Excarcelar a “Txapote” será un signo de normalidad en la lucha contra la ultraderecha 

A este PSOE no le queda más remedio que seguir cediendo vergonzosamente para que sus socios le mantengan en el poder

Con ocasión de las últimas elecciones autonómicas vascas, allá por el pasado abril, dijimos en este mismo espacio que aunque el PNV y Bildu parecían disputarse el triunfo político, los de Arnaldo Otegi no tenían como prioridad gobernar. Más allá de estar  presentes en distintas instituciones forales y controlar decenas de ayuntamientos vascos y navarros, los herederos de ETA siempre han tenido como objetivo número uno la salida de la cárcel de los miembros de la organización terrorista. Ocupar la lehendakaritza será, en todo caso, un episodio que llegará en el futuro, cuando todos los conmilitones de Bildu ya no estén en la trena. 

Por eso cuesta entender que tanto el PP como VOX hayan caído en la engañifa, triquiñuela, artimaña, jugarreta o como quieran llamar, de aprobar la reforma que permitirá que más de cuarenta presos de ETA se beneficien de la rebaja de sus condenas y que incluso algunos, especialmente sanguinarios, salgan directamente a la calle. Es verdad que la reforma venía envuelta en el celofán de una enmienda de Sumar con referencias penales a la UE, pero ni aun así debería haber colado. Hay una vieja jota navarra que el Gobierno de Sánchez ha puesto de actualidad en el Parlamento y que la oposición debería cantar a coro en cada sesión como penitencia: “Como sé que te gusta el arroz con leche, por debajo de la puerta te meto un ladrillo”.  

Estaban advertidos. La Asociación de Víctimas del Terrorismo lo dijo, porque sabe desde hace tiempo que uno de los anhelos de EH-Bildu es la eliminación del cumplimiento íntegro de las penas de los presos etarras. Que puedan salir a la calle con los años de prisión en Francia o en otro país sin arrepentirse ni colaborar con la justicia española en el esclarecimiento de los más de 300 asesinatos aún sin resolver. La AVT se lo dijo a Grande Marlasca hace unos años y el ministro del Interior les dijo a las víctimas que tranquilas, que nada de eso iba a pasar.  

Con lo que no contaban las familias de los asesinados es con un Pedro Sánchez necesitado de los votos de los “txapotes” para seguir en la Moncloa. Al final se hace cierto, pero a la inversa, el doloroso lema de “que te vote Txapote”. Habría que actualizarlo y decir “vota a Txapote”. Porque no sería de extrañar que cuando este sanguinario miembro de ETA salga de la cárcel, en febrero del año que viene, forme parte de los cuadros de EH-Bildu y diseñe su estrategia. Al estilo de Arnaldo Otegi. ¿Dirán también que es un hombre de paz? De este PSOE, que nada tiene que ver con el que conocimos hace años, podemos esperar cualquier cosa. Es más difícil de entender, sin embargo, que tantos votantes sigan respaldando esa política. 

La izquierda de Sumar y todos sus satélites circula averiada desde siempre por el arcén ideológico de todas las corrientes políticas mundiales

A este PSOE no le queda más remedio que seguir cediendo vergonzosamente para que sus socios le mantengan en el poder. Así que nos seguirá helando la sangre a los españoles, especialmente a las madres de los muchos “Pagazas” asesinados por defender la democracia. Dirán, como munición para su achatarrado argumentario político, que la ultraderecha sigue siendo la principal amenaza para nuestra sociedad y, por el contrario, que es un signo de normalidad política que individuos como “Txapote” participen de nuestras instituciones y paseen tranquilamente por la calle. 

Que el PNV y Sumar coincidan en ese discurso no sorprende a nadie. Menos los métodos violentos, los nacionalistas han compartido al 100% el ideario de la izquierda abertzale, y sabe que de no hacerlo perdería una buena masa de votantes en el País Vasco. Esa es su tragedia, ganada a pulso. La izquierda de Sumar y todos sus satélites circula averiada desde siempre por el arcén ideológico de todas las corrientes políticas mundiales. Yolanda Díaz se pone el chaleco reflectante para no ser  atropellada y dice que la norma que va a permitir que los etarras salgan a la calle es una cuestión de “defensa de los derechos humanos fundamentales que la extrema derecha apoyó”. ¡Qué peligro tiene esta gente! 

Lo malo es que casi tanto peligro como estos tienen los que en el PP y Vox miraban a Babia mientras les colaban una norma que pasará a la historia como una de las mayores vergüenzas y afrentas a las víctimas del terrorismo. Alguien pensaba más en la playa que en hacer su trabajo y parece que el desaguisado no tiene vuelta atrás, a pesar de que el PP trata ahora de retrasar la tramitación de la norma en el Senado. Todo esfuerzo será poco. Pero es lo que tienen que hacer, trabajar. Porque se lo deben a todos los que se quedaron por el camino.