Los datos de Oxfam engañan
Si bien las conclusiones del trabajo de esta organización no gubernamental parecen estar asentadas en un análisis robusto de distintas bases de datos, la realidad es muy distinta
Esta semana, un año más, Intermón Oxfam publica su informe sobre la evolución de la desigualdad global, con un gran impacto mediático. Si bien las conclusiones del trabajo de esta organización no gubernamental parecen estar asentadas en un análisis robusto de distintas bases de datos, la realidad es muy distinta: el informe utiliza datos descontextualizados y con importantes sesgos y, posteriormente, los transforma para alcanzar conclusiones amarillentas.
El informe, presentado a las vísperas del Foro Mundial de Davos y prologado por el senador de Vermont, Bernie Sanders, destaca que, pese al fuerte impacto de la inflación, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha más que duplicado (114%) desde 2020, pasando de 369.961 millones de euros a 793.818 millones. Esto equivale a unos 13 millones de euros por hora.
El estudio asegura que la desigualdad se está exacerbando debido a que las empresas están acumulando más poder y dinero, sin que esto repercuta en el resto de la sociedad. En concreto, destaca que los beneficios de las compañías han enriquecido “directamente a sus accionistas a costa de los trabajadores y de la inmensa mayoría de la población”. Es decir, que se han beneficiado las rentas de capital, concentradas en unas pocas personas, a costa de las rentas del trabajo.
¿Pero de dónde obtiene Oxfam sus estimaciones? El informe compara la riqueza de los cinco individuos más acaudalados en noviembre de 2023 con la riqueza de esas mismas cinco personas en 2020, en lugar de compararlos con los más ricos de 2020. A modo de ejemplo, Elon Musk ni siquiera se encontraba entre las 40 personas más ricas del mundo en esa fecha.
¿Y por qué utiliza el dato de 2020 y no de 2022 o 2019? Porque en 2020 la economía mundial experimentó un crash bursátil durante el inicio de la pandemia del coronavirus. ¿Y qué referencia toma el informe para valorar la riqueza de estos individuos en 2020? Justo la peor semana para los índices bursátiles de ese mes.
Además, según el informe, el 1% más rico de la población mundial posee el 43% de los activos financieros globales. Las conclusiones para España son similares: Intermón denuncia que, en 2022, el 10% más rico de la población concentraba más de la mitad del valor de la riqueza. El 1% más rico acaparaba el 22% de esa riqueza, mientras que el 50% de los hogares más pobres apenas llegaba al 8%.
El problema no es la riqueza de los propietarios de Twitter o Amazon, sino que un porcentaje demasiado alto de la población mundial apenas posee patrimonio alguno
El cálculo de la ONG es problemático por diversos motivos. La riqueza de los superricos es esencialmente riqueza financiera: en particular, los cinco individuos que menciona el informe son propietarios de compañías que alcanzan un elevadísimo valor en bolsa: Elon Musk (X, antiguo Twitter), Bernard Arnault (y su familia/empresario francés del sector de artículos de lujo), Jeff Bezos (Amazon), Larry Ellison (del sector del software) y Warren Buffet (inversor americano).
Si no existieran estas empresas, ¿el resto de 8000 millones seríamos proporcionalmente más ricos? No: seríamos tan o más pobres que ahora. De hecho, probablemente disfrutaríamos de una renta real inferior. Contraponer la riqueza de los fundadores o propietarios de las mayores empresas del mundo con la pobreza de grandes masas de la población mundial es un dato para alimentar el populismo.
El problema no es la riqueza de los propietarios de Twitter o Amazon, sino que un porcentaje demasiado alto de la población mundial apenas posee patrimonio alguno. Según datos de Oxfam, la mitad de la población apenas posee un patrimonio medio de 700 euros.
¿Cómo es posible que tanta gente posea tan poco? El primer motivo es que el informe ignora que la demografía incide mucho en la desigualdad de riqueza. La edad es uno de los principales determinantes de la desigualdad de la riqueza. La gente joven normalmente no tiene patrimonio porque no ha disfrutado de suficiente tiempo para acumularlo. Hablamos de patrimonio neto, de manera que un individuo que se acabe de comprar una vivienda con un préstamo hipotecario carece de riqueza neta. Y el hecho de que el mundo en desarrollo es relativamente joven influye en las mediciones de desigualdad.
El segundo y más importante factor es que la mayor parte del mundo sigue residiendo en la más absoluta pobreza material, en lugares donde acumular riqueza resulta muy complicado. Mientras estas zonas no se desarrollen institucional y económicamente —y muchas lo están haciendo a ritmos notables— será muy difícil que sus ciudadanos adquieran niveles patrimoniales equivalentes a las clases medias occidentales.
La tragedia del mundo actual no es que unos pocos son muy ricos, sino que muchísimos son muy pobres
Otro problema de las estadísticas de riqueza del informe de Oxfam es que no computan dos de los principales activos en los que invierten las familias de todo el planeta y especialmente las más pobres: el gasto en educación y los servicios gubernamentales por los que sus ciudadanos pagamos impuestos y que, por tanto, tenemos derecho a recibir (por ejemplo, pensiones y sanidad pública).
Estas exclusiones llevan a que, por ejemplo, en países que juzgamos tan sumamente igualitarios como Dinamarca o Suecia, el 10% de su población posea cerca del 70% de la riqueza nacional, cuando evidentemente ello es así porque no contabilizamos la riqueza que supone tanto la formación de sus habitantes como los servicios garantizados por sus gobiernos.
El informe también destaca que el poder adquisitivo del 60% más pobre ha caído en los últimos años un 0,2%. Pero vuelve a manipular los datos sin reparo alguno: ahora sí compara el dato de 2019 con el de 2022, pero utiliza dos fuentes distintas para cada año: datos del UBS Global Wealth Report para 2023 y datos del Credit Suisse Global Wealth Databook para 2029.
Cabe resaltar que, aunque a los cinco multimillonarios que menciona el informe les arrebatáramos su patrimonio (es decir, nacionalizáramos empresas como Amazon) y redistribuyéramos tales propiedades entre ese 60%, su patrimonio apenas crecería. Suponiendo, claro está, que el valor bursátil de las empresas no se desplomase a una fracción del actual.
La tragedia del mundo actual no es que unos pocos son muy ricos, sino que muchísimos son muy pobres. Seguir divulgando datos falaces y estadísticas tergiversadas sólo contribuye a desviar el foco del auténtico problema que condena a los pobres a seguir siendo pobres: la falta de instituciones inclusivas conducentes a un crecimiento económico generalizado.