Feijóo se afianza, Sánchez se desgasta
El PP logra quinta mayoría absoluta en Galicia, descartando la posibilidad de un gobierno soberanista. Sánchez apuesta por el BNG, pero el fracaso electoral señala el rechazo a las políticas socialistas
No habrá gobierno soberanista en Galicia. El Partido Popular ha resistido y obtiene de nuevo, es la quinta vez, una mayoría absoluta que le permitirá seguir al frente de la Xunta otros cuatro años más. Los de Núñez Feijóo, en este caso de Alfonso Rueda, han llegado a los 40 escaños, repitiendo la mayoría absoluta que impide, siguiendo el modelo del Gobierno de la nación, una coalición de partidos de marcado carácter rupturista. Pedro Sánchez era consciente del batacazo que le esperaba al Partido Socialista, por eso todo su aparato propagandístico se ha volcado en favor del BNG de Ana Pontón, que ha obtenido 25 escaños, el mejor de su historia.
El presidente del Gobierno ha jugado de una manera casi impúdica la baza de un partido nacionalista e independentista radical antes que la de sus propias siglas. Que el PP no gobernara era su objetivo. Que la suma BNG y PSG diera mayoría absoluta era su única esperanza. Pero ha fracasado y esta derrota traerá consecuencias, aunque desde Moncloa traten de hacer como que no es para tanto. Si el PP no hubiera conseguido revalidar la mayoría absoluta Alberto Núñez Feijóo tendría ahora un serio problema de liderazgo. Pero ha resistido, ha salvado la bola de partido y ha endosado la derrota a su contrincante, que no es otro que Pedro Sánchez y sus políticas, especialmente la que tiene que ver con la ley de amnistía que tendrá que negociar ahora, en medio de un claro desgaste, con los independentistas catalanes de Junts.
Estas elecciones en Galicia transcendían el ámbito estrictamente autonómico y suponían una reválida para los líderes de los principales partidos a nivel nacional. Pedro Sánchez y su “equipo olímpico de opinión sincronizada” tratarán desde ya de restar importancia a lo sucedido. Pero lo cierto es que los gallegos han dado la espalda a los socialistas de una manera incontestable, provocando una caída de escaños (de 14 a 9) que roza el descalabro. Y este resultado, el peor de su historia, tiene una clara lectura: el rechazo de las políticas del Gobierno de Pedro Sánchez y de su socio principal, Sumar.
No es menos elocuente el fracaso que ha cosechado Yolanda Díaz en su propia tierra. Marta Lois, la candidata, se ha quedado colgada del parapente con el que salió a volar la jornada de reflexión y veremos si es capaz de aterrizar y dónde. Será interesante ver cómo analiza Pablo Iglesias el desastre de su íntima enemiga Yolanda Díaz. Recordemos que el de Galapagar pidió el voto en estas elecciones para el BNG a la espera precisamente de lo que ha pasado. La venganza de Podemos puede ser de las que marcan época. Y si la situación de Yolanda Díaz ya es delicada en el seno del Ejecutivo de Pedro Sánchez, a partir de ahora lo será mucho más.
De hecho Sumar parece ya una corriente política dentro del socialismo. Ni los pellets, ni la visita al Papa en el inicio de la campaña electoral, ni la subida del SMI han servido a la de Ferrol para nada. Su debilidad se traslada a la Moncloa en un momento especialmente delicado. Porque tras estas elecciones vienen las vascas, luego las europeas y posiblemente las catalanas. Vox, que también se queda fuera del Parlamento gallego, debe replantearse su papel de cara a consolidar el voto de la derecha como alternativa a Sánchez. Los gallegos parecen haberlo entendido.
Pedro Sánchez se desgasta y su partido con él. El socialismo se ve superado (parece que ha sido su elección) por corrientes nacionalistas independentistas que buscan la inmersión lingüística, el soberanismo y la salida de la Guardia Civil de las comunidades donde gobiernan. Podía haber pasado en Galicia, pero no ha sido así. En el País Vasco la situación será diferente. El soberanismo separatista ganará, bien sea Bildu o el PNV. Y veremos en Cataluña.
El PP de Alberto Núñez Feijóo, cuya figura sale reforzada, no debe, sin embargo, analizar estos resultados como una victoria sin más lecturas. Los nervios de última hora y la amenaza de perder la mayoría absoluta tienen también mucho que ver con la política identitaria del PP a favor de un galleguismo que va a más y que con el tiempo puede hacer que la mayoría de gallegos opte por una corriente más nacionalista y soberanista como es el BNG. La amenaza estará siempre ahí.