La entrega de Pamplona
Pedro Sánchez está borrando la memoria histórica de quienes sufrieron el zarpazo del terrorismo
La anexión de Navarra al País Vasco, el viejo sueño del PNV y Bildu, está un paso más cerca de la meta de los nacionalistas porque Pedro Sánchez, desde el gobierno de la Moncloa, les va regalando cotas de poder en agradecimiento a su apoyo en el Congreso de los Diputados.
Si bien es cierto que el grupo de Otegi no tiene tanta prisa para la inclusión del viejo Reyno en la comunidad vasca como la que están demostrando los secesionistas catalanes para celebrar su referéndum de desconexión, su empeño es firme, terco y decidido para que la comunidad autónoma vasca y navarra acaben formando un único ente cuya capital se ubicaría en Pamplona.
Pero todo tiene su tiempo. Y la oportunidad que les va a brindar el gobierno de un presidente tan debilitado en su mayoría parlamentaria la piensan aprovechar al máximo en esta legislatura. De momento, la voluntad de anexionarse al País Vasco no es fruta madura en una Navarra en donde el centro derecha sigue siendo la fuerza política más votada.
A pesar de los intentos de Bildu y Geroa Bai (el PNV de Navarra) por colonizar la zona y euskaldunizarla. Por lo tanto, la utilización de la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución española, que establece un procedimiento para la incorporación de Navarra al País Vasco, tendrá que esperar a que las condiciones sean más propicias.
Una carrera por etapas
Esta es una carrera por etapas en la que los socios nacionalistas de un Pedro Sánchez tan dependiente de sus exigencias piensan dar la vuelta al Estado democrático y sus instituciones de tal manera que llegue un momento en que la España de las autonomías quedará prácticamente deconstruida si nadie es capaz de parar los pies a un gobierno sin principios que se va desautorizando a sí mismo, haciendo lo contrario de lo que promete, negando pactos que ha firmado o dando bandazos con tal de retener el poder de la Moncloa.
De los pactos ocultos entre el PSOE y Bildu ha surgido un reparto del principal poder institucional: el gobierno foral para María Chivite, la alcaldía de Pamplona para Joseba Asirón. La liberación de presos la activarán cuando se aplaquen los ánimos de la próxima ley de amnistía.
Pamplona ha quedado en manos de Bildu no a través de las urnas sino gracias a los socialistas. Unos socialistas que, de la misma forma que han enmendado sentencias judiciales del ‘procés’, han hecho lo propio con los resultados electorales de Pamplona.
Una operación que llegaron a negar en tres ocasiones solemnes (Pedro Sánchez, María Chivite y la ex concejal y actual ministra, Elma Saiz) y que se pergeñó con total opacidad y alevosía. Un pacto cantado, a pesar del empeño de los socialistas, en un principio, para negar la evidencia.
Se trata de ir desalojando al centro derecha del lugar donde les colocaron las urnas. Primero, Navarra donde gobierna el Partido Socialista con la colaboración necesaria de Bildu. Ahora, Pamplona donde el cetro ha cambiado de manos para que gobierne Bildu.
La Euskalherría independiente por la que ETA mató y a la que Bildu aspira
Ninguna sorpresa. Era una de las exigencias recurrentes del grupo de Otegi. Pamplona, la joya de la corona para los herederos de Batasuna que aspiran a seguir extendiendo poder e influencia en su sueño del mapa reunificado con una Navarra asimilada al País Vasco. Esa Euskalherría independiente por la que ETA mató y a la que Bildu aspira.
El PSOE, desde su entrega de Pamplona a Bildu, ha iniciado un camino sin retorno por pura necesidad de poder. Sustituyendo su histórica contundencia contra ETA por la falta de escrúpulos para favorecer gobiernos a quienes no sólo no han condenado el terrorismo de ETA sino que siguen justificando su existencia. Estamos ante el inicio de otro ciclo. Una etapa de imposición nacionalista en Navarra porque Pedro Sánchez les ha extendido la alfombra roja.
La beligerancia con la que el Partido Socialista está tratando a UPN y PP, da que pensar que está preparando un caldo de cultivo para extrapolar el cambio en Pamplona a otros municipios de Navarra. ¿Estella, próxima parada? El pegamento que une a Bildu con Sánchez es compacto. Los socialistas vascos insisten en que el vuelco de Pamplona es una “excepción” que no tiene por qué extenderse en el País Vasco.
Lo veremos cuando hablen las urnas en unos meses. Cuanto más poder e influencia se le da al grupo de Otegi, menos presión recibirán para renegar de su pasado. Seguirán justificando la macabra historia de ETA porque quien nos gobierna ahora no les exige una condena del horror que la banda implantó durante décadas en nuestro país. Sánchez está borrando la memoria histórica de quienes sufrieron el zarpazo del terrorismo.