Chupinazo a destiempo
Lo de este 28 de diciembre ha sido un invernal cohete anunciador de una moción de censura a destiempo más inquietante que emocionante
El Ayuntamiento de Pamplona y su Plaza se asocian en el imaginario colectivo con la emoción de una fiesta universal que arranca el 6 de julio con un chupinazo que da paso al jolgorio más popular. Por eso lo de este 28 de diciembre ha sido un invernal cohete anunciador de una moción de censura a destiempo más inquietante que emocionante.
Como todo lo que viene haciendo el PSOE desde que Pedro Sánchez ha puesto al partido a su servicio. Los medios controlados por las subvenciones del Gobierno Frankenstein se encargan de envolver en celofán político lo que tan solo es una necesidad personal del líder socialista de seguir en La Moncloa. Porque ni el Ayuntamiento de Pamplona estaba bloqueado ni su gestión atascada.
La moción de censura por la que el PSOE (PSN) entrega a EH-Bildu nada menos que la capital de la Comunidad Foral de Navarra responde única y exclusivamente al denominado “pacto encapuchado” que une a Sánchez con los herederos de ETA en diferentes compromisos ocultos a la opinión pública.
El líder socialista necesita de la formación de Otegi para seguir gobernando y EH-Bildu saca el máximo rédito. Esto es lo que Sánchez llama “hacer de la necesidad virtud”. Por lo pronto la izquierda abertzale consigue la alcaldía de Pamplona en un movimiento vergonzoso para cualquier socialista navarro que hasta hace dos días escuchaba a su líder decir que nunca pactaría con Bildu.
Navarra es el gran laboratorio donde el sanchismo pone en marcha su modelo de pactos y de futuro de país
Una comunidad, la navarra, en la que ETA asesinó a 42 personas y en la que nadie ha escuchado una palabra de arrepentimiento o condena por parte de los que ahora van a gobernar la capital. Lejos de exigir nada a los herederos de ETA, los socialistas piden al PP y UPN que cesen la violencia verbal que por lo visto emplean contra ellos.
Una presión, dicen, que hace difícil la convivencia. Olvidan los que dan ahora la alcaldía de Pamplona a EH-Bildu quiénes han sido y son todavía hoy auténticos especialistas en hacer difícil la convivencia. Que se lo pregunten a quienes se presentan a unas elecciones por el PP en cualquier pueblo del País Vasco.
Navarra es el gran laboratorio donde el sanchismo pone en marcha su modelo de pactos y de futuro de país. El líder socialista sabe que va a seguir necesitando a Bildu si quiere mantenerse en el poder.
Y solo hay una forma, eficaz hasta ahora, de marginar a la derecha y condenarla a una larga oposición: criminalizar cualquier pacto PP-VOX definiéndolo como el eje de la “temida ultraderecha” capaz de usar incluso la violencia para poner fin a los derechos y libertades que solo el “progresismo” de izquierdas de su gobierno puede garantizar.
Y frente a esa “amenaza” el sanchismo contrapone la necesidad de unos pactos con grupos como EH-Bildu a los que trata de “deshuesar” para que su parroquia de votantes pueda tragar sin masticar y sin riesgo de ahogarse en el intento. Y aquí los medios subvencionados juegan un papel clave.
Cualquier comparecencia del “amado líder socialista” se convierte en un concierto de preguntas obsequiosas que distan mucho de cuestionar el riesgo de crispación social que genera su política de pactos con exterroristas, golpistas y prófugos de la justicia.
Navarra es moneda de cambio. Ahora ha caído su capital. Después será toda la Comunidad. EH-Bildu no tiene prisa, sabe que mientras no se cambie al inquilino de La Moncloa los pasos se irán dando de manera constante y firme. Los de Otegi no van a forzar la máquina más allá de lo estrictamente necesario.
No pactarán con los socialistas para echar al PNV del Gobierno de Vitoria porque eso podría poner en peligro la continuidad del propio Sánchez y ahora lo necesitan para algo más urgente: la salida paulatina de la cárcel de los presos de ETA durante esta legislatura. En ese conglomerado que es EH-Bildu no se acepta que mientras unos están entre barrotes otros puedan pisar cómodamente la moqueta de Ajuria Enea y vayan por la vida de lehendakaris.
Cada cosa a su tiempo.