Ecopostureo: un cuento de Adas
El Plan Clima es más un ejercicio de marketing político, al estilo del Pla Endreça, que un proyecto realista
El ayuntamiento de Barcelona acaba de presentar un Pla Clima que promete ser la solución definitiva al cambio climático. Neutralidad climática para 2030, áreas verdes idílicas, movilidad impecable… Suena casi como un cuento de hadas, ¿verdad?
Pero, como suele ocurrir, entre los grandes titulares y la realidad hay un abismo del nivel de la fosa de las Marianas. No, no es un cuento de hadas, en realidad es un cuento de Adas, de los sucesores de Ada Colau.
Una vez más la izquierda se apropia de loables objetivos para tergiversarlos con retórica propagandística y medidas ideológicas con efectos no deseados. No sería la primera vez que, amparándose en vocablos altisonantes, acaban provocando lo contrario de lo anunciado.
Vayamos por partes. Respecto a la movilidad, sector clave para reducir emisiones contaminantes, la gran apuesta de Jaume Collboni es el seguir con los despropósitos de Colau y la conexión del tranvía por la avenida Diagonal, una inversión multimillonaria que bien podría haberse destinado a alternativas más eficientes como, por ejemplo, a una red de autobuses eléctricos que cubriera toda la ciudad.
Esta habría tenido un efecto más directo y significativo en la reducción de emisiones y la mejora de la calidad del aire, pero, claro, el tranvía luce mucho mejor en las fotografías.
Mientras en el resto de las ciudades trabajan para soterrar las vías del tren, en Barcelona impondrán vías encima de una de las principales vías de la ciudad, partiéndola y provocando más retenciones de coches y, por tanto, más contaminación.
También la rehabilitación de edificios es fundamental para la descarbonización. No obstante, las regulaciones de la izquierda, como la reserva del 30%, no sólo están imposibilitando la construcción de obra nueva en la ciudad, también dificultan las reformas que permitirían mayores ahorros energéticos.
«Barcelona es cada día más y más cara, pero también más y más decadente al no facilitar la renovación»
Barcelona es cada día más y más cara, pero también más y más decadente al no facilitar la renovación. Y todo apunta a que, con los pactos entre el PSC y las diferentes izquierdas radicales, todo irá a peor. Aumentará la inseguridad jurídica y se ahuyentarán las inversiones necesarias.
Por otra parte, con el Pla Clima se anuncia un aumento de 160 hectáreas de áreas verdes. Suena estupendo, pero ¿qué ocurre con los grandes pulmones verdes de la ciudad como la montaña de Montjuïc?
Desconexión, vegetación descontrolada, asentamientos ilegales. Montjuïc debería ser un ejemplo de sostenibilidad y, sin embargo, se ha convertido en un espacio abandonado por el gobierno municipal. Tal vez antes de soñar con nuevos espacios verdes se deberían cuidar mejor los que ya tenemos.
En movilidad, prometen la expansión de los carriles bici, pero antes deberían aprender a dimensionar y detectar las zonas donde realmente éstos tienen sentido. Tenemos ejemplos escandalosos como el de Vía Augusta: nadie lo usa, su coste es elevado y genera un impacto negativo en la movilidad al entorpecer una de las principales vías de acceso a la ciudad.
Además, hay soluciones más sencillas y eficientes, como aprovechar carriles de 30 km/h o adaptar tramos ya existentes. No obstante, aquí, una vez más, importa más el postureo que la eficiencia. Si quieren una movilidad sostenible y una reducción del coche, deberían mejorar los incentivos para el uso del transporte público y no disparar su precio el próximo año.
Y ahora el gran elefante en la sala: el coste. Como se preguntaría Josep Pla contemplando los rascacielos de Manhattan: “Escolti, i tot això, qui ho paga?”. Hablan de casi 1.800 millones, pero podrían ser muchos más. Un esfuerzo económico considerable que no sabemos cómo se financiará sin afectar al bolsillo de los ciudadanos ni aumentar la burocracia.
Tampoco sabemos cómo se implementarán medidas efectivas en los barrios más vulnerables o cómo se compensará a los sectores económicos que puedan verse perjudicados por estas iniciativas.
Así pues, este Plan Clima es más un ejercicio de marketing político -al estilo del Pla Endreça– que un proyecto realista. Es muy muy PSC. Quizás el verdadero reto no sea el cambio climático, sino un cambio político: que este gobierno municipal aprenda a gestionar de manera responsable. La ciudad y sus ciudadanos merecen soluciones reales y efectivas, no solo promesas grandilocuentes.
«El cambio climático existe y la respuesta no puede ser ni la negación del problema ni su uso a favor de una agenda política que, con forma de proclamas histéricas, no lo combate en el fondo»
Y, por cierto, señalar las deficiencias de este plan no significa negar el cambio climático -como arguye falazmente el gobierno municipal- ni ser contrario a las reformas, es simplemente defender un mejor uso del dinero público para tener un impacto real en la lucha contra la contaminación.
Esta necesita más tecnología y menos ideología. Por lo tanto, no puede ir de la mano de esa apología colauista del decrecimiento que esconde un ataque a la economía del mercado y, en consecuencia, una defensa de la dependencia del poder político.
El cambio climático existe y la respuesta no puede ser ni la negación del problema ni su uso a favor de una agenda política que, con forma de proclamas histéricas, no lo combate en el fondo. Lo dicho: más tecnología y menos ideología. Más realismo y menos cuentos de Adas.