El problema es del PSOE

Ya no hay duda: detrás de la mema y sentimentaloideretórica de ZP siempre se escondió una enfermizafascinación por la tiranía criminal y el dinero sucio

José Luis Rodríguez Zapatero es el lobista más indigno de Nicolás Maduro. Ya no se puede caer más bajo en política. El expresidente español trabaja a favor de la innoble causa de los jerarcas del tardochavismo y en contra de los demócratas y vencedores de las pasadas elecciones venezolanas. Ayer el corresponsal en Washington del periódico ABC, David Alandete, nos descubría las maniobras del socialista para que Estados Unidos no sancione al tirano y sus secuaces.

Ya no hay duda: detrás de la mema y sentimentaloideretórica de ZP siempre se escondió una enfermizafascinación por la tiranía criminal y el dinero sucio. Al evidente fraude electoral, el régimen chavista suma cientos de presos políticos y crímenes contra la humanidad. Sobre ello, el observador español sigue callando y otorgando. Y es que el narcodictador puede atrincherarse y extender ilimitadamente la represión, porque, en nuestro país, siempre le quedará un tonto útil que le defienda.

La indignidad de Zapatero no debería sorprendernos. Su empalagoso talante siempre fue una hipócrita manera de esconder su voluntad de poder. “Nos interesa que haya tensión”, reconoció el entonces presidente a un periodista amigo, cuando pensaba que nadie más le escuchaba. Durante sus gobiernos, el político de la sonrisa cínica se dedicó a destruir el legado cultural de la Transición española. ¿Cómo no va a avalar ahora la destrucción de cualquier rastro democrático en Venezuela?

Los podemitas, al menos, se inventaron una “democracia real” para justificar su intento de asesinato de la democracia posible.

Pero el problema no es Zapatero. El problema es el PSOE. Felipe González fue la anécdota socialdemócrata en la historia de un partido poco demócrata. La norma son los zapateros y los sanchistas. Pierdan toda esperanza. Los pages gesticulan, pero nunca actúan. El socialista es un partido siempre dispuesto a alimentar la discordia entre los españoles si ésta sirve para mantenerse en el poder. Ayer fue el Estatut; hoy es el concierto. El pacto del Tinell se repetirá tantas veces como lo necesiten.

Falta de principios

Zapatero defiende la dictadura en Venezuela, porque Sánchez no defiende la democracia en España. Si aquí no defienden la igualdad entre los ciudadanos, menos la van a defender al otro lado del Atlántico. Ni socialistas, ni demócratas. Son ambiciosos y avariciosos. La poltrona, piensan, justifica cualquier medio. La falta de principios siempre ha conducido a la idolatría del poder.

Defienden a los tiranos en América y se apoyan en los sediciosos en España. El cesarismo socialista ha cruzado el Rubicón y presenta batalla contra la democracia liberal. Los podemitas, al menos, se inventaron una “democracia real” para justificar su intento de asesinato de la democracia posible. El PSOE ya ni eso. A estas alturas, van sin máscaras. Sacrifican la igualdad, con los puñales de la amnistía y el concierto, y todos a callar.

En la España sanchista, la verdad es fascista. Y la mentira es un deber. ¿No hay ningún rebelde en la izquierda española? ¿Todos en el PSOE han renunciado al derecho a no mentir? ¿Nadie en ese partido se atreverá a exclamar“yo no”? Pierdan toda esperanza. No es el apoyo de Zapatero a Maduro. No son las cesiones de Sánchez al separatismo. El problema es el PSOE, un partido desleal a la democracia, un partido que ama más el poder que a su país.