Europa fabricará armas y Sánchez pondrá el humo
Sánchez, el maestro del equilibrismo político, se encuentra atrapado en su propia coalición Frankenstein
Europa quiere ponerse seria y convencerse a sí misma de que esta vez no le va a temblar el pulso a la hora de invertir en el sector armamentístico. Quiere dejar claro que es algo más que una unión de buenas intenciones enredada en la maquinaria burocrática de las regulaciones. Donald Trump, con sus torpes formas y malas artes, ha cerrado el paraguas de golpe para que entendamos que EE.UU. ya no va a seguir tapándonos y que, si llueve, nos vamos a mojar de verdad.
Con el Fondo Europeo de Defensa (FED) y planes como los 5.000 millones extra para Ucrania, Bruselas quiere que sus países saquen músculo militar. Pero va a resultar complicado que quienes se han especializado durante años en dar abrazos y apretones de manos cambien ahora de manera radical y entiendan que la paz no sale gratis.
Desde 2021, el FED ha gastado unos 2.000 millones de euros en programas para investigación y desarrollo militar, que se han acelerado con la guerra en Ucrania aunque de manera más simbólica que efectiva. El objetivo ahora es invertir 8.000 millones en cuatro años para fortalecer la industria de defensa europea: comprar conjuntamente y producir en casa. Pero luego llegas a España y te encuentras con que invertir en armamento no hace ninguna gracia ni a una parte del Gobierno ni al resto de socios que mantienen a Pedro Sánchez en la Moncloa.
Según el Gobierno, en España tenemos unas 400 empresas en el sector de la Defensa, que dan trabajo a unas 36.000 personas. La construcción de fragatas centra buena parte del sector, que desarrolla a su vez alta tecnología. Pero muchas otras firmas, algunas históricas, han desaparecido o languidecen, porque fabricar armas en nuestro país genera no solo rechazo social, también institucional. Resuenan todavía los ecos del “no a la guerra” de una época que ha marcado en España, especialmente a la izquierda, la forma de entender los problemas del mundo.
«Sánchez puede presumir de condenar a Rusia y apoyar a Ucrania, pero sin músculo industrial, España seguirá siendo el primo simpático que toca la guitarra mientras los demás fabrican armas»
El 80% de los votantes de izquierda, según encuestas recientes, rechazan aumentar el presupuesto en Defensa. Así, mientras Sánchez promete llegar al 2% del PIB en gasto militar para 2029 (unos 20.000 millones más), sus socios le miran como si hubiera propuesto bajar el SMI y las ayudas a parados para comprar drones.
Sánchez, el maestro del equilibrismo político, se encuentra atrapado en su propia coalición Frankenstein. Sus socios de izquierdas y nacionalistas le han dejado más solo que la una frente a la OTAN y Donald Trump, que ya está exigiendo a gritos que Europa pague su parte. ¿Resultado? Al PSOE no le queda otra que tender la mano al PP, esos que en 2022 ya le ofrecieron un pacto de Estado para blindar la defensa con fondos europeos.
Núñez Feijóo, con esa cara de «ya te lo dije», está dispuesto a ayudar, pero no gratis: quiere compromisos por escrito y un plan concreto que saque al sector armamentístico del ostracismo. Porque, seamos sinceros, si Pedro Sánchez quiere que España sea algo más que un proveedor de jamón en la UE y aparentar que su persona es un líder que planta cara de verdad a Donald Trump, necesitará el apoyo del PP.
El sector armamentístico español, cuarto exportador europeo y octavo mundial, tiene potencial, pero está cojo. Empresas como Indra o Navantia se benefician del FED, pero muchas otras han cerrado o se han reconvertido por falta de apoyo. Sánchez puede presumir de condenar a Rusia y apoyar a Ucrania, pero sin músculo industrial, España seguirá siendo el primo simpático que toca la guitarra mientras los demás fabrican armas. O lo que es peor, podríamos decir que la aportación de nuestro Presidente Sánchez será lo que mejor sabe vender, humo.
Así que, entre la presión social, la izquierda pacifista y los nacionalistas que prefieren gastar en consultas y embajaditas, nuestro presidente tendrá que tragarse el orgullo y pedirle al PP que le saque las castañas del fuego. Porque, al final, en este juego de defensa y geoestrategia europea, como dice Borrell, si la UE no está en la mesa es porque será parte del menú. Y Pedro Sánchez, sin el apoyo del PP, sería el postre.