El PSC decide que ERC decida
En el PSC confían en el apoyo de Esquerra Republicana para investir a Salvador Illa, mientras que en Junts confían también en el apoyo de Esquerra para repetir elecciones y otorgar otra oportunidad a Carles Puigdemont
Entre la parálisis y la imprevisibilidad, la política catalana no escapa de su degradación. Y, actualmente, es el PSC el principal responsable de esta situación. Desde 2012 Cataluña tiene gobiernos, pero nadie la gobierna. La Generalitat se desentendió de la educación, la sanidad y la seguridad, y se centró en la agitación y la propaganda. El procés fue una revolución promovida por una élite que nada quería cambiar, simplemente deseaba mantenerse en el poder, blindar el statu quo. Tras topar con el Estado de derecho y la decepción de sus seguidores, esta misma élite ha tratado de ir tirando con lo que se conoce como el procesismo, una promesa que ya nadie cree.
El chicle no se podía estirar más. En las pasadas elecciones autonómicas, los catalanes dijimos basta ya. Votamos claramente por el cambio. Por vez primera, el nacionalismo perdía su mayoría parlamentaria. Sin embargo, no perdería su radicalismo retórico. No hubo apaciguamiento entre los insaciables. El prófugo de Waterloo, a pesar de volver a perder las elecciones, se impuso dentro de un dividido bloque separatista.
Y ahora qué, se pregunta todo el mundo. ¿Habrá repetición electoral? En el PSC confían en el apoyo de Esquerra Republicana para investir a Salvador Illa. Y en Junts per Catalunya confían también en el apoyo de Esquerra Republicana para repetir elecciones y otorgar otra oportunidad a Carles Puigdemont. A la cuarta va la vencida, creen los puigdemónicos.
No obstante, confiar en Esquerra Republicana nunca ha sido un signo de inteligencia política. El partido de Oriol Junqueras es lo contrario a la lealtad y la estabilidad. De hecho, ni sus propios candidatos pueden fiarse de este partido de tradición golpista y, si no, que se lo pregunten a Ernest Maragall. El partido republicano está destrozado. Se hunde en las encuestas. Y sus portavoces sólo representan a facciones internas.
Sin embargo, Esquerra tiene la llave de la política catalana. Y esto es así porque los socialistas sólo desean gobernar con ellos. Cataluña está paralizada, porque el PSC sólo quiere gobernar con los enemigos de España. Podría buscar otras alternativas. Pero para Illa el futuro de Pedro Sánchez y sus socios está por encima del respeto a la Constitución y a los españoles. Illa ha decidido que decida Esquerra.
Esta es la lección que el PSC no quiere aprender: Cataluña sólo escapara de la decadencia si la Generalitat escapa del nacionalismo
Así pues, la Generalitat queda en manos de un partido imprevisible y en caída libre. Lo emocional podría superar a lo racional. No es fácil dibujar escenarios. Si en Esquerra vence el odio a Puigdemont, gobernará Illa. Si vence el miedo a Puigdemont, habrá repetición electoral. En el mundo separatista, la minoría dura suele llevarse el gato al agua. Aquí la ética de la responsabilidad ha sido arrasada. Un par de golpes en el pecho silencian cualquier reflexión. Por esta razón, la moderación del nacionalismo es una utopía.
Esta es la lección que el PSC no quiere aprender: Cataluña sólo escapara de la decadencia si la Generalitat escapa del nacionalismo. No es mejor un gobierno de Puigdemont que un gobierno de Illa con Esquerra. El socialista no es un separatista declarado, pero esta dispuesto a declarar lo que sea para alcanzar la presidencia de la Generalitat. En 2012 el PSC ya defendió el “derecho a decidir”. Si Esquerra lo exige, el referéndum volverá a estar en la agenda socialista. Y, terrible paradoja, el separatismo habrá triunfado con un presidente socialista