El pacto de pandillaje

“Los pactos de pandillaje fomentan las puñaladas de traición. Nunca hubo cómplices menos de fiar que estos. Y es que el “no es no” de Sánchez al PP supuso un error estratégico del socialismo. Se han subido al Falcon, pero el combustible lo suministra una coalición de radicalismos”

La minoría autodenominada progresista depende y dependerá del prófugo y reaccionario Carles Puigdemont. Los separatistas trabajan para que Cataluña vuelva a un pasado que nunca existió, y Pedro Sánchez usará a estos tochos para construir el prometido muro entre españoles. La democracia se va diluyendo un poco más con cada decreto sanchista. El Estado va creciendo a costa de la sociedad española, pero desaparece en Cataluña y desampara a los constitucionalistas. 

El esperpento visto esta semana en el Congreso de los Diputados es la enésima prueba de que el procés catalán ha mutado en proceso español. El separatismo perdió el primero, pero está arrasando, gracias a la inmoral ambición de Sánchez, en el segundo. La negociación para la convalidación de los primeros decretos de la legislatura ha supuesto una gran victoria de Puigdemont en el fondo –blindaje de la amnistía, delegación integral de las competencias de inmigración, presión a las empresas- y en la forma –extorsión, caos y humillación-. Puro progresismo. 

El pacto de pandillaje entre el PSOE y la miríada de populismos sitúa a España en una inacabable agonía. Lo único estable está siendo la inestabilidad. La capacidad de chantaje del fugado se va a notar semana tras semana. La facción sediciosa está exultante. Tiene el poder. Es la quinta fuerza electoral en Cataluña, pero Sánchez le ha regalado el futuro de los españoles. El referéndum está cada día más cerca, porque no hay concesión inasumible para aquel que carece de principios. 

Es la quinta fuerza electoral en Cataluña, pero Sánchez le ha regalado el futuro de los españoles

No nos engañemos. Las del PSOE son concesiones al separatismo, no a los catalanes. El chantaje puigdemontista en nada beneficia a Cataluña. La inseguridad jurídica aumentará. Los problemas se agravarán, porque se insiste en el error. El acuerdo para reformar la Ley de Sociedades de Capital es un claro ejemplo. Veremos cómo se materializa, pero, de momento, la música suena fatal, con estridencias profundamente antiliberales. Multar a las empresas que no regresen a Cataluña solo conseguirá que no pocas se lleven también sus centros operativos a otras comunidades españolas. 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, durante la votación en el pleno del Congreso, reunido excepcionalmente en el Senado, que debate la convalidación de tres decretos del Gobierno con medidas para amortiguar la crisis. EFE/Rodrigo Jimenez

Las ocurrencias propagandísticas han convertido a la antigua Convergència en un partido business unfriendly, en todo un Junts contra Catalunya. Miles de empresas trasladaron su sede social por culpa del procés, y no volverán mientras el nacionalismo mantenga la promesa de reincidir y la Generalitat siga siendo la burocracia más cara de España. Las empresas huyeron de la inseguridad jurídica y encontraron la razonabilidad fiscal en Madrid, Andalucía o Valencia. Más procés no revertirá nada. 

Las empresas huyeron de la inseguridad jurídica y encontraron la razonabilidad fiscal en Madrid, Andalucía o Valencia

Ya me perdonarán el spoiler, pero esta historia acabará mal. Los pactos de pandillaje fomentan las puñaladas de traición. Nunca hubo cómplices menos de fiar que estos.  Y es que el “no es no” de Sánchez al Partido Popular supuso un error estratégico del socialismo. Se han subido al Falcon, pero el combustible lo suministra una coalición de radicalismos que, además, compiten electoral e ideológicamente entre ellos. La estridencia y el desgobierno irán de la mano. Las sobreactuaciones nacionalistas parecerán infantiles, pero no son inocuas; se está malcriando a niñatos de reformatorio. Cuando lleguen las frustraciones y la realidad se imponga, los puñales entre socios volarán, pero será España, una vez más, la que se desangrará.