El Govern Illa cada vez más cerca

Un detención sorpresiva unos días antes de una proclamación de nuevo president sería un mal arranque en una legislatura que necesitará de mucha templanza

Lo que siguen esta serie de artículos saben que analizamos situaciones y no informamos de declaraciones. Las frases políticas con autoría pasan una mala época. Los dirigentes en general están supeditados al argumentario diario pasado en grupo por WhatsApp y se ciñe a él.

Estaría bien que se auto buscaran en Google y descubrieran las incongruencias que se pueden llegar a decir sólo en un mes. Y si este tiempo es fronterizo con unas elecciones, el desastre argumental es de estruendo.

El líder del PSC, Salvador Illa. Foto: Lorena Sopêna / Europa Press

Con todo ello quiero decir que en esta serie de artículos nos negamos a hacer seguidismo declarativo. Escuchamos, analizamos y escribimos. El lector en ocasiones debe estar desconcertado. Como se puede pasar de una lista única como respuesta a los resultados de la últimas catalanas el pasado 12 de mayo, a una segura vuelta de Puigdemont para provocar su detención o el impulso a unas nuevas elecciones catalanas por la inviabilidad a formar Govern.

Llegamos a final de julio con algunas previsiones más claras. Todo apunta a que sobre el 9 de agosto, viernes, ya habrá gobierno catalán. ¿Se puede torcer todo? Por supuesto. Como ya hemos explicado en alguna ocasión la Cataluña política nunca había sido tan líquida. Casi gaseosa. Pero las cábalas que se hacen se dirigen hacia esos días.

La militancia de ERC tiene todavía que hablar. Algunos podrán decir que no se atreverán a hacer president a un militante de un partido del 155. Y es cierto. Las manos de Esquerra dudan ante esa posibilidad. Pero durante los últimos meses ha crecido un fantasma todavía peor y se llama Carles Puigdemont.

El sentir muy generalizado es que, desde su marcha del gobierno de la Generalitat, los de Puigdemont sólo han ninguneado el trabajo y el esfuerzo realizado por Esquerra, primero para los indultos, y después para negociar una ley de amnistía. Y tanto en un caso como en el otro, ha sido JxCat quien ha intentado sacar provecho, sobre todo acusando a los de Pere Aragonés de pactar con el enemigo.

«Algunos podrán decir que no se atreverán a hacer president a un militante de un partido del 155»

No es esta la única razón. De no formarse Govern, se verían obligados a ir elecciones. En este caso ERC se presentaría en medio de un congreso extraordinario, con el partido abierto en dos y sin líder claro. Un desastre.

Dentro de Esquerra, algunos no contaban con una vuelta tan rápida de Marta Rovira. Eso resituó la idea de con quién negociar. Ella está dando las entrevistas, está viajando a las agrupaciones, y está reuniéndose con la interlocutora de Salvador Illa, que es Lluïsa Moret, alcaldesa de Sant Boi y presidenta de la Diputació de Barcelona.

Consorcio Tributario

El punto crucial en este momento es la financiación. Sobre la mesa está el conocido como Consorcio Tributario que se refleja en el Estatut y que superó el limado del Tribunal Constitucional. Ese organismo es la clave, además de los 15.000 millones de condonación de la deuda, y de impulsar la empresa mixta de gestión de Rodalies que, de entrar en funcionamiento, de entrada, estaría controlado por el futuro gobierno de Illa.

Estas son las cuestiones pragmáticas. Después están las emocionales. ¿Qué ocurriría si a Puigdemont se le ocurriera volver en un momento inoportuno y fuera detenido? La importancia de su retorno pasa por su detención o no. El resto distorsiona la cuestión.

Reitero que el perfil del personaje no pasa por acabar ni una hora en un calabozo. Ni tan siquiera en el traslado de una furgoneta policial de la Guardia Civil. Los últimas semanas ha reiterado que volverá para una investidura. Los días se acaban. Desconozco si una probabilidad como esa esté, o no, pactada, pero no me extrañaría.

Recta final

Un detención sorpresiva unos días antes de una proclamación de nuevo president sería un mal arranque en una legislatura que necesitará de mucha templanza. Claro que también sería una prueba para el independentismo agitador.

Al acto de este finde de semana en Amélie-les-Bains-Palalda, muy cerca de la frontera española, Puigdemont solo llegó a inscribir a unas 1.500 personas, unas 2.500 según los convocantes. Así que habría que volverse a hacer la pregunta. ¿Cuántos independentistas de Junts estarían dispuestos a manifestarse en contra de esa detención la última semana de julio? Las emociones también se desgastan.

Así que estamos ante la recta final de algo. ¿En qué se trasformará ese algo? Eso para la temporada 69 de la serie del procés, capítulo 1714.