Europa, la gran derrotada en Ucrania
El presidente norteamericano ya ha dicho que no va a incorporar a Ucrania a la OTAN ni mandará soldados a esa zona. Si la UE se siente amenazada, que espabile y comience a organizar algo parecido a un ejército común
Donald Trump está dispuesto a cambiar el orden mundial. Entiende que las cosas pueden organizarse de otra manera, mucho más favorable para sus intereses, claro, y para ello va a emplear una combinación que suele resultar bastante eficaz: músculo y capacidad de convicción.
El acuerdo alcanzado entre el presidente norteamericano y Vladímir Putin para negociar el final de la guerra de Ucrania es quizá la muestra más evidente. Si alguien puede “obligar” a las dos partes a dejar de matarse, ese es Trump.
Volodímir Zelenski sabe que no puede defenderse de Rusia sin el apoyo de EE UU, y Putin se da con un canto en los dientes con dejar las cosas como antes del comienzo de la guerra. Para él no es una victoria, pero tampoco una derrota. Y para Ucrania es la paz, aunque no sea una paz justa.
La gran derrotada es, sin duda, Europa, que se escandaliza ahora porque Donald Trump la ignora y la trata como si fuera una adolescente que no sabe lo que quiere.
La UE lleva demasiado tiempo pareciendo más una ONG que una potencia económica que pretende ser, también, el referente de la libertad y la democracia en el mundo. A los europeos no nos gustan las armas ni los ejércitos.
Hablamos de pacifismo cuando, en el fondo, queremos decir antibelicismo. Como si los ucranianos hubieran entrado en guerra por gusto. Y echamos la culpa del gasto destinado a la defensa (en lugar de emplearlo en colegios y hospitales) a la obligatoriedad de tener que permanecer bajo el paraguas del comisario del mundo.
El nuevo orden de Trump
A la UE no le gusta el orden mundial que Trump quiere imponer a partir de ahora. Sabe que en esto el inquilino de la Casa Blanca va en serio. No es el anuncio de la compra de Groenlandia ni el cambio de nombre del golfo de México. El inicio de conversaciones con Putin para poner fin a la guerra de Ucrania supone rehabilitar al dictador ruso y dejarlo a las puertas de Europa tan amenazante como en 2014.
El presidente norteamericano ya ha dicho que no va a incorporar a Ucrania a la OTAN ni mandará soldados a esa zona. Si la UE se siente amenazada, que espabile y comience a organizar algo parecido a un ejército común. Ese es el mensaje de un Donald Trump que se ha cargado de un plumazo la multilateralidad que imperaba hasta ahora en las relaciones internacionales. Europa se echa las manos a la cabeza porque todo ha cambiado de un plumazo y nadie cuenta con ella.
«La UE lleva demasiado tiempo pareciendo más una ONG que una potencia económica que pretende ser, también, el referente de la libertad y la democracia en el mundo»
En Washington lo tienen claro: EE UU va a centrar todas sus fuerzas en la guerra comercial que ha comenzado a librar contra China. No está para perder el tiempo con un puñado de países que no son capaces de defenderse solos ni se ponen de acuerdo siquiera para contener la oleada migratoria que les viene del sur.
Algunos incluso, como es el caso del Gobierno de España, no han ocultado su fobia hacia el presidente norteamericano. Pedro Sánchez, que por razones de su cargo debía haber sido más diplomático, se dejó llevar por la carga ideológica de su partido y de quienes lo apoyan, y pidió públicamente el voto contra Trump en las últimas elecciones de EE UU. Ni socios ni aliados.
EE UU desconfía de España
Somos los últimos de la clase a la hora de contribuir con la OTAN en materia de defensa, así que no sería difícil para EE. UU. dejarnos con el culo al aire si así se lo propone.
Teniendo en cuenta que, para Trump, somos menos de fiar que Marruecos, no es de extrañar que hayan comenzado a escucharse las primeras voces de quienes, preocupados, ven peligrar la presencia de las bases norteamericanas en España ante el temor de que nuestro vecino del sur se las pueda llevar.
«No está para perder el tiempo con un puñado de países que no son capaces de defenderse solos»
Deberíamos tener un poco de memoria y recordar que, si España recuperó el islote de Perejil sin disparar un solo tiro, fue por la intervención de quien fuera secretario de Estado, Colin Powell, y gracias a las buenas relaciones que había entonces entre Washington y Madrid.
No quiero darle más ideas a Donald Trump, que tiene muchas y algunas muy descabelladas. Pero, ¿se imaginan que Marruecos, animado por la nula relación entre España y EE. UU., decide invadir mañana Ceuta y Melilla? ¿Saldría alguien en nuestra defensa? ¿Podríamos esperar alguna reacción de la UE? Y lo que es peor, ¿estaría nuestro Gobierno dispuesto a defender esas plazas o se quedaría todo en una protesta de Albares y la apuesta por resolver el problema por la vía diplomática? Prefiero no imaginarlo.