Eduardo Mendoza tiene la solución para Cataluña
La imposibilidad de que la magia borre ipso facto los delitos cometidos por los líderes separatistas también es motivo de enfado.
Eduardo Mendoza, autor de libros que para mí son sublimes como “La Ciudad de los prodigios” o “El Rey recibe” ha sido reconocido, justamente, con el premio Princesa de Asturias de las letras. Fiel a su carácter, al ser conocedor del premio, dijo que “quiero para Cataluña concordia, vino, toros, fútbol y felicidad”. Algún mal pensado diría que Mendoza quiere que Cataluña se convierta en Madrid o Málaga.
En el Bután suprimieron el PIB y crearon un nuevo indicador, la Felicidad Nacional Bruta. Me parece una idea genial, los catalanes debería seguir los pasos del reino himalayo, pero a pesar de los esfuerzos del gran Mendoza eso no sucederá en Cataluña.
La catalana es una sociedad de gente, en gran medida, enfadada que como le sucedía en Asterix en Hispania a Pepe, el hijo de Sopalajo de Arrierez y Torrezno: cuando no nos dan no lo queremos, aunque no tenga sentido alguno lo que pedimos, dejamos de respirar para llamar la atención para al fin siempre acabar cediendo.
Los toros que pide Mendoza en Cataluña están prohibidos, el fútbol secuestrado por el laportismo culé, una especie de horterada de nuevo rico con ínfulas que degrada todo lo que toca, el vino restringido por horarios estrictos en la hostelería resultado del loby realizado por vecinos amargados y calvinistas de lo woke y la concordia no es posible porque los independentistas, que le dicen al PSC lo que tiene que decir y pensar, no están dispuestos a admitir que haya alguien que no transija con todo lo que ellos piden.
Lamento decir que los deseos de Mendoza son una ensoñación imposible. De hecho, la generación de falsas expectativas a las que se aspira sin realizar esfuerzo alguno para lograrlas es siempre motivo de infelicidad y en eso los catalanes nacionalistas son expertos.
La nueva moda de las consultas ciudadanas impulsadas por el gobierno central, primero sobre la OPA sobre el Sabadell y luego sobre la financiación singular, serán nuevos motivos de desdicha. La imposibilidad de que la magia borre ipso facto los delitos cometidos por los líderes separatistas también es motivo de enfado.
No todo el mundo está al borde de la depresión en Cataluña. A algunos Mendoza, su sarcasmo y su visión alternativa nos parece inspirador, o ¿No lo es que el motivo de felicidad, casi único, de la facción social de Cataluña que se siente triste por ser española sea que su equipo de fútbol gane la Copa del Rey de España?
El próximo 6 de junio Barcelona no será la capital de una república separada de España, sino la capital política del Imperio austro húngaro en el que se ha convertido nuestro país con la celebración de la cumbre de presidentes autonómicos citados por Sánchez para hablar de vivienda e inmigración cuando ellos en realidad de lo que quieren hablar es de dinero.
En Cataluña casi todo el mundo cree que falta vivienda y sobran inmigrantes, así que la cumbre será otro motivo de frustración. Entre los 17 presidentes, una destacará por encima de las demás. En el triste y enfadado mundo nacionalista, el principal objetivo de ira es Díaz Ayuso. ¿Pisará las calles de Barcelona la presidenta madrileña? Cuando viene a Cataluña sale siempre bien parada y si eso vuelve a suceder será otro motivo de infelicidad para esa Cataluña a la que Mendoza le ha recetado lo mejor que le podía aconsejar: vino, toros, fútbol y concordia. Lo contrario de todo lo que tenemos hoy.