Caso de los ERE: la culpa fue del chachachá

El escándalo de los ERE en Andalucía, protagonizado por el PSOE, ha dejado descolocado a un Podemos en modo 'tomar La Moncloa’

Se hicieron numerosas cábalas sobre cuáles serían las reacciones de PSOE y Podemos a sentencia condenatoria en el caso de los ERE andaluces. Había expectación ante la actitud que adoptaría un Pedro Sánchez que accedió a la presidencia del Gobierno por “la necesidad” de sacar de la Moncloa a un supuesto corrupto. Por ver hasta dónde llegaba la pureza de los principios de Pablo Iglesias, un hombre que se suponía había venido a regenerar y limpiar la vida política, a sacar a la “casta”, vamos.

Nada. Tiempo perdido. Todo lo que hemos visto ha sido una respuesta de manual. Primero, un muerto al que echarle las culpas, para que no pueda responder. Desde la actual cúpula socialista se vio fácil: el viejo PSOE, la anterior etapa, etc. Luego un buen storytelling. Y ahí llegó Podemos: el problema ha sido el sistema. Así, sin más nombres ni apellidos. El culpable del escándalo de los ERE de Andalucía que desvió de las arcas públicas más de 600 millones de euros y que, junto a otras causas derivadas, mantiene imputadas a más de 400 personas fue el sistema.

El sistema. Ahora va a resultar que toda la aportación de la nueva política, esa que pretendía asaltar los cielos y ahora se conforma de momento con tomar el palacio de La Moncloa, va a consistir en adaptar teorías del liberalismo clásico.  Allí donde Adam Smith hablaba de la mano invisible del mercado, nuestros jóvenes revolucionarios ponen como actor incógnito a la mano invisible del sistema.

Si se dice que la mejor manera de enfrentarse a un problema sin querer solucionarlo es crear una comisión que lo aborde, ellos piensan que la mejor manera de no comprometerse ante unas responsabilidades políticas que les debería llevar a poner en cuarentena el abrazo de Pedro y Pablo, es inventando un nuevo esquema social, una especie de juego de los Sims en el que el malvado sistema explica todas las perrerías.

Lecciones del manual de estilo independentista

En esa tarea, harían bien en seguir el manual de estilo de los independentistas. Ellos han creado con una eficacia asombrosa una nueva historia, un nuevo lenguaje, una nueva realidad, más acorde con sus objetivos. Nadie más capaz en crear mundos fabulosos que el soberanismo catalán: en el juego de estos hay derechos sin reglas como el de decidir, hay hechos históricos que sólo existen en su historia y no en la de los demás, etc.

Podemitas, soberanistas y en ello está el nuevo PSOE en definitiva lo que vienen haciendo, en lo que se están aplicando con inusitada dedicación, es en sustituir la política por la identidad, “un arma muy poderosa, pero muy explosiva también”, en palabras de la excelente politóloga Marlene Wind. Lo siento, Puigdemont.

Afirma la autora belga que la anterior estratagema “al anteponer la identidad y la pertenencia étnico-cultural a todo lo demás, plantea la existencia de un estrato mucho más profundo, inocente y puro situado mucho más allá de lo político”. Léase, el progresismo o el independentismo como banderas que crean una cápsula indestructible bajo la que protegerse de cualquier contingencia.

Poner en la diana al sistema y depositar allí todas las responsabilidades del latrocinio andaluz es lamentable. A mí, que quieren ustedes, me divertía más Gabinete Caligari que para justificar una noche loca de sexo y alcohol se inventó otro causante: la culpa fue del chachachá, aseguraban toreros.