La crisis de la vivienda y las herencias de los ‘millenials’

La situación actual de la vivienda no sólo afecta la desigualdad de riqueza entre generaciones, sino también dentro de la misma generación

En España, el mercado de la vivienda sufre un desequilibrio importante, donde el crecimiento de nuevos hogares supera la capacidad de poner vivienda en el mercado, ya sea por nueva construcción o por la utilización del parque existente. Esta situación, que hemos analizado en artículos anteriores, no sólo genera dificultades en el acceso a la vivienda; también amplifica la desigualdad de riqueza, tanto intergeneracional (entre baby-boomers y millenials) como intrageneracional (entre los mismos millenials).

La vivienda es la principal fuente de riqueza de los hogares españoles, y su revalorización ha sido especialmente significativa para las generaciones de baby-boomers (nacidos entre 1958 y 1975). Estas generaciones han visto cómo sus propiedades inmobiliarias se han revalorizado considerablemente en las últimas décadas, creando una brecha cada vez mayor con respecto a las generaciones posteriores.

En 2022, el 10% de los hogares más ricos acumulaba más de la mitad de la riqueza neta total de los hogares (52,7%), un porcentaje que multiplica por siete la riqueza del 50% de los hogares más pobres. Esta concentración de riqueza se debe en gran parte a la posesión de bienes inmuebles, especialmente entre los mayores de 65 años, de los cuales más del 80% posee una vivienda principal y más de la mitad tiene una segunda casa.

Viviendas en alquiler.
Vista de los carteles de alquiler en un piso de Madrid. EFE/ Jennifer Gómez

Pero la crisis de la vivienda no sólo afecta la desigualdad de riqueza entre generaciones, sino también dentro de la misma generación. La generación de los millennials (nacidos entre 1981 y 1996) enfrenta una situación particularmente difícil. Las tasas de esfuerzo para vivir en alquiler, una opción cada vez más común ante las dificultades de acceso a la propiedad, limitan su capacidad de ahorro y generan desequilibrios importantes.

Según datos de un reciente informe de la Fundación Afi Emilio Antiveros, la distribución de la riqueza entre los hogares millennials en 2020 es más desigual que la correspondiente a los hogares boomers en 2002. En 2020, el 10% de los hogares menores de 45 años con mayor riqueza neta concentraba más de la mitad de la riqueza neta de su cohorte de edad, frente al 40% que concentraban los boomers en 2002. Este fenómeno se debe al trasvase relativo de riqueza desde los deciles inferiores, que concentran un porcentaje sistemáticamente inferior al de su decil en 2002. 

El impacto de las herencias 

El reparto de la riqueza de los boomers, al ser una generación con menor descendencia, se concentrará en menos manos. Esto explica que la herencia media entre los millennials alcance los 250,000 euros por persona, incluso sin revalorización. En contraste, la riqueza media per cápita de los boomers es de 177,000 euros y la generación silenciosa apenas heredó en promedio unos 91,000 euros. 

El incremento en el valor de las herencias no se repartirá de forma homogénea, ampliando las diferencias entre ricos y pobres. Aquellos que no cuentan con familias propietarias de una o más viviendas seguirán en desventaja. Este trasvase generacional amplificará la desigualdad en las próximas décadas, ya que el proceso de herencia y donación se concentra en hogares con una acumulación de riqueza superior o con mayor tenencia de propiedades inmobiliarias.

El incremento en el valor de las herencias no se repartirá de forma homogénea, ampliando las diferencias entre ricos y pobres

En paralelo, la creciente presencia de población inmigrante en España, especialmente de países con menores ingresos, podría añadir una capa adicional de desigualdad. Para 2042, se prevé que el 40% de las personas entre 45 y 65 años en España serán de origen extranjero. La mayoría de estos inmigrantes se encuentran en los deciles inferiores de la distribución de ingresos y es menos probable que reciban herencias significativas o transferencias intergeneracionales. Este fenómeno contribuiría a una mayor dispersión de la riqueza. 

En conclusión, la vivienda en España se ha convertido en un motor de desigualdad de riqueza que afecta tanto a nivel intergeneracional como intrageneracional. Ante esta disyuntiva, nuestros gobernantes tendrán tres opciones: (1) aplicar mayores impuestos sobre las herencias y donaciones, (2) crear oportunidades en otros municipios y regiones más allá de las grandes urbes para promover su descongestión, o (3) fomentar el ahorro y la propiedad entre los jóvenes y dotar al mercado de vivienda de una gran variedad de tenencias funcionales que permitan alojar a un mayor número de personas. Hagan sus apuestas por cuál de las tres opciones será la preferente.