Del búnker de Franco al búnker de Sánchez
Sánchez ha sido un hombre pionero en la política española: primero en gobernar sin ganar, primero en gobernar mediante moción de censura, primero en formar un gobierno de coalición
El PSOE, al que tanto le gusta hablar de Franco, afronta tras el congreso que hoy clausura en Sevilla una etapa política que se parece mucho al Búnker de Franco que caracterizó los últimos años de la dictadura. Al igual que entonces, un reducido núcleo de fieles, alejados de la realidad, centrará, a partir de ahora, sus esfuerzos en que nada cambie y en mantenerse en el poder.
El miedo es el cemento sobre el que se sustenta el poder sanchista. Miedo a las represalias si no se es sumiso, nadie quiere ser Lobato. Miedo, también, a quedarse fuera del circulo de poder, a ser relegado y condenado al ostracismo.
El congreso del PSOE es en clave interna: resistir en el poder a cualquier precio. La idea que se lanza a los cuadros es evidente: sin Sánchez el PSOE se sumiría en el caos. En definitiva, para los afiliados del PSOE tras este congreso hay una única obviedad: O Sánchez o nada.
Sánchez ha sido un hombre pionero en la política española: primero en gobernar sin ganar, primero en gobernar mediante moción de censura, primero en formar un gobierno de coalición. Su final, aún no escrito, también puede ser pionero, y no precisamente para bien.
Los socialistas, que hoy celebran en Sevilla un conclave desde el poder, quizás tras las sonrisas y los abrazos también reflexionen, sin verbalizarlo, sobre cual ha sido el precio que el PSOE ha pagado por mantener a Sánchez en el poder.
Cuando el polémico doctorado llego a la dirección del PSOE los socialistas gobernaban Andalucía, Extremadura, Valencia, Baleares, Aragón, La Rioja y tenían alcaldías como Valladolid, Castellón, Sevilla o Toledo. De ese poder hoy no queda nada.
Los costes
El PSOE de Sánchez es tercera fuerza política en Madrid, tercera fuerza política en Galicia, tercera fuerza en el País Vasco y depende de independentistas en Navarra o Cataluña para mantenerse en el poder. Es un precio muy alto, quizás inasumible.
Entre corrillos, en una larga sobremesa en alguno de los magníficos locales que Sevilla ofrece, los compromisarios se preguntan ¿Cuánto tiempo servirá el truco de “que viene la ultra derecha”? Si Italia, Países Bajos, Hungría o Estados Unidos no han votado respondiendo a este miedo ¿Cuándo los españoles lo perderán? Aún más son los congresistas del PSOE que fuera de los micros se quejan de que los pactos y las concesiones a Bildu, ERC, PNV o Junts les enfrentan con sus votantes a pie de calle.
Y es que Tezanos manipula, pero solo el reparto de escaños, cuando miras detenidamente los datos del CIS el gobierno y su presidente son mejor valorados por los menguantes votantes de Sumar que por los del PSOE.
«La idea que se lanza a los cuadros es evidente: sin Sánchez el PSOE se sumiría en el caos»
Fuera del partido, en lo que de verdad importa, no a Sánchez, pero si a la gente común, el gobierno socialista no está siendo lo mejor para España ni los españoles. Hemos caído al lugar 40 del mundo en competitividad, según Georgetown hemos perdido 22 puestos como mejor país del mundo para las mujeres, según Transparency International hemos bajado hasta el puesto 36 en corrupción, el Instituto de Estudios Económicos nos desploma hasta el lugar 55 en libertad económica y somos el peor país de Europa en gestión de fondos europeos.
Tras la caída del Búnker franquista nadie reconocía haber formado parte de él. A Sánchez tras dos años al frente del PSOE sus propios compañeros de partido lo echaron, cuando caiga por segunda vez, nadie en Ferraz le llorará y en la calle tampoco, porque su poder se basa en el miedo y nadie siente añoranza por aquellos que se mantienen en el poder amedrentando.