En el calendario chino, España está en el “Año del Galgo”  

Con este viaje relámpago a China, se percibe al presidente español como "el galgo" que acaba metiéndose en todos los charcos exteriores por salir huyendo de los que tiene en su propia casa

Hay que reconocer que Pedro Sánchez se ha ganado un apodo que cada vez encaja mejor con su personalidad política y por el desempeño que demuestra en cada movimiento: «El galgo de Paiporta». La expresión surgió, como ya sabrán, tras las trágicas inundaciones de Valencia y a raíz de su huida a la carrera cuando la cosa empezó a ponerse fea.

Pero lejos de ser un hecho aislado, parece que esa casta le viene al líder de serie, por pedigrí político, y que se manifiesta con claridad cuando llega a los lugares en crisis prometiendo soluciones, solo para salir corriendo al rato ante la presión, dejando tras de sí un rastro de promesas vacías y descontento.  

Este apodo, lejos de ser un simple meme, encapsula una crítica profunda a su estilo de liderazgo, especialmente en un contexto de crecientes escándalos de corrupción y decisiones políticas cuestionables, como su reciente viaje a China en medio de una tormenta política mundial.

Lo de Paiporta fue para muchos la confirmación de un patrón: aparecer como salvador para huir cuando las cosas se complican. Algo parecido a cuando llegó a presidente tras la moción de censura que defendió el propio José Luis Ábalos para explicar, largamente ovacionado, que su partido, el socialista, tomaba el timón del país para salvarnos de la corrupción.  

Pedro Sánchez se enfrenta ahora a una crisis de credibilidad agravada por múltiples escándalos. La investigación de la UCO sobre el rescate de Air Europa por 475 millones de euros ha puesto en el centro a su esposa, Begoña Gómez. Los mensajes entre Gómez y directivos de Globalia sugieren una estrecha relación en plena negociación del rescate, lo que ha alimentado sospechas de tráfico de influencias.

A esto se suma la particular campaña de José Luis Ábalos empleando “señoritas” para demostrar que “Teruel existe”, unida a la trama Koldo, que involucra comisiones ilegales en contratos de mascarillas durante la pandemia. Las revelaciones sobre Ábalos, con una legión de “sobrinas” colocadas en empresas públicas en las que no trabajaban pero cobraban, a imagen y semejanza del “hermanísimo” de Pedro Sánchez, han aconsejado al presidente una escapadita de galgo, su especialidad. 

En este contexto, su viaje a China ha sido interpretado como otra inoportuna huida. En Pekín se ha reunido, además de con Xi Jinping, con ejecutivos de SAIC Motor, una gigante automotriz china. El momento no podría ser más delicado. España, segundo productor de automóviles en Europa, enfrenta una encrucijada: la Unión Europea ha impuesto aranceles a los coches eléctricos chinos para proteger su industria, pero Sánchez, en un giro sorprendente, abogó por flexibilizar estas medidas.

Pedro Sánchez se enfrenta ahora a una crisis de credibilidad agravada por múltiples escándalos

Esta postura, que rompe con la línea europea, ha generado temores de que España pueda convertirse en una puerta de entrada para vehículos chinos, especialmente tras las restricciones impuestas por Estados Unidos a Pekín. 

La industria automovilística española, que emplea a cientos de miles de personas y representa una parte clave del PIB, podría sufrir un golpe devastador. Marcas como SEAT, Ford y otras compiten en segmentos donde los coches chinos, respaldados por subsidios estatales y precios imbatibles, tienen ventaja. La posibilidad de que SAIC instale una fábrica en España, como se rumorea, no compensaría el riesgo de inundar el mercado con vehículos baratos que desplacen la producción local.  

presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, conversan durante su encuentro. | Pool Moncloa/Fernando Calvo
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, conversan durante su encuentro. | Pool Moncloa/Fernando Calvo

Pedro Sánchez parece ignorar las advertencias de Bruselas para que la UE trabaje en una estrategia unificada para proteger el tejido industrial europeo y tenga una sola voz para afrontar las difíciles relaciones con Donald Trump. Así que una vez más, con este viaje relámpago a China, se percibe al presidente español como «el galgo» que acaba metiéndose en todos los charcos exteriores por salir huyendo de los que tiene en su propia casa.

Mientras los titulares sobre Begoña, Ábalos y Air Europa dominan el debate, su ausencia física y política refuerza la idea de un líder más preocupado por la imagen internacional que por enfrentar las tormentas domésticas.  

Su viaje a China, en lugar de proyectar fortaleza, ha dejado a muchos preguntándose si “el galgo de Paiporta” volverá a salir a la carrera cuando los españoles tengamos que enfrentarnos a las consecuencias de sus decisiones. 

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