El Ministerio de Cultura y Deporte anunciaba recientemente que los beneficiarios disponen ahora hasta finales de octubre para reclamar la ayuda.
El gobierno socialista planteó como uno de sus proyectos estrella este bono de 400 euros destinados a todos los jóvenes de 18 años (nacidos en 2004) para gastar en productos culturales, como conciertos, festivales, exposiciones, museos, bibliotecas, cine, revistas, prensa, libros, discos, videojuegos, etc.
210 millones de euros
Los datos anunciados sin demasiada efusividad por el ministro Iceta en el balance de la primera campaña, a finales del año pasado, resultaban más bien discretos: un cheque destinado a medio millón de personas y con un fondo de 210 millones de euros se concretó en 281.000 solicitudes, es decir menos del 60%, y un gasto real de 3,6 millones, un ridículo 1,7%.
Sin embargo, el Gobierno no tuvo suficiente con la primera edición y anunció la segunda convocatoria del bono para 2023, año electoral en el que los destinatarios disfrutaban, por vez primera vez, del derecho al voto. Pero ya estamos en septiembre y la ayuda la han aprovechado solamente el 35% de los potenciales beneficiarios.
El desequilibrio entre solicitantes de la ayuda y receptores efectivos de la misma es escandaloso y responde a una problemática común de la burocracia hispánica: tras plazos de hasta tres meses de espera para conseguir acceder al bono, muchos jóvenes no han podido gastar ni un céntimo a raíz de las numerosas deficiencias técnicas del operativo.
Para más inri, el bono cultural forma parte del paquete de programas financiados por los fondos Next Generation de la Unión Europea, con el compromiso de mejorar “la resiliencia y la optimización digital de los servicios públicos”. De risa.
Ventas en Wallapop y Milanuncios
El Bono Cultural también nos ofrece una excelente clase de conceptos económicos básicos como el de liquidez o el de sustitutos monetarios. Diversos artículos de medios de comunicación explican cómo algunos jóvenes están vendiendo artículos obtenidos con el bono en plataformas de compraventa de segunda mano como Wallapop o Milanuncios.
“Vendo cajas con todos los episodios de cada temporada de Juego de Tronos. Es prácticamente nuevo y la razón es que me dieron el doble gracias al bono cultural” se lee en un anuncio. “Libros comprados con el bono cultural, consultados una vez, prácticamente como nuevos”. Incluso aún resultar atractivos los bienes que se pueden adquirir con el cheque, ¿qué es preferible: 400 euros en un bono cultural con usos delimitados o 350 euros en billetes obtenidos de la reventa?
Gobernar a golpe de tweet tiene consecuencias: más de 100 millones de euros de los 210 previstos en el Bono Cultural sin ejecutar. Y 0 euros destinados a evaluar el programa, su coste-efectividad o su incidencia distributiva – muy probablemente sea una ayuda regresiva porque los jóvenes de las familias con menos recursos simplemente desconocen la existencia del bono.
Los datos deberían haber llevado a una reflexión más madura y menos populista, pero el Gobierno se centró en su catálogo electoral a la caza del voto joven.