Dos años de guerra en Ucrania

La caricatura occidental de un Putin ridículo se convierte en camuflaje para el líder ruso, mientras Europa enfrenta la desilusión y la incertidumbre ante la amenaza persistente.

Se cumplen dos años desde el inicio de la guerra en Ucrania y Rusia sigue dando forma a su particular expansionismo existencial. Los medios de comunicación, las estrategias de la desinformación de los Estados y las opiniones de los ciudadanos expresadas en las redes sociales han construido la imagen de un Putin desmesurado, criminal, obcecado, tirano e inseguro. Han deformado de tal forma al tirano que lo han convertido en un villano.

Mientras que las caricaturas, como los panfletos, sirvieron y contribuyeron en los días previos a la revolución francesa a crear la conciencia de que los aristócratas y el clero eran el mal que había que combatir, los memes sobre Putin solo buscan arrancar una sonrisa condescendiente al espectador.

Las caricaturas prerrevolucionarias pretendían activar al pueblo para que combatieran contra sus amos; las que se realizan contra Putin solo buscan ser viralizadas en las redes y difundidas entre la opinión pública. Cualquier asunto que gira en torno a Rusia está orientado a ridiculizar a Putin o utilizado para mostrar la fortaleza de las convicciones de Occidente.

Tras dos años de guerra, la imagen ridiculizada de Putin desde Occidente para desprestigiarlo, le está sirviendo como camuflaje para lograr moverse sin ser visto. Mientras que en Rusia se tiene la esperanza de que Putin venza al decadente Occidente, en Europa nadie se cree las promesas de la Unión Europea de que podrá acabar con la tiranía en Rusia. La predicción que realizó en 1987 el escritor Guido Ceronetti se ha hecho realidad. Ceronetti advirtió: “Extraña recurrencia: en 1918, al final de la Gran Guerra, el presidente estadounidense, estaba medio chalado; en 1945, de nuevo, el presidente de Estado Unidos, Roosevelt, idiotizado. En la próxima guerra lo estará desde un comienzo”.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin. EFE/EPA/GAVRIIL GRIGOROV/SPUTNIK/KREMLIN POOL MANDATORY CREDIT
El presidente de Rusia, Vladimir Putin. EFE

El liderazgo de Biden para acabar con Putin también ha generado bromear sobre su salud mental y su falta de memoria. Nadie se acaba de tomar en serio la guerra y sus consecuencias. Se ha pasado de condenar a Putin por los muertos y heridos provocados por la contienda bélica a advertir al actor, abogado y presidente de Ucrania, Zelenski, de gastar excesivo dinero en armas. Con esta guerra, Putin está consiguiendo ser, lo que es, un tirano; y Zelenski ha vuelto a tener que actuar para no dejar de ser presidente de Ucrania.

La guerra en Ucrania, que en Europa generó una corriente de solidaridad con el pueblo ucraniano, ahora es observada con desencanto y cansancio. Solo un 10% de los europeos cree que Ucrania puede derrotar a Rusia y se inclinan a desear que se alcance algún tipo de “acuerdo de compromiso”. Ya nadie cree que la guerra en Ucrania acabe derrotando al gobierno de Putin; mientras, Europa avanza hacia las elecciones europeas. Y Von der Leyen declara que: «Debemos movernos con rapidez. La amenaza de una guerra puede no ser inminente, pero no es imposible», para preparar a los europeos y mantener la moral alta