Los dos jefes de gobierno llegaron a Davos. El mismo sitio, pero con estilos antagónicos. Uno, reclamando el liderazgo de la lucha contra la reacción. El otro, reaccionando como puede o sabe ante una herencia ruinosa. Pedro Sánchez, amplio séquito, abrigo JOMA, sonrisa trabajada. El otro, sabiéndose bajo todos los focos y en una plataforma quizás nunca imaginada.
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