ERC y JxCat, los abrazos del oso
“Las dos formaciones independentistas que, de no ir a investidura, tendrán que volver a medir sus fuerzas en unas elecciones españolas donde, de alguna forma, se juegan las elecciones catalanas”
Existe poco fondo declarativo, pero las relaciones entre los dos partidos independentistas catalanes están en un momento feo. Resquemor profundo. Nadie se fía del otro. La cuestión va en estéreo. Como aquellos LP’s de los Beatles: los vientos por un canal, las cuerdas por el otro. Qué se note.
Las dos formaciones están obligadas, como el resto, a trabajar en dos escenarios: investidura o elecciones. La primera está clara. Es más sencilla porque caduca antes. En este caso, la única, pero fundamental dificultad viene en cómo afrontar las elecciones al Parlament de 2025. Como en este momento a Pere Aragonès no se le pasa por la cabeza convocar elecciones, la estrategia puede ser trazada con tiempo.
Lo de ir a elecciones es más complicado. Como nada está claro, todo es posible. Aquí deberemos ir con sensaciones de boca. Sabores de boca. Los ciudadanos volverán a votar con el sabor de boca de las consecuencias de las elecciones del 23 de julio. Y eso es cambiante y líquido.
Los ciudadanos volverán a votar con el sabor de boca de las consecuencias de las elecciones del 23 de julio
Busquemos refugio en las encuestas que de poco sirven, pero marcan tendencia. Si buscan titulares en los diarios, ya les digo que son contradictorios. Sin embargo, una cosa está muy clara: existen un empate técnico muy claro en el mes de octubre. Si nos fijamos en el mes de septiembre, las cosas han mejorado tímidamente para el PP en tanto por cien. Pero los porcentajes son peligrosos al recoger toda España y no por comunidades.
Si ir a elecciones significa para el PSOE explicar que no podía claudicar ante las exageradas reivindicaciones de Carles Puigdemont, tendrá un buen argumento de cara a sus votantes.
Si para el PP se resume en la evidencia de que su partido ha sido el que ha logrado que Sánchez no se salga de la Constitución, pues también. Ya veremos las estrategias de cada uno.
Pero centrémonos en ERC y JxCat. Supongamos que las negociaciones entre el PSOE y Míriam Nogueras van a una velocidad satisfactoria. Sabemos muy poco, pero imaginemos. Significa, entonces, que la gobernabilidad de España pasa por la formación de Puigdemont. Concluir sobre ello tiene dos vertientes, por supuesto, pero nos quedamos con la que nos interesa, que es la del trabajo de ese partido para lograr la denominada amnistía. ¿Dónde quedaría ERC en esta ecuación?
Significa, entonces, que la gobernabilidad de España pasa por la formación de Puigdemont
La formación que gobierna la Generalitat no puede desaparecer ante cualquier negociación. En política no estar significa comenzar a perder. De ahí, aprovechar la conferencia de presidentes autonómicos en el Senado para ocupar espacio en las portadas del todo Madrid. Y lo logró. Sin embargo, la puesta en escena no salió tan bien en Cataluña, habida cuenta de los centímetros cuadrados de foto en diarios de papel y digitales. Salió, pero sin excesos.
Triunfo en Madrid de ERC, también en mala educación al solo dejar su mensaje y no escuchar al resto de presidentes, y un aprobado ajustado en Barcelona. Pero esta intervención era fundamental para consolidar su voto en el caso de ir a elecciones, y más si el discurso provocaba abucheos e improperios. Sin embargo, fue todo lo contrario. De hecho, el resumen final se fijó en la satisfacción de que la institución catalana volviera a ser interlocutora en las instituciones del Estado.
Así que las cosas están tensas, sin que se note demasiado, entre las dos formaciones independentistas que, de no ir a investidura, tendrán que volver a medir sus fuerzas en unas elecciones españolas donde, de alguna forma, se juegan las posibilidades para las elecciones catalanas de dentro de algo menos de un año y medio. Como en el waterpolo, las patadas bajo el agua.