La felicidad no existe y los elefantes no vuelan
El fenómeno Jordan Peterson interesa, porque es uno de los autores más leídos por la juventud
El psicólogo clínico canadiense y profesor de Psicología en la Universidad de Toronto Jordan Peterson es uno de los intelectuales mejor pagados y más conocidos del planeta.
Los honorarios -35.000 dólares por conferencia, 200.000 dólares mensuales recaudados en su consultoría clínica, la retribución obtenida por los anuncios publicitarios de las zapatillas de Nike, los cuatro millones de seguidores en YouTube que pagan su cuota y el porcentaje obtenido de los millones de ejemplares vendidos en más de 50 idiomas- provienen de un trabajo que tiene un mercado en franca expansión.
El conocimiento público internacional es, en gran medida, el producto del escándalo que produjo/sigue produciendo su crítica radical del woke, la izquierda, el feminismo y la política e ideología identitarias. Un conocimiento que aumentó exponencialmente cuando el Colegio de Psicólogos de Canadá le obligó –bajo pena de expulsión aduciendo que sus ideas eran incompatibles con la profesión- a asistir a unos cursillos de reeducación.
El fenómeno Jordan Peterson
Más allá de las provocaciones del personaje, de las giras –ciento sesenta ciudades de una tacada- mundiales, de las controversias con Kamala Harris o de la amistad con Cristiano Ronaldo -amigo y cliente de nuestro psicólogo-, el fenómeno Jordan Peterson interesa, porque es uno de los autores más leídos por la juventud. En concreto, del abanico que va de los 18 años a los 35 años. El quid de la cuestión: Jordan Peterson no sólo es leído, sino que también es seguido. Por decirlo coloquialmente, le hacen caso. Una manera de averiguar por dónde va la cosa.
Volver a la realidad
Jordan Peterson podría ser clasificado como un autor más de esa plaga llamada autoayuda. Esos métodos para mejorar la existencia y llegar a ser feliz. Ese dar sentido a la vida estimulando la imaginación para así aplacar la ansiedad y autoafirmar el Yo. Esa satisfacción sustitutoria que acaba diluyéndose. Una huida de la realidad. Ilusiones. Fantasías. Como en los cuentos de hadas en los cuales –la idea es de Bruno Bettelheim- los elefantes vuelan. Pero, no. Los elefantes no vuelan. Jordan Peterson lo sabe y por eso nos aconseja de otra forma y manera. Autoayuda, sí. Pero, de segunda generación. Vayamos por partes, es decir, por generaciones.
La primera generación de la autoayuda promete la felicidad a bajo precio
La autoayuda de primera generación, de forma implícita o explícita, promete la felicidad, el bienestar interior y exterior, el bien vivir y una comunicación interpersonal –amor y amistad, por ejemplo- de calidad. Todo ello, low cost. Con garantía incluida.
El psicólogo clínico canadiense Jordan Peterson es uno de los intelectuales mejor pagados y más conocidos del planeta
El discurso de esta primera generación se expresa –un resumen de textos de diversos autores sin solución de continuidad- de la siguiente manera: todo lo que necesitas está dentro de ti, hay que indagar dentro de uno mismo y reforzar la autoestima, debes reflejar tu actitud hacia el mundo, percibe cualquier reflejo como positivo, cuando el alma y el propósito se juntan y seguimos un camino con el corazón, ya estamos en curso, lo semejante atrae a lo semejante y cuando tienes un pensamiento estás atrayendo pensamientos semejantes, los sentimientos son magnéticos, si quieres cambiar algo en tu vida debes cambiar de frecuencia y pensamientos porque tus pensamientos actuales están creando tu vida futura.
El discurso de esta primera generación –con frecuencia indescifrable, enigmático o críptico: ahí está precisamente el secreto del éxito-, al prometer una felicidad que no llega, acaba inculpando al sujeto paciente por no haber sido capaz de alcanzar la felicidad, el amor o la amistad. Un sujeto paciente que se convierte en un sujeto infeliz y desdichado. De rebote, quienes –de forma real o ficticia- impiden la felicidad del Otro son asociados al Mal.
Las reglas para vivir de la segunda generación de la autoayuda
En un par de libros de éxito internacional –12 reglas para vivir. Un antídoto al caos y Más allá del orden. 12 nuevas reglas para vivir, editadas en 2018 y 2021 respectivamente-, Jordan Peterson se pregunta y nos pregunta “¿cuál es la diferencia entre estar feliz y estar satisfecho?”, “¿qué cosas mejoran cuando te haces mayor? y “¿qué da más sentido a la vida?”.
El detalle: Jordan Peterson no promete la felicidad. Y, por supuesto, los elefantes no vuelan. Y hace bien, porque en ningún sitio nadie asegura que la felicidad exista y nadie ha visto nunca el vuelo de un elefante. Por otro lado, ¿alguien sabe que es la felicidad? ¿Dónde está escrito que la felicidad exista y esté al alcance del ser humano?
Dejando a un lado las historias, ejemplos y especulaciones sobre el Ser, el autor propone –en uno y otro libro- una larga lista de recomendaciones.
Por ejemplo: fuerza para aguantar, ánimos para embarcarse en el viaje de la vida, no te desesperes, diseña tu recorrido, debes saber adónde vas, soporta el mundo, utiliza la cabeza, ten coraje, ten paciencia, no sientas envidia, diferencia el bien del mal, no te compliques la vida, mantén tu vida en orden, di la verdad, no mientas, escucha a las personas, exprésate con precisión, confía en ti mismo, repara los mecanismos que nos dan estabilidad, no denigres las instituciones sociales, valora los obstáculos y las oportunidades, espabílate, responsabilidad, humildad, endereza tu vida, esfuerzo, proyectos, cuida la familia, muestra gratitud –amistad y cortesía- con los demás.
El Orden y el Caos
Como la felicidad no existe y los elefantes no vuelan, Jordan Peterson apuesta por el Orden con todos sus defectos, es decir, estar “de acuerdo con unas normas sociales asumidas, de tal forma que todo resulta predecible y cooperativo”. O lo que es lo mismo, la gente necesita principios rectores, porque, de lo contrario, se impone el Caos con sus anomalías. Más: necesitamos reglas, patrones y valores, tanto en soledad como en compañía. Y ello es así, porque –guste o no guste- “somos animales de carga y tenemos que aguantar lo que nos ponen encima”. ¿El Orden? Rutina y tradición.
En cualquier caso, el autor nos proviene: cuidado con el exceso de Orden, seguridad y control. Concluye: “Un pie en el orden y el otro en lo desconocido”.
El mundo no es un falansterio
No es una mala noticia que una parte importante de jóvenes sean lectores del psicólogo canadiense. No solo por su cruzada contra lo woke. El mérito de Jordan Peterson: por un lado, haber puesto en evidencia a la primera e inefable –añadan, infantilismo– generación de autoayuda que entiende que el mundo es lo más parecido a un falansterio; por otro lado, haber mostrado el mundo real –proyectos, empeño, trabajo, inteligencia y constancia: los elefantes no vuelan-, a los jóvenes. Parece poco, pero es mucho.