Civilidad, civismo y las virtudes burguesas
El diálogo de una sociedad democrática debe ser libre y plural, pero también civilizado
La economista Deirdre McCloskey en su libro Las virtudes burguesas. Ética para la era del comercio (2006) describe como el ascenso del capitalismo y la mejora de las condiciones de vida que lo acompañó están estrechamente vinculados al surgimiento de nuevas formas de conducta humana y, concretamente, de formas de conducta civilizadas o cívicas. Civilidad. Civismo.
Empezando en Holanda y después en Inglaterra y Escocia, y en las colonias inglesas de Norteamérica, la revolución burguesa dio valor a la labor cotidiana de comerciantes, mercaderes, fabricantes e inventores. La sociedad de base clerical-militar dio paso a la sociedad mercantil. Según McCloskey, el mercado, el comercio, es una fuente extrapolítica de civilidad.
En el antiguo orden feudal, las jerarquías y los privilegios condujeron a un espíritu condescendiente de la aristocracia, que no cedía a la mayoría social la posibilidad de aprovechar sus oportunidades económicas. Fue un cambio en la actitud social, en la cultura, lo que ayudó a apreciar las virtudes de la empresa y el comercio. Un marco de aceptación ideológica de la igualdad humana, la justicia y la civilidad. La principal virtud burguesa no es solamente la prudencia de comprar barato y vender caro: también la de comerciar en lugar de invadir, la de persuadir en lugar de combatir.
En la misma línea, el filósofo Antonio Escohotado describió elocuentemente como el civismo, al igual que el derecho, el proyecto científico, la sintaxis o el dinero, es la cristalización de una inteligencia colectiva que trasciende la voluntad o el designio subjetivo del caudillo o el burócrata. Es un fenómeno emergente, evolutivo, que nace de la cooperación, en buena medida inconsciente, de infinidad de individuos a lo largo del tiempo.
La civil conversazione (Steffano Guazzo, Brescia, 1574) nació del sentido social humanístico para mejorar la conversación pública entre jóvenes y ancianos, alfabetizados y analfabetos, nobles y plebeyos de la Italia del Renacimiento. Una conversación para un compromiso cívico, un civismo que durante años fue el núcleo de escritos como los del poeta León Battista Alberti.
Civilidad moderna o burguesa
Pero la primera teoría integral de la civilidad moderna o burguesa fue expuesta en 1788 en el tratado Über den Umgang mit Menschen (Sobre las relaciones humanas) de Adolph Baron Knigge, un pensador radical de la Ilustración. Este jurista bávaro era consciente de que la civilidad no solamente constituye un manual de conducta, protocolo o buenos modales. Se ocupa fundamentalmente de los problemas que resultan del coexistir de los hombres. La civilidad, el civismo burgués, era una forma progresista de derrocar al Antiguo Regimen. Permitió que emergiera una nueva dimensión de relaciones voluntarias, aprovechando el derecho contractual, el derecho civil.
El orden liberal florece sólo en un marco de civismo. El lenguaje importa, las palabras importan, la conversación importa. En un contexto como el actual, donde en la conversación pública abundan el sectarismo, la confrontación, y el cinismo político, conviene recordar la importancia de la civilidad como institución prepolítica.
Nuestros personajes públicos, ya sean políticos o intelectuales, generan, mediante el intercambio de ataques cruzados, un malsano clima de persecución y acoso moral. El diálogo de una sociedad democrática debe ser libre y plural, pero también civilizado. Al año nuevo le pedimos más civilidad en nuestra conversación pública.