Corrido mexicano

Con las Leyes de Burgos, Castilla se pone a la cabeza de lo que posteriormente se denominará Derechos Humanos

Con motivo de la toma de posesión de Claudia Sheinbaum como presidenta de México, un selecto grupo de progresistas -pata negra de la izquierda reaccionaria: Irene Montero, Gerardo Pisarello y agregados- han vuelto a denunciar los desmanes del colonialismo español en América.

A unas y otros les conviene bajar del púlpito y aterrizar en la realidad. Les convine, por ejemplo, ojear las denominadas Leyes de Burgos de 1512. Un documento que forma parte de la Historia del Derecho. Un documento que nos recuerda el comportamiento de los españoles en América más allá de los panfletos con los cuales el progresismo nos ameniza, año tras año, la celebración del 12 de Octubre.

Un ejercicio panfletario al que este año se añade otro, la entronización/ensalzamiento de Andrés López Obrador y Claudia Sheinbaum. Pero, ¿qué pasó hace unos siglos en México? ¿Por qué el progresismo viaja a México?   

Castilla desembarca en Mesoamérica 

Y en eso –siglo XV y siglo XVI- que Castilla desembarca en Mesoamérica. Probablemente, con una mentalidad colonizadora y evangelizadora fruto de la lucha sostenida en la Península contra el Islam. Por aquel entonces, cualquier nuevo territorio es considerado como una extensión de la cruzada peninsular. Objetivo: obediencia a la Iglesia y a la Corona de Castilla. Las guerras de México se calificaron también como santas, porque pretendían desarraigar la idolatría. Si se apartaban de este fin, eran consideradas injustas. Ese era el espíritu de la época.  

Algunos territorios –especialmente las Antillas– fueron el sujeto paciente de los primeros años de la colonización y la evangelización. Fueron el teatro de unos injustos tratos que hicieron levantar un grito de indignación, porque no se podían negar las crueldades de los conquistadores. Tan es así que los indígenas se lanzaron a la revuelta y fueron tratados con mano de hierro por unos soldados que les consideraban enemigos del cristianismo. A lo que había que añadir los trabajos forzados a que fueron sometidos.   

El Derecho Indiano   

Pero –mala suerte para los progresistas-, no siempre fue así. El trato inicial, dio lugar a una reflexión que se tradujo en el desarrollo del Derecho Indiano. Objetivo: establecer el tipo de relaciones entre cristianos e infieles, poner límites a la guerra, respetar la propiedad privada de los rancheros, suavizar la obediencia de los indios sublevados o prohibir las guerras de religión y toda conquista a mano armada. En definitiva: ¿cómo tratar a los naturales del lugar?  

En 1511, fray Antonio de Montesinos, en Santo Domingo, desde el púlpito, se alza contra quienes declaran legítima la ocupación y el trato dado a los indígenas en el denominado Sermón de adviento.  

Las preguntas del fraile dominico: “¿No son hombres? ¿No tienen almas racionales? ¿No son obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis, esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened por cierto que, en el estado que estáis, no os podéis más salvar que los moros y turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo”.  

«Fray Antonio de Montesinos se alzó contra quienes declaran legítima la ocupación y el trato dado a los indígenas en el denominado Sermón de adviento«

La conclusión del fraile dominico: “Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos habéis consumido?” 

De ahí, de la controversia generada por Antonio de Montesinos, surgieron Las Leyes de Burgos o Reales ordenanzas dadas para el buen Regimiento y Tratamiento de los indios. Leyes que fueron sancionadas por el rey don Fernando el 27 de diciembre de 1512 y constituyen el primer cuerpo legislativo de carácter universal que se otorgó para los pobladores del continente americano, siendo consideradas como la primera declaración de Derechos Humanos.  

Las Leyes de Burgos 

Las Leyes de 1512 constan de 35 ordenanzas cuyo denominador común es la función protectora y humanizadora del indígena con el propósito de conformar su propio estatuto civil fundamentado en la dignidad, el trabajo y la libertad.  

Por ejemplo: los indios son libres y deben ser tratados como tales, los indios han de ser instruidos en la fe católica, los indios tienen obligación de trabajar y se les debe dotar de casa y hacienda propia y de tiempo para que la labren a su manera, el trabajo que deben realizar los indios debe ser conforme a su constitución de modo que lo puedan soportar y ha de ir acompañado de sus horas de distracción y de descanso diario y anual, los indios han de recibir un salario justo en dinero y especie por su trabajo, los indios pueden ser obligados a trabajar para los cristianos por razón de señorío y servicio a cambio de mantenerlos en justicia, los indios han de trabajar en provecho propio y de la república, los indios han de tener contacto y comunicación con los cristianos. Las Leyes de Burgos vienen acompañadas por la figura del “visitador” que controla su ejecución.       

La nueva presidenta de México, Claudia Sheibaum. Foto: Europa Press.
La nueva presidenta de México, Claudia Sheibaum. Foto: Europa Press.

Al respecto, vale decir que ya en el Codicilo de Isabel la Católica (1504) se hablaba de que en “las Islas e Tierra firme del mar Océano, que hasta ahora son descubiertas… non consientan e den lugar que los indios vezinos e moradores en las dichas Indias e tierra firme, ganadas e por ganar, reciban agravio alguno en sus personas e bienes; mas mando que sea bien e justamente tratados. E si algún agravio han rescebido, lo remedien e provean, por manera que no se exceda en cosa alguna” (https://cuentayrazon.es/archivo/Num135_020.pdf).   

La aparición del humanismo en América  

Con las Leyes de Burgos, Castilla se pone a la cabeza de lo que posteriormente se denominará Derechos Humanos. Cosa que sucede en un mundo en el que dominaba la esclavitud y en donde la religión todo lo invadía y copaba. ¿Leyenda Negra? No. ¿Algunas sombras? Por supuesto que sí. Como ocurre en todos los lugares. En cualquier caso, no se puede negar que la obra española en América inaugura unos valores que hoy forman parte del patrimonio de la humanidad.  

Con las Leyes de Burgos, aparece en América el humanismo que se subleva contra la esclavitud y la religión. Las Leyes de Burgos brindan la posibilidad de que el hombre administre –con todas las dificultades, carencias y retrocesos que se quiera- su existencia y bienestar.   

Parafraseando a Kant, el indio tuvo la posibilidad de salir del estado de opresión que le impedía ser libre. Eso es lo que no gusta a Andrés López Obrador, Claudia Sheinbaum y al grupito de progresistas españoles –infectados por una añeja ideología tercermundista, un exceso de sectarismo y una dosis de desconocimiento y oportunismo- que, sospecho, prefieren antes a Moctezuma y sus hazañas que al humanismo castellano que reconoce al hombre como valor supremo que se opone a un estatismo que querría sacrificar el individuo a la razón de Estado. Les suena a España y al liberalismo y capitalismo. Nada de eso les gusta.   

El complejo narcisista de la personalidad  

La presencia de Irene Montero, Gerardo Pisarello y agregados en la ceremonia de la toma de posesión de Claudia Sheinbaum fue agradecida, con nombre y apellidos, por la nueva presidenta de México. Cosa que, sin duda, aumentó el complejo narcisista de la personalidad –ese aire de superioridad de quienes reaccionan bruscamente ante quienes no les admiran- de nuestros progresistas. Por eso –para marcar perfil propio y para mostrar al mundo que el indigenismo redentor subsiste todavía en España– fueron a México. A lucirse.  

Si es cierto que el ego de nuestros progresistas se hinchó, no es menos cierto que ese exceso de autoestima proviene de los aplausos de la heredera de un gobierno/régimen cuyo jefe máximo se ha caracterizado por su vanidad, su autoritarismo, su populismo y sus pésimas relaciones con Montesquieu. “El mesías tropical”, sentenció Enrique Krauze en uno de sus ensayos. Una figura, la de del expresidente –y su marioneta-, que nuestros progresistas blanquean. Ya se saben la letra y música de este corrido mexicano.