Collboni, la versión perezosa de Colau

Está claro que Ada Colau se va de Barcelona, pero los comunes se mantienen ideológicamente en el gobierno de la mano de Collboni

Mañana se celebrará la tradicional misa de la Mercè, co-patrona de Barcelona y presunta protagonista de las fiestas que estamos celebrando estos días en la ciudad. Les ofrezco aquí esta información de interés público porque no la encontrarán en el programa oficial de la fiesta mayor. En un primer momento, la misa sí apareció en la programación, pero el gobierno municipal alegó que fue “un error técnico” rápidamente corregido. Así pues, para el alcalde Jaume Collboni, lo correcto es marginar lo católico de las fiestas de la Mercè. Este “cambio de opinión”, que sigue la peor tradición sanchista, no es una simple anécdota; es un ejemplo más de la política desnortada del gobierno municipal.

La Virgen de la Mercè queda marginada en su propia fiesta, y la ciudad invitada es la marroquí Casablanca. Está claro que Ada Colau se va de Barcelona, pero los comunes se mantienen ideológicamente en el gobierno de la mano de Collboni. Es algo muy propio del nuevo socialismo español. El partido de Sánchez, Illa y Collboni ya no tiene principios y rellena su proyecto con el ideario de los extremistas que les sustentan en el poder, a saber, nacionalistas radicales e izquierda woke. Enfrascados en batallas (sub)culturales y políticas identitarias, todos ellos se olvidan de la realidad de una sociedad abandonada. Es lógico, pues, que la clase obrera se sienta traicionada por quienes decían defenderla y busque refugio en la derecha.

Barcelona lleva años sufriendo malos políticos y malas políticas. No hace tanto se podía pasear tranquilamente por cualquier calle y a cualquier hora. Qué recuerdos. Qué nostalgia. Sin embargo, ahora la capital catalana es la ciudad más insegura de España. Aquí no hay día sin su mala noticia. Hemos pasado de ser la ciudad de los prodigios a la capital de los puñales. De hecho, el principal prodigio en la Barcelona actual es cruzar ciertas calles sin que te apuñalen o te roben. La degradación de algunas zonas es rápida y evidente, y va más allá de Ciutat Vella.

En el distrito de Gràcia, por ejemplo, los vecinos del pasaje Alió, al lado del paseo de Sant Joan, están desesperados. Sienten miedo e impotencia. Llevan meses sufriendo el descenso al infierno de su barrio: robos con violencia, altercados con armas blancas, alborotos a altas horas de la madrugada, venta y consumo de drogas… El epicentro de este terremoto delincuencial se encuentra en el número 21, en un edificio okupado que incluye un narcopiso. Todo el mundo lo sabe. Y ninguna administración hace nada. Allí sólo los delincuentes viven tranquilos.

Crecen los delitos en la Ciudad Condal

La inseguridad es el principal problema de los barceloneses. El gobierno municipal dice que todo es fruto de los discursos tremendistas de la oposición, pero los datos no engañan. Según el balance de la Junta de Seguridad Local, el año pasado los delitos crecieron un 8,6 % en la ciudad, las agresiones sexuales se dispararon un 24,5 %, las estafas lo hicieron un 35 %. No hay mal ránking que Barcelona no lidere. Lo grave es que, sabiendo cómo revertir la situación, no se haga absolutamente nada. La ciudad necesita más policía en las calles, más recursos en los juzgados y una reforma legislativa que endurezca el Código Penal. Son cambios que dependen de tres administraciones controladas por el partido socialista -ayuntamiento, Generalitat y Estado-, pero éste no se mueve si no es para conseguir votos en investiduras.

Barcelona sigue siendo una gran ciudad, pero carece de liderazgo y se degrada a marchas forzadas. Está claro que Collboni no es Pasqual Maragall; es, más bien, una versión perezosa de Ada Colau. Ni siquiera es capaz de sacar provecho para la ciudad de un grandísimo evento como es la Copa América. Y es que el alcalde no se atreve a luchar contra la cultura tóxica del no impuesta por los comunes. En realidad, fue la sociedad civil, Barcelona Global en concreto, la que lideró la llegada de esta competición, y puede ser la pasividad de las administraciones la que logre perderlo en futuras ediciones.

Con liderazgo, Barcelona podría ser un gran centro de la nueva economía mundial

Sí, Barcelona sigue siendo una gran ciudad, porque tiene unas características envidiables como son su situación geográfica y carácter mediterráneo, su espíritu emprendedor o su cultura creativa e innovadora. A la ciudad le falta una buena política para revertir la situación y recuperar los más altos estándares de calidad de vida. Con liderazgo, Barcelona podría ser un gran centro de la nueva economía mundial y, al mismo tiempo, potenciar el pequeño comercio y recuperar una vida de barrio amable y tranquila.

Decía Antoni Gaudí que “para hacer las cosas bien hace falta, en primer lugar, amor, y en segundo lugar, la técnica”. Esto debería tenerlo claro cualquier alcalde de Barcelona, porque el separatismo no siente amor por lo que representa la ciudad, y el populismo es lo más alejado de la técnica y el buen gobierno. Así pues, y perdonen el spoiler, el abrazo de Collboni a ERC y Comunes sólo puede acabar mal para los barceloneses. La ciudad seguirá sin rumbo, empequeñeciéndose en un mundo que no espera y degradándose en unos barrios sin ley. Si ni Colau quiere vivir en su propio legado, ¿por qué Collboni nos castiga con más de lo mismo?

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