La contradictoria gestión del Gobierno Vasco en la DANA
El Gobierno Vasco conocía desde el primer momento las necesidades de rescate más urgentes que tenía la Generalitat de Valencia
Algún día sabremos por qué el Gobierno Vasco frenó la ayuda a Valencia cuando desde un primer momento se mostró abierto a participar activa y generosamente en las labores de rescate. Por qué pasó de la entrega más absoluta, al minuto de conocerse la dimensión de las inundaciones, a frenar el envío de personal especializado que estaba preparado con el material correspondiente y en disposición de acudir a la zona de la catástrofe.
Si nadie explica de dónde llegó la orden de permanecer a la espera y nos ceñimos a la cronología de lo sucedido, se podría decir que solo cabe una explicación: que en algún momento, y por razones puramente políticas, los responsables de Seguridad del Gobierno Vasco hicieron suya la más vergonzosa frase escuchada en esta crisis: “Si necesitan ayuda, que la pidan”.
Vamos con los hechos: La primera noche de la riada el 112 recibió en el País Vasco dieciocho llamadas de ciudadanos vascos solicitando información y ayuda, ya que había dificultades para contactar con los servicios de emergencias valencianos.
Conscientes por lo tanto de lo que estaba ocurriendo, el Gobierno Vasco anunció el envío inmediato de dos helicópteros de la Ertzaintza dotados para el rescate y el transporte. El mismo martes día 29, al mediodía, el Lehendakari, Imanol Pradales, habló por teléfono con el Presidente de la Generalitat de Valencia, Carlos Mazón, y le ofreció “todos los medios con los que se pudiera ayudar desde Euskadi”.
Al día siguiente, miércoles 30, y en declaraciones a la prensa, el Lehendakari reiteró su solidaridad con la sociedad valenciana y matizó: “Cuando lo soliciten, estamos listos para enviar la ayuda que se necesite”. El propio consejero de Seguridad, Bingen Zupiría, comunicó ese mismo día a los medios que desde la Generalitat habían trasladado “la necesidad de contar con más medios aéreos para labores de rescate y que más adelante se necesitarían también terrestres para ayudar en los trabajos de recuperación de carreteras”.
Es decir, el Gobierno Vasco conocía desde el primer momento las necesidades de rescate más urgentes que tenía la Generalitat de Valencia y, en consecuencia, se movilizaron una serie de fuerzas para acudir a la zona. Sin embargo, de manera incomprensible, estos medios humanos y materiales aguardaron varios días las directrices que supuestamente tenían que llegar de Valencia.
El consejero de Seguridad, en una emisora de radio, dijo el día 1 de noviembre: “Estamos a la espera de que se nos solicite específicamente con qué podemos ayudar, si no nos dicen qué necesitan y en qué momento, no deberíamos hacer nada. En estos momentos, el hacer bien exige estar muy pendientes de las cuestiones concretas que nos vayan a plantear”.
«El Gobierno Vasco conocía desde el primer momento las necesidades de rescate más urgentes que tenía la Generalitat de Valencia»
Así las cosas, el grupo de ayuda salió hacia Valencia el domingo día 3, es decir, cinco días después de la conversación mantenida entre el Lehendakari Pradales y Carlos Mazón. Por fin se pudieron movilizar 61 bomberos, 18 vehículos, 8 coordinadores, 3 embarcaciones y bombas de achique que estaban a la espera.
Este dispositivo estaba coordinado por el Gobierno Vasco, las tres diputaciones y los ayuntamientos de Vitoria, San Sebastián y Bilbao. Precisamente los bomberos de esta ciudad, hartos de que su salida se demorara sin justificación aparente, hicieron público un vídeo en el que denunciaban que era “la tercera vez que se les activaba y se les volvía a desactivar” durante esos días. “A pesar de los esfuerzos de nuestro jefe de operaciones, desconocemos los motivos políticos u organizativos por los que los valencianos no pueden contar con nuestra ayuda”.
Muchos han querido achacar al Gobierno valenciano, superado por la situación y con graves carencias de coordinación, el retraso de la salida de los bomberos vascos. Incluso desde algunos medios se dijo que Carlos Mazón había rechazado la ayuda ofrecida por el Lehendakari. Nada más lejos de la verdad.
En Vitoria se estaba esperando una petición oficial de la Generalitat, en sospechosa sintonía con la estrategia de Pedro Sánchez de “si necesitan ayuda, que la pidan”. Una forma de proceder diametralmente opuesta, y contradictoria, con el generoso y rápido ofrecimiento inicial y más coincidente con el tacticismo político que el Presidente del Gobierno ha demostrado en esta crisis y que tanta crispación ha generado por la tardanza en la actuación.
El Gobierno Vasco tendría que explicar igualmente por qué no ha contado con los 30 voluntarios de la Unidad de Vigilancia y Rescate de la Ertzaintza, molestos y frustrados por no poder aportar su experiencia en esta riada, ya que cuentan con equipos especializados. De la misma manera que se ha negado el permiso oficial a un centenar de agentes de la policía autónoma que querían ir a Valencia y que finalmente han viajado a la zona afectada a título personal, con sus coches particulares, sin ningún emblema y sin los medios materiales del cuerpo al que pertenecen.
El Gobierno Vasco debería aclarar las razones de su forma de proceder en la demora, cuando en otras tragedias ha actuado con una celeridad y eficacia admirables. Lo que sería inadmisible es que la solidaridad de los vascos quedara en entredicho por la sospecha fundada de que el objetivo último haya sido ayudar al socio de Gobierno en su particular batalla contra el Partido Popular.