El mejor gráfico de 2020
El año 2020 ha sido trágico, sin duda, pero incluso de lo malo se pueden sacar cosas positivas y el descubrimiento de esta y futuras vacunas es una de ellas
La aprobación de la vacuna de Pfizer contra la Covid, cuya distribución acaba de activarse en medio mundo, se ha llevado a cabo en menos de un año, lo cual constituye un récord. Y lo mejor de todo es que son varias las vacunas que competirán entre sí para vencer la pandemia.
Hasta ahora, lo mínimo que se había tardado en autorizar una vacuna desde el descubrimiento e identificación del patógeno causante de una enfermedad eran diez años y sucedió en 1963 con el sarampión.
Otras enfermedades, por desgracia, como la malaria, cuyo parásito fue descubierto en 1880, siguen careciendo de una solución efectiva, provocando más de medio millón de muertes al año.
En la actualidad, la medicina cuenta con al menos 28 vacunas efectivas contra enfermedades que resultaban mortales hasta hace relativamente poco. La primera vacuna fue la de la viruela y se descubrió a finales del siglo XVIII.
Desde entonces, los avances en este campo han sido significativos y crecientes, puesto que la vacunación ha logrado erradicar enfermedades tales como la difteria, el tétanos, la tos ferina, el sarampión, las paperas o la rubéola en buena parte del globo.
Gracias a su extensión, las vacunas salvan de dos a tres millones de vidas cada año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Tan solo el sarampión causaba cerca de 2,6 millones de fallecimientos al año antes de 1963. Hoy, sin embargo, el 86% de la población mundial está inmunizado, reduciendo el número de víctimas mortales a menos 100.000.
La tos ferina o el tétanos, por su parte, golpeaban especialmente a los más pequeños y, gracias a las vacunas, la tasa de mortalidad infantil también ha caído en picado en las últimas décadas.
Además, la vacuna del coronavirus podría marcar un antes y un después en la prevención y curación de otras muchas enfermedades, puesto que la nueva técnica utilizada contra la pandemia, la del ARN mensajero, parece ser la futura solución contra numerosas enfermedades infecciosas, desde el sida y la gripe estacional hasta los herpes.
Y, por si fuera poco, estas vacunas son más fáciles y rápidas de fabricar. El estudio con moléculas ARN no es nuevo, pero el estallido de esta crisis ha acelerado de forma abrupta e inesperada su desarrollo y aprobación en humanos, abriendo así un extenso abanico de nuevas oportunidades para la investigación médica.
Y lo más curioso es que la solución a este problema proviene, una vez más, del denostado capital privado. Han sido farmacéuticas privadas, no los estados, las que han conseguido producir no una, sino varias vacunas contra el coronavirus y ha sido la financiación privada, no la pública, la que, mayoritariamente, propició su desarrollo.
El año 2020 ha sido trágico, sin duda, pero incluso de lo malo se pueden sacar cosas positivas y el descubrimiento de esta y futuras vacunas es una de ellas.