El chantaje de la embajada de Caracas debería costarle el cargo a Albares

El Gobierno de Pedro Sánchez está negociando con Nicolás Maduro siguiendo el mismo “modus operandi” que Zapatero empleó con ETA. Se usan intermediarios que no son miembros del ejecutivo para poder negar en todo momento que el Gobierno esté negociando

Hay que reconocer que Nicolás Maduro es un tipo práctico, además de otras cosas menos admirables. Laminó a la oposición y convocó unas elecciones. Aun así las perdió, pero ese es un pequeño detalle fácilmente subsanable para alguien como él.

Se declara vencedor y punto. ¿Actas? ¿Qué actas? La comunidad internacional tiene la manía de querer contar con los documentos que acrediten su victoria. Pues ahí los tienen en forma de declaración. Y con la firma del líder de la oposición reconociendo que no hay otro ganador que el legítimo heredero del chavismo revolucionario. Será por firmas.

El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares (i) Foto: Ricardo Rubio / Europa Press

La farsa de la embajada española en Caracas, donde Edmundo González Urrutia ha sido sometido al más burdo chantaje, sería una desopilante escena de cine cómico si no fuera porque detrás se esconde la tragedia de todo un pueblo.

Es lo que tienen las dictaduras, que se perpetúan en el poder sometiendo a la población a la represión y la miseria. Pero eso es algo que al Gobierno español no parece importarle demasiado.

Es cierto que el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, hace como que le da un poco de vergüenza reconocer que ha negociado con la narco-dictadura de Maduro, así que niega muy digno y hasta enfadado lo que todos hemos podido ver. 

Claro que negar lo evidente no tiene porqué ser motivo de dimisión, y menos en este Gobierno. Ahí tenemos a Pedro Sánchez diciendo una cosa y la contraria en la misma frase. El país se ha acostumbrado tanto a sus cambios de opinión que ya nadie se escandaliza.

Es más, Tezanos asegura que esa rara habilidad del Presidente le está haciendo subir en las encuestas. Es el gran descubrimiento de este Gobierno: a los españoles nos gusta que nos tomen el pelo. Pero no de cualquier forma, no. Tiene que ser a la cara y mirándonos a los ojos. Repita conmigo: “Regeneración democrática”. 

Misión de Exteriores

Pues eso, que Albares no debería dimitir tanto por mentir como por poner a España en una situación tan vergonzosa. Tanto como la protagonizada por su predecesora en el cargo, Arancha González Laya, cuando el líder saharaui, Brahim Gali, llegó a España de aquella manera, sin pasar ningún control y negando la mayor.

Se ve que los ministros de Exteriores en España están para tapar entuertos del “jefe supremo” y dimitir cuando les pillan en renuncio. Como ahora a Albares, que ha negado una y otra vez que su ministerio haya negociado el exilio de González Urrutia con el Gobierno de Maduro, hasta que hemos podido ver las fotografías de la infamia perpetrada en la embajada de España en Caracas.

«Es el gran descubrimiento de este Gobierno: a los españoles nos gusta que nos tomen el pelo»

Y lo que es aún más contundente: hemos podido saber del propio presidente electo venezolano que fue chantajeado y coaccionado en presencia del mismísimo embajador en lo que indiscutiblemente es suelo español. 

Todo apunta a que fue José Luis Rodríguez Zapatero, intermediario del Gobierno de Sánchez en Venezuela, quien maquinó la operación de salida de Edmundo González Urrutia hacia España. Todos los medios afines se apresuraron entonces a destacar el carácter humanitario de la operación.

Y como había sido ZP quien medió, Albares se podía permitir decir que su ministerio no tenía nada que ver. Hasta que acabamos conociendo las fotos del chantaje con los hermanos Rodríguez como sicarios de Maduro y el embajador, Ramón Santos, como conseguidor. 

Intermediarios

El Gobierno de Pedro Sánchez está negociando con Nicolás Maduro siguiendo el mismo “modus operandi” que Zapatero empleó con ETA.

Se usan intermediarios que no son miembros del ejecutivo para poder negar en todo momento que el Gobierno esté  negociando. Y mientras tanto se van haciendo concesiones en nombre de un bien superior. Se participó en el chantaje a Edmundo González, sí, pero era para salvarle la vida.

Ahora hay dos españoles detenidos acusados de terrorismo y de pertenecer al CNI. Espero que su liberación sea más pronto que tarde. Pero me temo que están esperando la ocasión para ponérselos a Zapatero como le ponían los salmones a Franco en los ríos de Asturias.

No habrá fotos, pero ya se encargarán los medios libres de bulos de ensalzar la figura de mediador de un ZP que no nos merecemos. Y tanto.