¿Una EBAU única para toda España? Mejor una para cada universidad
El Partido Popular ha propuesta una EBAU común para las comunidades en las que gobierna
La semana pasada el presidente del Partido Popular (PP) y líder de la oposición Alberto Núñez-Feijóo reabrió el debate sobre las pruebas de acceso a la universidad, y anunciaba que las once comunidades en las que gobierna el PP van a celebrar pruebas “con contenidos, criterios de corrección y fecha de celebración comunes”.
Así lo ha anunció en un coloquio sobre educación celebrado en León, en el que el líder popular también ha emplazado al Gobierno a aplicar esta propuesta en el resto de España.
La formación esgrime que sería más justo que todos los que aspiran a la educación universitaria pasasen una misma barrera, evitando así supuestos desequilibrios entre las Comunidades Autónomas. “Nuestro compromiso es que la Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU) sea un sistema común en todas las comunidades autónomas del PP en el curso 2025” anunciaba el líder conservador.
Horas después del anuncio, la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) le recordaba que una EBAU única es “imposible” porque en España no existe un Bachillerato único. El actual Ministerio de Educación tanteó a las comunidades durante la elaboración de la nueva ley educativa – la LOMLOE – para implantar un modelo similar, pero al encontrar la oposición de diversas autonomías, prefirió descartar la idea.
Las comunidades autónomas son responsables de entre el 40% y el 60% de los contenidos
Con las competencias educativas transferidas, las comunidades autónomas son responsables de entre el 40% y el 60% (varía un poco si tienen lengua oficial o no) de los contenidos, lo que antoja difícil hacer una prueba igual a todo el alumnado que incluya todo lo que se estudia. Unificar contenidos atentaría contra el reparto competencial, como recordó el Tribunal Constitucional hace unos años.
Pero independientemente de la viabilidad de la propuesta, convendría repensar si un único sistema de evaluación para el acceso a la universidad es el modelo más idóneo desde el punto de vista educativo. O incluso repensar la necesidad de celebrar una única EBAU para todas las universidades públicas de una misma comunidad, como ocurre en la actualidad. De hecho, países europeos como Países Bajos, Alemania o Suecia ni siquiera cuentan con un examen estatal obligatorio de acceso a la universidad.
Cómo se estructura el sistema de evaluación de acceso a la universidad
El sistema de evaluación de acceso a la universidad en España se estructura a partir de notas de corte, ponderaciones y coeficientes, pero deja poco espacio a la orientación, al contraste entre la oferta formativa y los intereses personales del alumno, o a la demanda de estos grados en el mercado laboral. De media, un tercio de los alumnos que logran entrar en la universidad la abandonan tras el primer o segundo año, lo que le cuesta al contribuyente varios cientos de millones de euros cada año.
En general, tanto la izquierda como la derecha española históricamente han sufrido cierta aversión a la idea de competencia. Las universidades españolas hoy compiten poco, tanto en modelo de formación (presencial, a distancia o formatos mixtos), como en modelo de financiación (contribuciones de los estudiantes, endowments privados, colaboraciones con empresas o sectores empresariales), así como en la duración y variedad de la oferta de las titulaciones ofrecidas, en el nivel del profesorado o en aspectos más cualitativos como las prácticas laborales o la bolsa de trabajo.
De la misma forma, las universidades tampoco compiten en el proceso de admisión de sus estudiantes, en su estructura, selectividad o metodología. No existen, en el sistema público español, universidades de élite más selectivas; la diferenciación horizontal se produce sobre todo al nivel del grado universitario: carreras con alta demanda y poca oferta como Medicina y Matemáticas son muy selectivas en la admisión de su alumnado.
Ley Orgánica del Sistema Universitario
La Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) permite, sobre el papel, que cada universidad determine su política de admisión a las enseñanzas universitarias oficiales de Grado, con ciertos límites como usar al menos en un 60% la nota del Bachillerato. Sin embargo, esto no sucede a la práctica y son las comunidades autónomas las responsables de programar la oferta de plazas en las universidades, que determinan las notas de corte.
Las universidades internacionales más prestigiosas, públicas o privadas, ya combinan los datos y niveles académicos exigidos con entrevistas personales a los candidatos, que permiten conocer al candidato y al mismo tiempo asegurar que éste conoce la propuesta formativa de la universidad. Se incorpora en el proceso de admisión a un advisor o un career counselor (es decir un profesional de la orientación) que pueda explicar bien en detalle lo que ofrece la universidad y conocer también en persona el grado de interés del alumno por los estudios. Este proceso se tiene en cuenta, junto con el expediente académico y las pruebas de acceso, para valorar a cada candidato.
El problema del sistema universitario español no reside tanto en las pruebas de acceso sino en la falta de autonomía, flexibilidad, competencia y rendición de cuentas, reformas que han seguido la mayoría de los sistemas universitarios más avanzados y que mejor han evolucionado y mejores resultados presentan. Sin embargo, dotar de mayor autonomía a las propias universidades para programar su propia oferta de plazas y organizar su política de admisión contribuiría, presumiblemente, a un mejor emparejamiento entre el centro y el estudiante. ¿Una EBAU única para toda España? Mejor una para cada universidad.