La historia se repite

El seguidismo de parte de la sociedad catalana ante el comportamiento de sus líderes recuerda al peor fanatismo

Los radicales catalanes –ANC, Ómnium, CDR– no tomaron parte directa e indirectamente en el acto de homenaje de las víctimas del 17 de agosto por dos cosas.

La primera sería para no perder más descrédito del que ya tiene. Pero, fundamentalmente, porque no les interesa. Tanto les dan las víctimas. Ellos sólo tienen unas víctimas: los llamados presos políticos. Todo lo demás no les importa.

Ellos tienen sus víctimas. Tienen sus mártires. Tienen sus ídolos de barro. Por la tarde fueron a adorarlos. Porque sienten adoración por unas personas que, sinceramente, su mérito es dar un golpe de estado. Lo cual no es una novedad en la reciente historia de Cataluña. Recordemos los golpes de estado de Macià y Companys. El primer dio dos; el segundo, uno.

Y es que, en el fondo, ninguno de ellos se ha creído nunca que la historia les saliera bien. Ni Macià, ni Companys, ni Mas, ni Puigdemont, ni ahora Torra. O quizás sí. Me explicaré.

A veces se pregunta la gente cómo puede ser que un país inteligente, que ha dado extraordinarios artistas y que siempre ha sido el motor de Europa, pudiera seguir a un fanático como Hitler. Y es que la gente se fanatizó durante unos años. Esto no es políticamente correcto, porque últimamente la verdad no está bien vista. El que no siga los parámetros marcados por algunos está mal visto. Y comentar cosas como la de Hitler es anatema para muchos.

Pues seamos políticamente incorrectos. Ciertamente no todos los alemanes pensaban igual. Muchos se rasgaron las vestiduras al finalizar la guerra al ver las atrocidades que habían hecho en los campos de concentración; las locuras buscando la pureza de la raza aria; la discriminación; el odio… Ahora bien, antes de todo esto formaban largas filas aclamando al líder y dándole todo el apoyo moral del mundo. 

El discurso y la enajenación de una persona que vive en Waterloo recuerda mucho al líder alemán

Toda esta locura ya vivida la estamos volviendo a vivir en Cataluña. El discurso y la enajenación de una persona que vive en Waterloo recuerda mucho al líder alemán. Dentro de bastantes años quizás alguien se pregunte cómo es posible que los catalanes no se dieron cuenta.

La respuesta será la misma que antaño. En el momento de acabar este confuso periodo la gente se rasgará las vestiduras y se dará cuenta de cuánto daño no sólo se han hecho ellos, sino a Cataluña, a España y a Europa.

A pesar de todo, se volverá a la normalidad y se restablecerá el status quo

Nunca es tarde para rectificar. Se rectificará. Se volverá a la normalidad y se restablecerá el status quo. Ahora bien, démonos cuenta de una cosa. Volviendo al tema anterior, la historia se repite.

Aquellos que estaban más involucrados en aquella demencia llamada III Reich fueron encarcelados y juzgados en el proceso de Núremberg. El alma mater se suicidó pocas horas antes de poderlo detener y juzgarlo. Aquí ha pasado lo mismo. De momento está vivo, pero huyó a Waterloo para no ser juzgado.

Así pues, la historia se repite y demasiado en los últimos tiempos en Cataluña. Es una pena que a los independentistas no les importe nada más que un intangible. Es una pena que vivan en un mundo paralelo. Es una pena que no escucharan las palabras de John Donne, porque no les importan. A nosotros, como si nos importan y sentimos duelo por las víctimas del atentado de Barcelona, leemos a Donne:

La Muerte de cualquier hombre me disminuye, porque soy una parte de la Humanidad. Por eso no quieras saber nunca por quién doblan las campañas; ¡están doblando por ti!”.