La estrategia de la confusión   

Mientras Aragonés sigue comprometido a favor de impulsar un diálogo abierto con las fuerzas progresistas españolas para lograr sus objetivos, Puigdemont ha dejado la confrontación al ver que no se podía ganar al Estado

Podríamos explicar la evolución del nacionalismo catalán hacia el independentismo a través de su relación y estrategia con el Estado español. En la etapa de Jordi Pujol como presidente de la Generalitat se impulsaron provechosos acuerdos con el Estado para conseguir más competencias en el territorio catalán, bajo el método al que se refería el propio Pujol como “el peix al cove”, sin que el Estado se sintiera incómodo con lo pactado.

Pasqual Maragall dialogó con el Estado intentando lograr una reforma del estatuto de Cataluña que dejara atrás el autonomismo sin romper con España. Pujol buscaba pactar incluso los desacuerdos con el Estado, como explica Josep López de Lerma en su libro Cuando pintábamos algo, mientras que Maragall intentó establecer una  alianza con el PSOE, cuando gobernaba en España Rodríguez Zapatero, para conseguir  un nuevo estatuto de autonomía, que  el Tribunal Constitucional sancionó argumentando que 14 de sus artículos eran inconstitucionales, resultando sin efecto lo que Maragall pretendía.

El periodo de José Montilla se caracterizó  por  restablecer el diálogo institucional con el Estado español, que se había roto parcialmente por culpa de la sentencia del Tribunal Constitucional. Artur Mas, en plena gestión de la crisis económica de 2008 y viendo peligrar la autonomía económica del Gobierno de la Generalitat, planteó el final de la etapa basada en establecer acuerdos con el Estado, poniendo en marcha el “procés” para dejar claro a lo que se exponía si no cumplía lo acordado o si se opusiera a acuerdos como el de establecer en Cataluña un concierto económico, un pacto fiscal similar al del País Vasco.

Durante la presidencia de Carles Puigdemont se elaboró la tesis de que la única forma de dialogar con el Estado era poner en marcha una estrategia de confrontación y tensión. El referéndum ilegal del 1 de octubre fue el momento culminante de la estrategia, logrando desbordar los mecanismos de respuesta del Estado y acercarse a conseguir la independencia de Cataluña.

La confusión se impone a la hora de hacer los acuerdos, a la hora de explicarlos públicamente y, sobre todo, lleva a los ciudadanos a tal desinformación que no saben a qué atenerse

La etapa de Pere Aragonés vuelve a considerar la influencia que debe tener la política catalana en Madrid para mejorar la vida de los catalanes y así  ensanchar la base del independentismo para disponer de una amplísima mayoría social que permita  un nuevo referéndum de autodeterminación acordado con el Estado; y ganarlo.  

Lo relevante de la secuencia histórica antes expuesta es comprobar que, mientras Aragonés sigue comprometido a favor de impulsar un diálogo abierto con las fuerzas progresistas españolas para lograr sus objetivos, Carles Puigdemont ha dejado atrás su estrategia de confrontación al ver que no se podía ganar al Estado español. El abandono de la estrategia de confrontación contra el Estado español, impulsada desde Junts per Catalunya, ha supuesto adoptar la estrategia de la confusión.

MADRID, 17/01/2024.- El secretario general de Junts, Jordi Turull (d) junto a la portavoz del partido en el Congreso, Miriam Nogueras (d) tras su reunión con el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán este miércoles en el Congreso. EFE/ Fernando Villar
El secretario general de Junts, Jordi Turull, junto a la portavoz del partido en el Congreso, Miriam Nogueras. EFE/ Fernando Villar

La estrategia de confusión que pretende impulsar Junts per Catalunya tiene como objetivo llevar al Estado  al máximo de sus contradicciones internas para minar su credibilidad. Los pactos logrados por Junts per Catalunya, como la publicación de las balanzas fiscales, la transferencia de las competencias en inmigración o incluso que se haga oficial la lengua catalana en la Unión Europea  no buscan tanto conseguir  que sean aplicadas, pues son sabedores de la enorme dificultad legal y política para lograrlo, sino llevar al Gobierno español, al Gobierno de la Generalitat y a la opinión pública a la máxima confusión posible.

La confusión favorece a que nadie sepa exactamente lo que se ha acordado exactamente, provoca malos entendidos entre las instituciones y genera encendidos debates en los medios para intentar saber si lo que se ha pactado es real y, sobre todo, si es posible. La confusión entre las partes nace en el mismo momento en el que se negocia, pues nadie sabe exactamente cuál es el objetivo final de la otra parte, al desconfiar los unos de los otros sobre lo que realmente persiguen.

La confusión se impone a la hora de hacer los acuerdos, a la hora de explicarlos públicamente y, sobre todo, lleva a los ciudadanos a tal desinformación que no saben a qué atenerse. La nueva estrategia de Junts per Cataluña es confundir al Gobierno español y a los ciudadanos hasta tal extremo que permita un día pactar lo imposible poniendo en tela de juicio la capacidad del Estado para mantener el orden.