¿Caerá el Gobierno?

Nada conduce a prever que el Ejecutivo de Pedro Sánchez puede caer mientras mantenga mayorías en el Congreso

No otra que la del título es la pregunta que formulan quienes conocen mi pseudoprofesión de analista político. ¿Caerá el gobierno? Si la respuesta es ‘no lo creo’, que lo es, cambian de tema al instante, o como mucho añaden un lacónico ‘¿y entonces?’, un entonces que en realidad significa ‘¿a qué viene tanto ruido mediático precursor si no va a caer?’.

Tratemos de explicar las dos cosas. Tal vez acierten, acertemos, quienes ven en las dos últimas prórrogas del estado de alarma un ensayo clínico sobre la salud política de Pedro Sánchez mucho más que una necesidad perentoria para la salud pública ante el Covid-19.

Si no podemos salir de la provincia o región sanitaria, a excepción de los vascos porque lo pusieron como condición sin la menor razón diferencial sanitaria, es a mayor gloria de un presidente que, ante la insuficiencia de test para detectar contagios de manera universal, testa su particular fortaleza ante lo que para él son los agentes patógenos de la política: todos cuantos no le apoyan a cambio de nada o casi nada.

Si el Gobierno confesara que ya no es necesario restringir la movilidad de modo permanente, se quedaría sin excusa para las dos últimas prórrogas. Por fortuna, dentro de tanta prohibición injustificada, el sector turístico aprieta. Bueno, perdonen la desafortunada metáfora, porque más que apretar, se ahoga literalmente. El turismo se ahoga y Europa abre fronteras interiores. Ergo…

De manera que el 1 de julio ya podrán venir, y si no vienen será porque no quieren. Entonces, si a primeros del próximo mes los extranjeros se moverán a sus anchas por todo el territorio nacional, a santo de qué los nacionales deberán seguir encerrados en sus provincias, deben de preguntarse los más avispados asesores monclovitas. La respuesta plausible es: ‘bueno, vamos a levantar barreras interiores unos días antes’. De ahí la anunciada fecha del 21 de junio.

Todo ello, o sea el mantenimiento del estado de alarma durante dos prórrogas sin criterios sanitarios justificativos, a pesar de que las cifras de ingresados, de muertos y por lógica aristotélica de contagiados, han descendido muy por debajo de las previsiones menos pesimistas y hasta de las más optimistas.

Iglesias está encantado con su simulacro de renta universal denominado ingreso mínimo

Total, lo que de veras preocupaba, la posibilidad de perder sus frágiles apoyos, ya ha dejado de preocupar al presidente. En vez de sufrir cómo se limitaban, como los españoles con la movilidad, ha podido comprobar cómo se ampliaban. De ahí el incremento proporcional de las sonrisas que se dedica.

Sonrisas ensanchadas a su vez por la todavía más milagrosa novedad del clamoroso error de apreciación de cuantos vaticinaron, no ya el total repelús entre ERC y Cs, que al parecer ya no lo es tanto, sino la incompatibilidad o bien de Cs y PNV o bien de Podemos y Cs, cuando no de ambas. Cosas veredes, amigos analistas, contrarias a las que profetizares.

Pablo Iglesias está encantado con su simulacro de renta universal denominado ingreso mínimo. Aunque luego venga el tío Paco de Bruselas imponiendo restricciones o se multipliquen los incumplimientos por parte de las administraciones como ante la ley de dependencia, una medalla es una medalla y esta es digna del libro gordo de Petete.

En resumido resto de cuentas, que Inés Arrimadas no se digna indignarse ante la bigamia política de Sánchez, un día con ella, otro con Oriol Junqueras; que el PNV va a lo suyo como siempre y sin que suponga novedad ni levante aspaviento alguno; y que para colmo de bienes, no por inmerecidos menos salutíferos, en la oposición tienen montado un lío tal que, de volver a ganar Alberto Núñez Feijóo en su feudo, podría incluso acabar con posiblemente efímero reino de Pablo Casado.

En tan poco aciagas circunstancias, a las que debería añadirse el disimulado rescate proveniente de Europa, el doble contratiempo del ministro enfrentado a la cúpula de la Guardia Civil y la abertura del frente judicial en forma de posible condena al ejecutivo por su gestión inicial de la pandemia, no son pelillos a la mar pero si tempestades en vaso de agua.

Ocurre que, como en ciertas fotos que parecen trucadas pero son reales si bien con engaños debido al uso de ópticas especiales, el zoom mediático sobre el frente del judicial y el del instituto armado agranda, aún sin quererlo, la magnitud y la altura de las ampollas que levanta.

Hay razones suficientes como para afirmar que Sánchez se irá de vacaciones la mar de satisfecho

España no es Italia. Si en Italia los jueces acabaron con el régimen sin alternancia en el poder surgido de la Segunda Gran Guerra aprovechando la circunstancia de la caída del Muro, nada conduce a prever que Sánchez puede caer mientras mantenga mayorías en el Congreso.

Es más, el frente judicial ha conseguido en sus albores el efecto contrario al supuestamente deseado, ya que ha servido de acicate para que ERC vuelva al redil con el argumento del miedo a la derecha, o a la derechona.

En política, o bien no hay mieles o pueden ser efímeras, pero hay razones suficientes como para afirmar que Sánchez se irá de vacaciones la mar de satisfecho. Grado de satisfacción muy superior, desde luego, al del resto de los sufridos ciudadanos a los que usa como peones de su juego de poder.