Apuros en el 8-M

La conmemoración del 8M aparece este año cojitranca y llena de contradicciones

Malos tiempos para el gobierno de la Moncloa a la hora de reivindicar el 8 de Marzo como fecha simbólica de la lucha por la liberación de la mujer cuando el PSOE tiene cadáveres en el armario que apestan a sexo de pago y a su izquierda, Sumar y Podemos, intentan pasar por alto los episodios de acoso y abuso denunciados contra dos dirigentes de sus filas.

No es la debilidad de la carne (allá el exministro Ábalos con su catálogo de prostitutas) es la hipocresía del discurso. Quienes abogaban por la abolición de la prostitución tienen ahora que dar cuenta ante la Justicia por haber cometido presuntos delitos de cohecho al pagar y mantener a señoritas de compañía con el dinero de todos los ciudadanos.

Quienes se adornaban con apasionados eslóganes sobre la filosofía de la ley del ‘sólo sí es sí’ ahora tienen que tapar la delicada situación que podían atravesar aquellas alumnas que querían volver a casa (“solas y borrachas”, que diría la ex ministra Irene Montero) si se topaban con Monedero por el camino.

De las fiestas de Tito Berni y de las confesiones de los condenados por los Ere fraudulentos en Andalucía ya ni se habla porque los últimos episodios vergonzantes de Ábalos, Errejón y Monedero han puesto a las feministas de salón en una situación manifiestamente delicada.

Todo cabe en la marmita feminista

La conmemoración del 8 de marzo aparece este año cojitranca y llena de contradicciones. La causa feminista, desde que la conozco, ha sido instrumentalizada por la izquierda y el populismo para derivarla hacia otros fundamentos ideológicos  pero la lucha contra la desigualdad y la violencia machista es transversal.

Nuestros responsables políticos tendrían que afrontar la lucha contra la desigualdad sin intereses partidarios pero cada vez se mezclan más causas en la marmita feminista. Quedan muchas zonas de sombra todavía. La violencia de género sigue arrojando en nuestro país un saldo vergonzante y los episodios de tratos machistas, de intimidación y abuso de poder no se pueden pasar por alto por mucho que algunos de los abusadores formen parte de la nómina de un partido que se viste de morado desde que despunta el alba.  

“Nuestros responsables políticos tendrían que afrontar la lucha contra la desigualdad sin intereses partidarios pero cada vez se mezclan más causas en la marmita feminista”

Cada año se van mezclando más causas en el Día Internacional de la Mujer. Del feminismo clásico que reivindicaba la igualdad de derechos a las actuales cruzadas adornadas con batucadas que van metiendo en el mismo saco las consignas antirracistas, pro palestinas, energía verde…

¡He llegado a ver pancartas anti ‘franking’ y letreros contra el tren de alta velocidad! Todo junto y revuelto. Todo cabe en la marmita feminista para ideologizar el ambiente. Eso, sí. Las feministas estamos contra el fascismo. Faltaría más. Lo suscribo. Pero ¿quiénes son los fascistas? ¿Los machistas de derechas? ¿Y qué hacemos con los acosadores de izquierdas ? ¿Dónde se les encuadra? O…¿ellos no son fascistas?. 

Feminismo.

Todo un dilema para la izquierda desbordada por sus propias contradicciones. 

Silencio cómplice

Este año el ambiente no está para cometer deslices. Si en el PSOE, que están a favor de abolir la prostitución, se avergüenzan del cliente de lujo del oficio más antiguo de mundo que ha sido el número dos de Pedro Sánchez en el gobierno y en el partido, en Sumar se las componen como pueden para sortear el caso judicializado de Íñigo Errejón.

No le ha ido mejor en Podemos a Ione Belarra que, para justificar su silencio ante las denuncias presentadas por acoso contra Monedero, alegó que tapó el caso por respeto a las denunciantes obviando que, con esa actitud silente, dejaba desprotegidas a posibles futuras víctimas de su compañero.  

Tampoco la actitud que mantienen las feministas progresistas con la represión que sufren las mujeres en el mundo árabe es como para mostrarse orgullosas.  

A medida que va avanzando el choque de civilizaciones en Europa, va proliferando una campaña de concienciación favorable a la exhibición del velo, esa prenda de sumisión que, en muchos países de obediencia musulmana, muchas mujeres se ven obligadas a utilizar.

En el fondo, las principales enemigas de la causa de la mujer en muchos países árabes son las propias féminas que mantienen un silencio clamoroso ante los millones de mujeres que viven y mueren en Afganistán o Irán, por ejemplo. Los talibanes han prohibido el sonido de la voz de sus mujeres en Afganistán y las feministas de Podemos y Sumar no vociferan contra tamaña injusticia.

Los cadáveres de tres mujeres israelíes secuestradas por Hamás permanecen en manos de los terroristas y el mundo feminista calla. Otro feminismo es posible al margen de los planteamientos tan sectarios y falsos. Como nadie debe hablar en nombre de todas las mujeres como si fuéramos un bloque homogéneo que se pudiera manipular, ya digo que  este feminismo hipócrita y de postureo que solo atiende a los intereses de carné, no me representa.