Carbón para Collboni
Las ordenanzas fiscales aprobadas a finales del pasado año vienen con mayores cargas fiscales, por tanto, ya podemos decir que Collboni es el alcalde más caro de la historia de Barcelona
Antes de la mágica llegada de los Reyes Magos, llegó a Barcelona el último barómetro municipal del 2024. Y, como era de esperar, trajo un merecido saco de carbón a Jaume Collboni y su gobierno. Los problemas crecen y el malestar se cronifica. Ha cambiado la forma de gobernar -ahora más institucional-, pero se mantiene el fondo ideológico del colauismo. Así no hay manera de revertir la decadencia de la ciudad. Sin una clara rectificación, todo se pudre.
El PSC no lo tiene fácil, ciertamente. Con solo 10 concejales de los 41 que conforman el consistorio, su debilidad es manifiesta. Por cada concejal de gobierno hay más de tres en la oposición. Esta situación requeriría, pues, un plus de trabajo y diálogo. Sin embargo, a esa debilidad le han sumado la desidia. No luchan para sacar adelante las reformas que la ciudad necesita. Parece que les vaya bien que todo vaya mal.
El año pasado ya se aprobaron los presupuestos por la puerta de atrás y tras perder una cuestión de confianza. Este año se ha activado el proceso de prórroga. De todas maneras, no podemos hablar de un simple continuismo. Estamos ante un claro empeoramiento de la situación, ya que las ordenanzas fiscales aprobadas a finales del pasado año vienen con mayores cargas fiscales. Por tanto, ya podemos decir que Collboni es el alcalde más caro de la historia de Barcelona. Collboni es más caro que Colau.
Eso sí, solo es caro para aquellos ciudadanos que cumplimos la ley, porque el alcalde socialista es un chollo para los delincuentes. Como muestra un botón: Can Vies. Este es uno de los 22 edificios municipales okupados ilegalmente. Allí los okupas montan fiestas para molestar a los vecinos y tienen montado un bar con terraza, pero, obviamente, sin licencia. ¿Por qué esos privilegios? ¿Por afinidad ideológica? ¿No somos todos iguales ante la ley? La tolerancia del gobierno con estos okupas es rayana a la prevaricación.
«Collboni es más caro que Colau»
También los delincuentes multirreincidentes viven felices con el socialismo barcelonés, catalán y español y su oposición a la necesaria reforma del Código Penal. La propuesta para endurecer la ley lleva meses secuestrada en el cajón de la presidenta del Congreso de los Diputados. Y Collboni no dice nada. Barcelona atrae, de este modo, a organizaciones criminales, mientras expulsa a sus vecinos. La delincuencia campa a sus anchas. Y la vivienda asequible desaparece del mapa.
La inseguridad, según el barómetro, sigue siendo la principal preocupación de los barceloneses (28,9%), pero ya casi le empata la falta de vivienda asequible (28,8%). Si el no hacer nada contra la delincuencia incrementó la inseguridad, el regular mucho y mal ha acabado con la oferta de vivienda en la ciudad. Las regulaciones ideológicas han empeorado la situación del mercado de la vivienda. Ni construyen, ni dejan construir.
El control de precios de los alquileres, las trabas burocráticas para la construcción o las obligaciones contraproducentes como la del 30% están acabando con el sueño de miles de jóvenes de formar una familia en su ciudad. Ante esta situación, Collboni se limita a practicar un populismo barato, anunciando una futura eliminación de los pisos turísticos y más regulaciones asfixiantes. Pero no es con más inseguridad jurídica como se solucionan los problemas.
Con todo, no acabemos un día como el de hoy sin un mínimo de esperanza. El gobierno municipal tiene en sus manos una hoja de ruta para acabar con las obsolescencias, duplicidades, contradicciones y barreras burocráticas. Se trata de las conclusiones de la comisión de estudio sobre la simplificación administrativa que promovió el Partido Popular.
Barcelona vive atrapada en una tupida red de regulaciones que dificulta y encarece la vida a los vecinos y a aquellos que crean puestos de trabajo. Detrás de estas conclusiones hay un gran consenso político y social. Si Collboni escucha y actúa en consecuencia, Barcelona recuperará oxígeno económico.
No obstante, cualquier buena noticia puede caer en saco roto si finalmente se cumplen los deseos del alcalde y ERC entra en el gobierno municipal. Como es bien sabido, la aportación de los republicanos a cualquier gobierno es siempre una mezcla letal de intervencionismo y caos. Un pacto con ERC supuso el fin de las posibilidades de Xavier Trias de volver a ser alcalde de Barcelona. Un pacto con ERC puede ser el principio del fin de Collboni.