Del congreso socialista sale un presidente más «maduro»

Ahora toca ir de víctimas y denunciar una obsesiva persecución de la ultraderecha en los frentes mediático, político y judicial

Meterse con Sánchez es de fachas. Y no le den más vueltas. Si algún juez acaba sentenciando en contra del entorno familiar, del Gobierno o del propio Pedro Sánchez, es porque es un ultra y, como diría Rufián, «hace tiempo que rondan contra el entorno del Presidente porque no gusta». Según el líder de ERC, y también el peneuvista Aitor Esteban, «no hay absolutamente nada» en el caso abierto contra David Sánchez, hermano del líder socialista.

La pasta que podríamos ahorrarnos en jueces, policías y abogados si todas estas cuestiones las dejáramos en manos de los políticos. Especialmente en manos de los independentistas, que suelen mostrar una especial sensibilidad para detectar «ofensivas judiciales» contra cuestiones que afectan a sus intereses. No se puede judicializar la política, suelen decir, salvo que sea para empapelar a la derecha o plantarle una moción de censura a Mariano Rajoy.

El Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez.
El Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. Foto: Joaquin Corchero / Europa Press

Y es que todos los líos judiciales que rodean a Pedro Sánchez son también un revés para sus socios parlamentarios en la medida en que dependen de su supervivencia. Si se acaba este Gobierno, se les acaba el chollo a todos. Así que defenderán al líder socialista por encima de cualquier otra cosa. Por encima incluso del respeto a una sentencia condenatoria que pueda producirse como consecuencia de las muchas imputaciones y casos abiertos en el entorno familiar y político de Pedro Sánchez.

En un principio fueron los medios de comunicación los que comenzaron a publicar las presuntas irregularidades del entonces ministro, mano derecha del Presidente  y secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, y las correrías de un tal Koldo, al que nadie conocía.

Luego llegaron los masters de Begoña Gómez con la Universidad Complutense, el empleo de medios públicos con fines privados, y la filtración, presunta, del fiscal general del Estado contra Ayuso.

Bulos. Todo eran bulos de «pseudomedios digitales», decían sincronizadamente los afines y subvencionados medios tradicionales, que se dedican a llamar «tabloides sin credibilidad» editados en la «fachosfera» a quienes vienen sacando a la luz un rosario de escándalos que parece no tener fin.

Hasta que un comisionista llamado Víctor de Aldama, con cuerpo de tenor y voz de barítono, ha cantado y contado con detalle incluso el color de las bolsas de dinero que entregaba en distintos ministerios.

Denunciar una persecución

A falta de lo que digan los jueces que instruyen todos y cada uno de los casos abiertos, nadie parece poner en duda a estas alturas que todo lo publicado tiene la suficiente credibilidad como para hacer caer un gobierno, al menos en cualquier país democrático de nuestro entorno.

Pero esta España nuestra, la que gobierna Pedro Sánchez, es diferente. Si todo lo que ha salido en los medios ha terminado siendo investigado por la UCO (o viceversa) y está finalmente en el despacho de un juez, lo que procede ahora es denunciar una cacería judicial contra el Gobierno.

Y en eso estamos. Y para eso sirve, porque no le quedaba otra al PSOE, el congreso de este fin de semana en Sevilla. Ahora toca ir de víctimas y denunciar una obsesiva persecución de la ultraderecha en los frentes mediático, político y judicial.

Como si, al estilo de lo que se hizo en la moción de censura contra Rajoy, se diera un proceso de sincronización y puesta en común de intereses diversos y contrapuestos con el único fin de acabar con la legislatura por la vía rápida.

«Si se acaba este Gobierno, se les acaba el chollo a todos. Así que defenderán al líder socialista por encima de cualquier otra cosa»

El problema de insistir en el discurso de la victimización y de negar legitimidad democrática a jueces, medios y oposición, es el deterioro social, el enfrentamiento y la falta de credibilidad en las instituciones del Estado. Como ocurre en los países con gobiernos autocráticos de los que nada bueno se puede esperar.

Es posible que, ante la grave situación de presión judicial que soporta el Gobierno, Sánchez y quienes le apoyan tengan la tentación de invalidar y despreciar cualquier sentencia desfavorable argumentando que se basa únicamente en el interés de convocar nuevas elecciones por parte de quienes no gobiernan.

Se empieza vendiendo ese discurso y se acaba ganando elecciones sin presentar actas ni resultados. Viendo a ZP en el congreso de Sevilla puede decirse que todo es un simple proceso de «maduración».

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