Cataluña sin presupuestos, pero con más impuestos
Los políticos no se ponen de acuerdo en nada excepto en subir los impuestos. En especial para atacar al mercado turístico, que parece indestructible, los políticos son de gatillo fácil
Una cosa es lo que se dice y la otra lo que se hace. Tanto Alicia Romero, consejera de economía de la Generalitat (PSC) como Elisenda Alamany, secretaria general de ERC, anunciaron esta semana que habían pactado una rebaja de impuestos, cuando en realidad, una vez más, los subieron.
La mismísima consellera, en la rueda de prensa en la que anunciaba la rebaja del IRPF del 10,5% al 9,5% para rentas de hasta 33.000 euros anuales reconoció que su paquete de medidas fiscales iba a suponer para la Generalitat de Cataluña un incremento de ingresos de 219 millones de euros.
Las medidas fiscales anunciadas son un ejercicio de sumas y restas en las que el que parte y reparte, o sea la administración, se lleva la mejor parte. Mejora las deducciones por el alquiler de la vivienda habitual, que pasan de 300 a 500 euros, pero impone un recargo del 20% en la compra de inmuebles por parte de grandes tenedores, qué en el caso de Cataluña, son todos aquellos que tengan cinco propiedades. Por este nuevo recargo la Generalitat espera recaudar 90 millones, casi el triple de lo que pierde por la rebaja del IRPF.
Las medidas tributarias pactadas por el PSC, los Comunes -la marca catalana de Sumar- y ERC eliminan la bonificación en la transmisión de viviendas cuando esta la realizan empresas inmobiliarias y duplica la tasa turística.
Por el primer concepto, otro obstáculo para el mercado inmobiliario, espera recaudar 85 millones al año y por doblar el coste de la tasa turística 90 millones. Para rematar el aumento fiscal también se anunció la decisión de incrementar del impuesto de transacciones patrimoniales.
La Administración gana igual
La consellera dijo que la rebaja del IRPF favorecerá al 63% de la población. Parecen buenas noticias, pero en realidad lo que hacen es equiparar la fiscalidad de un catalán que ingresa hasta 33.000 euros anuales a la que afronta un andaluz, un murciano, un castellano-manchego y un aragonés.
La izquierda, que tanto ha criticado las políticas fiscales de las autonomías de derechas acaba sucumbiendo a ellas, como mínimo en parte. Otra cosa es que estemos ante una rebaja dado que al doblar la tasa turística esta alcanza los 15 euros por persona y noche.
«Las medidas fiscales anunciadas son un ejercicio de sumas y restas en las que el que parte y reparte, o sea la administración, se lleva la mejor parte»
Hagamos cuentas: a un sueldo de 30.000 euros anuales la Generalitat le ha rebajado 78 euros de IRPF, pero si esta misma persona se va de vacaciones seis días a un hotel de Lloret, Salou o de cualquier otro lugar en Cataluña, habrá pagado 90 euros de tasa turística. ¡La administración siempre gana, siempre pagan los mismos!
Los políticos no se ponen de acuerdo en nada excepto en subir los impuestos. En especial para atacar al mercado turístico, que parece indestructible, los políticos son de gatillo fácil. Pero ¡Ojo! ¡Todo tiene un límite! La nueva tasa turística de Barcelona es el doble de cara que la de Roma y casi el doble que la de París.
El impuesto turístico, al igual que sucede con el IVA, convierte a las empresas en recaudadoras por cuenta de la administración. El gobierno autonómico dobla el coste de un impuesto y luego acusa a las empresas de ser responsables de la inflación.