Dos años de la invasión de Ucrania: negociación o represalias

La coalición occidental no está ganando la guerra económica contra Rusia. Promover una negociación para el cese de la guerra en Ucrania no es un despropósito.

Vladímir Putin pensó que su invasión de Ucrania el 22 de febrero de 2022 sería un éxito militar rápido. No calculaba con la valentía y sofisticación de la defensa ucraniana.

A nivel internacional, EE. UU. lideró la creación de una coalición que ha impuesto sucesivas rondas de sanciones muy punitivas sobre Rusia. Congeló sus activos, fondos soberanos y reservas del Banco Central ruso, de 300.000 millones de euros. Prohíbe la inversión y comercio en muchos sectores de su economía.

Las sanciones pretenden que Putin no tenga acceso a divisas. La alianza occidental está formada por EE UU, la UE, Reino Unido, Canadá, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Taiwán y Suiza. Su PIB conjunto es de 58,5 billones de dólares. Es casi tres veces mayor del PIB combinado de Rusia (2 billones) y su aliado China (17,9 billones). Doce de las primeras veinte economías mundiales por tamaño de PIB forman parte de la coalición occidental.

Las crecientes relaciones económicas de las grandes potencias emergentes con Rusia financian el coste de la guerra de Putin contra Ucrania

Las sanciones afectaron inicialmente a Rusia. Se desplomó el rublo en las semanas posteriores al inicio de la guerra. En 2022 el PIB de Rusia disminuyó un 2,1% después de un avance del 4,7% en 2021.

Pero en 2023 el PIB creció un 3,6%. Parte de la expansión se debe al mayor gasto militar y las ayudas que el Gobierno de Putin concede para lograr una abultada victoria en las elecciones presidenciales de marzo. Pero el relativamente buen desempeño de la economía rusa tiene una explicación básica: los sustanciales aumentos de intercambios comerciales y de inversiones de las grandes potencias emergentes con Rusia.

En 2023 el comercio bilateral China-Rusia alcanzó un récord de 240.000 millones de dólares, un alza interanual del 26%. Las exportaciones chinas a Rusia ascendieron un 46% respecto a 2022 y 64% respecto a 2021. En sectores como productos de electrónica, químicos, máquinas, vehículos, textiles y móviles las ventas chinas sustituyeron a las de la UE.

El año pasado Rusia suministró petróleo crudo, petróleo refinado y carbón a China por valor de 190.000 millones de dólares. La exportación de petróleo crudo creció un 24% en 2023, situándose en 107 millones de toneladas métricas. En 2023 Rusia desplazó a Arabia Saudita como primer proveedor de crudo de China, suministrándole el 19% del total.

China se ha transformado en el primer socio comercial y principal comprador de energía de Rusia, adquiriendo un 50% de sus exportaciones energéticas en 2023. Ambas potencias asimismo han potenciado el uso del yuan en sus intercambios.

Soldados del ejército ruso, a bordo de un vehículo blindado de transporte de personal BTR-80. EFE/ Stringer

Las otras grandes economías emergentes también han acudido al rescate de Putin. La devaluación del rublo y los descuentos ofrecidos por el Kremlin en las ventas de hidrocarburos han facilitado a Moscú sortear las sanciones occidentales.

El comercio bilateral Rusia-India se dobló en 2023, alcanzando 50.000 millones de dólares. En dos años las exportaciones de crudo rusas a la India han pasado de su inexistencia a constituir el 40% del total. En reuniones bilaterales, el liderazgo ruso e indio ha anunciado una intensificación de sus relaciones económicas, con la construcción de un corredor de transporte y más vuelos para el turismo bilateral. El viceprimer ministro ruso Alexander Novak afirmó que en 2023 China e India absorbieron el 90% de las ventas de petróleo crudo ruso.

Rusia también se ha convertido en el primer suministrador de diésel de Brasil, desplazando a EE. UU. En 2023 las ventas de diésel ruso a Brasil se dispararon un 4600% y el comercio bilateral se elevó hasta 50.000 millones.

El intercambio comercial entre Rusia y Turquía superó los 65.000 millones en 2023 y se ha triplicado en seis años. Moscú ayuda en la construcción de una central nuclear en Turquía (Akkuyu) y propone la expansión del bombeo de gas natural ruso por el gasoducto TurkStream.

Occidente debe decidir si castiga la conducta de India, Brasil y Turquía por sus relaciones económicas con Rusia

En el ámbito de las inversiones, se sigue constatando que las multinacionales que han abandonado el mercado ruso son casi exclusivamente de países de la coalición occidental.

La Yale School of Management las detalla en una prestigiosa y actualizada lista desde 2022. De las 504 que han suspendido total o parcialmente sus actividades y 536 que han abandonado Rusia (total 1.040), únicamente 30 proceden de países que no pertenecen a la coalición occidental. Desde el año pasado se ha estancado el inicial éxodo de las multinacionales occidentales.

La conclusión es que las crecientes relaciones económicas de las grandes potencias emergentes con Rusia financian el coste de la guerra de Putin contra Ucrania.

Occidente debe decidir si castiga la conducta de India, Brasil y Turquía. Washington debe interrumpir su entrega de la tecnología nuclear civil a la India. Se pueden aplicar aranceles a las exportaciones de las tres potencias y suspender el acuerdo UE-Mercosur.

Desgraciadamente, la contraofensiva ucraniana de verano-otoño de este año no ha liberado territorio. Ucrania sigue en inferioridad numérica en tropas, aviones, tanques y artillería.

Reunión de Trump y Putin, en 2018, en Helsinki.

Los Republicanos han congelado el envío de ayuda militar de EE. UU. a Ucrania desde noviembre. Aunque Donald Trump no volviera a la Casa Blanca, es improbable que los Demócratas mantengan su mayoría en el Senado y la recuperen en la Cámara de Representantes en las elecciones del próximo noviembre.

La asistencia de EE. UU. a Ucrania disminuirá y seguirá siendo víctima del enfrentamiento político interno de la primera economía mundial.

En este contexto, promover un cese el fuego y eventual negociación entre Ucrania y Rusia no es un despropósito.

La coalición occidental no está ganando la guerra económica que desató contra Rusia. Las perspectivas políticas y militares no son buenas. La muerte del opositor Alexei Navalny en una fría cárcel situada en el círculo polar ártico, tras una década de persecuciones y torturas, da cuenta de hasta dónde está dispuesto a llegar Putin.

Ucrania debería aceptar que Crimea sea territorio ruso. Era parte de Rusia hasta que Nikita Jruschchov la entregó en 1954 a Ucrania.

El Gobierno de Kiev debería abandonar su nacionalismo excesivo y convertir el ruso en idioma cooficial en todo el país. Ucrania es un país bilingüe. El Instituto Internacional Sociológico de Kiev concluyó que el 43-46% de la población emplea el ruso en casa.

En el Donbás y Este del país, las autoridades ucranianas financiarían las actividades educativas y culturales en ruso. Se otorgaría asimismo al Donbás la máxima autonomía posible. A cambio, Rusia se retiraría gradualmente del corredor meridional que ocupa y del Donbás.

Ucrania seguiría su negociación para la adhesión a la UE, pero no se incorporaría a la OTAN. La Fuerza de Reacción Rápida y otras unidades militares conjuntas de la UE garantizarían su seguridad.